Locos

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El ambiente en Golden Bar era insoportable para todo el mundo. Arabella y Harry habían vuelto a la guerra y no había nadie que pudiera detener aquellos encontronazos.

Al menos Harry ya no ignoraba la presencia de Arabella, pero en ocasiones los demás empleados deseaban que todo volviera a la hermosa era de hielo, donde al menos el resto de los mortales podían respirar el mismo aire, sin caer en aquella nube de toxicidad que sobrevolaba el lugar cuando aquellos dos se cruzaban.

Es que Arabella se encontraba tan celosa como Harry lo estaba de Zayn, y por supuesto, ambos intentaban ocultarlo tras aquella frontera de odio que habían querido imponen en medio del deseo que hervía en sus venas y recorría su cuerpo, dejándolos en pelos de puntas y con la frustración de la insatisfacción volviéndolos dos seres irracionales en aquel lugar que se había convertido en su zona de guerra.

Los encuentros entre ellos se habían convertido en pequeñas chispas que de apoco se encargaban de encender la explosión que, ambos sabían, estaban evitando. Ambos eran animales territoriales y podían sentir el aroma de lo ajeno sobre lo propio. Ambos eran animales que necesitaban marcar como suyo aquello de lo que se habían apropiado, indirectamente.

No servía mentirse, ya no quedaba nada que ocultar de sí mismos, sin embargo, si de los demás, y aquel era un velo que ninguno estaba dispuesto a quitar.

—Si quiere que los empleados cumplan sus reglas absurdas entonces deberías cumplirlas también Styles, no sea hipócrita.—, se cruzó de brazos.

—Las reglas las impongo para ustedes, YO soy el dueño, además no he hecho nada que rompa las reglas, simplemente estoy pidiendo que hagan una reservación de mi mesa ¿Cuál es la orden que no puedes entender?

—Cada vez que ella toca este lugar parece que la desnudaras con la mirada, no seas absurdo. ¿Crees que nadie ve como ella te toca por debajo de la mesa? ¿Qué clase de persona haría tal cosa en un lugar de trabajo? Al menos deberías buscarte una persona decente.

—Si no me odiaras tanto creería que estás celosa —, él la empujó al abismo de sus mentiras y ella hirvió aún más. Podía sentir burbujas en su sangre.

— ¿Celosa? ¿Yo? —bufo—. Por favor, yo solo te odio, Harry Styles, te odio.—su dedo índice golpeó el pecho del hombre.

—El sentimiento es completamente mutuo Arabella Maxwell. Reserva la jodida mesa y ponte a ordenar el inventario.

Parpadeó. No podía creer que él se diera vuelta y cerrará la puerta de aquel modo, dejándola parada con los ojos de todo el mundo puestos en ella.

Un grito de frustración salió de su boca y golpeó con fuerza la puerta con su pie antes de girarse y bajar las escaleras hacia la recepción, anotando la reservación con irritabilidad y murmurando por lo bajo palabras que nadie podía escuchar, más que su propio ego pisoteado.

La mirada de todos los empleados estaban en ellos y el silencio reinaba por encima de la tenue música que los acompañaba en las primeras tareas de la jornada, antes de que abrieran las puertas. Marko y Luca sabían que no debían meterse, de a poco Selena lo había comprendido y había dejado de interferir, así también como James y Sophie; quienes siempre habían sido los más alejados del problema que se había convertido casi en el eje principal de la rutina diaria.

La tarde concluyó y la noche llegó, haciendo que una vez más la puerta del despacho se abriera dejando ver la silueta del dueño del lugar, imponente y elegante. Arabella volteo los ojos y dejó la bandeja sobre el bar, esperando que le fueran dados los tragos que debía entregar.

Una vez más los hombros tensos de los empleados se hicieron presentes y el aire se cortó cuando Harry llegó frente a Arabella e intentó preguntar si había alguna novedad de su invitada, haciendo que la mujer volteara su cuerpo del mismo modo que lo había hecho él, dejándolo con la pregunta en la punta de la lengua y completamente frío de indiferencia.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora