La vuelta a Londres había sido silenciosa. Ambos habían tenido sus momentos de lucha, internas y externas, durante el viaje. Sin embargo, en aquella última parecía que la devastación había sido terrible.
Harry manejaba a un lado de Arabella, mientras esta miraba por la ventana, perdida en los recuerdos de ojos verdes y promesas rotas en la ciudad que había dejado atrás. Supo que, aunque había escapado físicamente, su corazón y su cabeza seguían atrapados en un caso que no había sido resuelto.
Escapar había sido un acto de cobardía. Había sido la forma de no enfrentar aquello que sabía que la podía derrumbar y dejar en la ruina absoluta.
El miedo la había paralizado y la había hecho su esclava. Ahora actuaba a partir de él, como una predicadora fiel.
Cerró los ojos y suspiró, intentando alejar el dolor y la pena de su pecho. Sin embargo, lo único que pudo alejar fue la lágrima que cayó por su mejilla en aquel parpadeo.
Harry se aclaró la garganta y mantuvo ambas manos en el volante, con los nudillos blancos y la mandíbula apretada, de una forma que sabía pronto comenzaría a doler. Sus pensamientos no podían ir tan lejos como los de Arabella, quedando atrapados simplemente en las acciones de aquel fin de semana e incluso de su convivencia en Golden Bar.
Nada de lo que habían pasado juntos podría justificar la forma en que estaba siendo rechazado. Ninguna estúpida pelea había sido lo suficientemente fuerte para que Arabella no se permitiera saborear la victoria de su acercamiento.
Por supuesto, lo había preguntado, y ahora se sentía tentado a insistir en ello, pero la expresión en el rostro de su sirena había sido más que suficiente para entender que no se trataba de algo tan superfluo como los escenarios que se repetían en su cabeza una y otra vez desde la madrugada de su cumpleaños. La respuesta no llegaría pronto, pero algo sabía con seguridad: nada de eso tenía que ver con él.
Escuchó el suspiro profundo de Arabella a su lado y la observó con la esquina de su ojo, mientras esta se secaba una lágrima que le había dolido más que el rechazo sufrido el fin de semana.
Se preguntó si debía decir algo, si debía mantenerse callado o simplemente ignorar el hecho de que la mujer que había ocupado su pensamiento por los últimos meses se encontraba llorando a su lado.
Pasó una mano por su cabello, ahogado en frustración, y entonces volvió a tomar una respiración profunda, justo antes de cortar con el silencio que los estaba aturdiendo desde el momento en que bajaron del avión y se separaron de sus padres.
— ¿Entusiasmada por el regreso a Golden? — murmuró, intentando buscar alguna excusa para escuchar su voz, animarla, hacerla sonreír e incluso enojarse.
«Cualquier cosa sería mejor que verla llorar», se dijo a sí mismo, mientras intercalaba su vista de frente a costado.
— He estado pensando en algunas canciones que puedo sumar al repertorio — la respuesta de la mujer lo hizo aliviarse. Al menos no iba a ignorarlo el resto del viaje.
— Suena interesante. ¿Qué tienes en mente? — preguntó con real interés, sumergiéndolos a ambos en una conversación sobre trabajo.
Arabella agradeció el momento de distracción, aliviada por la idea de recuperar al menos un vestigio de la familiaridad que habían creado desde la noche de Año Nuevo.
«Eso será suficiente por ahora», se dijo, intentando aliviar el dolor de la idea de haberlo perdido todo.
Arabella
Al llegar al departamento, Harry me ayudó a bajar el bolso y, aunque hubiera deseado invitarlo a tomar una taza de café, los impulsos fueron arrebatados por sus ojos tristes mirándome.
«No puedo seguir confundiéndolo».
Al momento de cerrar la puerta, comencé a acomodar la ropa y todo lo que había llevado en la escapada del fin de semana. Me ahogué en recuerdos al lado de la fogata y debajo del umbral de la habitación, sintiéndome miserable por la idea de no repetirlos jamás. Por la idea de perder el sabor de sus labios en mis recuerdos y la forma en que su cabello se deslizaba entre mis dedos.
Empujé aquel pensamiento y controlé mi pulso, mientras tomaba mi teléfono y escribía las canciones que podríamos sumar al repertorio de la banda, enviándolo rápidamente al grupo de WhatsApp con la esperanza de que todos estuvieran de acuerdo y pudieran buscar las partituras necesarias para el ensayo.
Cuando terminé con todo, miré el techo desde la cálida alfombra de la sala y disfruté el aroma a café y libertad que sentía desde allí. Había ganado más de lo que había perdido en aquella huida. Debía recordarlo, tenerlo en mente y apreciarlo lo suficiente para que la idea de perderlo por un simple amorío no volviera a nublar mi juicio.
Con ese pensamiento, mis ojos comenzaron a pesar, sintiéndome tan irracionalmente cómoda que me permití dormir arropada en el dejo del aroma masculino impregnado en la alfombra. Mintiéndome a mí misma, una vez más.
Al final del día, el corazón quiere lo que quiere y no hay nada que la mente pueda hacer para detenerlo.
Harry
Mi mente estaba colmada por recuerdos de lo que había sido el fin de semana. Me sentía confundido y extasiado, en partes iguales.
Siempre había sabido que Arabella era un grave caso de misterio por resolver. Sin embargo, con la confirmación de los hechos, ahora realmente me sentía involucrado y completamente decidido a ser quien lo resolviera.
La tarea no era sencilla. Había intentado preguntar e indagar en su pasado, pero sus respuestas siempre estaban cargadas de sarcasmo, gracia y un pequeño dejo de secretos que se sumaba a la ecuación, haciéndolo aún más intrigante.
Había llegado al punto en que realmente no creí llegar, googleando el nombre de Arabella Maxwell e intentando encontrar una pista, algo que me ayudara a exorcizar los demonios del pasado. Sin embargo, sus redes sociales parecían haber sido creadas en el momento en que sus pies tocaron suelo británico.
«¿Acaso era una prófuga de la justicia? No, imposible.»
Miles de preguntas se sumaban al rompecabezas sin piezas que intentaba ordenar. Ahora se trataba de una imagen desfigurada de la persona que ocupaba mi mente y removía mi cuerpo por completo con solo el indicio de su presencia.
«¿Quién era Arabella Maxwell y por qué no había nada de su vida en Norteamérica?»
Suspiré y cerré la pantalla de la computadora mientras veía a mi secretaria entrar en mi oficina, pasándome los balances de las últimas inversiones que se habían hecho en la empresa. Agradecí y le pedí un café, mientras notaba que incluso la preferencia por el té había sido reemplazada por Arabella, y como una vez más ella aparecía en mi mente para nublar cualquier actividad fuera de ella.
Pasé una mano por mi cabello con frustración mientras abría las carpetas y tomaba un bolígrafo para hacer los análisis que me habían entregado desde el área de finanzas, obligándome a no pensar en Arabella, Golden Bar y la incertidumbre que me llegaba cada vez que pensaba en sus dedos enterrados en mi cabello.
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A Song for You | Harry Styles.
FanfictionArabella es una cantante con gran talento, que está estancada en un pequeño bar de Londres. Harry es el misterioso hombre que aparece cada noche, en la misma mesa, a la misma hora y la observa desde la oscuridad. Los papeles se invierten en esta his...