Amor

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La noche los había dejado agotados, sin embargo por la mañana el dolor de sus músculos no fue suficiente para evitar que una vez más se enredarán en las sábanas.

Era domingo, por lo que ambos tenían trabajo, pero eso sería en la noche, por lo que pudieron tomarse el tiempo de descansar y pasar el tiempo envueltos en la burbuja de amor que los envolvía.

Su madre siempre había dicho que jamás se dejará llevar por la personalidad de los hombres durante los primeros meses, ya que eran un placebo de príncipe encantadoramente azul; sin embargo Arabella, por su propia experiencia, podía decir que aquella no era más que una sarta de estupideces.

Por supuesto sabía que estaban envuelto en la "luna de miel" de su relación, pero no pensaba que Harry fuera a sacar a colación una personalidad que ella desconociera, al fin y al cabo había tenido la oportunidad de conocer al británico incluso antes de que la idea de una pareja brillara en el futuro.

Conocía bien a Harry y ahora podía decir que Harry la conocía bien, casi como ninguna otra persona en el mundo.

Ahora él conocía sus miedos, sus sueños, sus fallas, su luz y su oscuridad, era un libro abierto y legible para él, aquello le daba más seguridad de lo que jamás había sentido en su vida, incluso más de la que alguna vez creyó sentir con quien se iría a convertir en su esposo.

Fue cuando el tercer mes de noviazgo con Harry llegó que Arabella entendió que por primera vez estaba enamorada.

Y aquel era un descubrimiento confuso y aterrador para ella, puesto que siempre se había mofado de haber sufrido de un corazón roto, sin embargo no había forma posible en la que la mujer de hielo que solía ser se hubiera entregado en cuerpo y alma a Christian como lo había hecho ahora con Harry.

La pasión, fuera de lo física y carnal, palpitaba en sus venas incluso con el mínimo roce de su mano y la felicidad que llenaba su organismo no se comparaba con absolutamente ninguna otra sensación, excepto aquella que la atravesaba cuando cantaba y eso era porque lo amaba.

Arabella describió que lo amaba cuando su piel se erizó mientras lo observaba descansar y suspirar, acurrucado a su lado y sosteniéndola tan cerca de su pecho que podía sentir su corazón bombeando al ritmo del suyo, como gemelos.

Harry supo que la amaba cuando al despertar sus ojos fueron los que lo recibieron en la realidad y el deseo que eso fuera para siempre.

— ¿Te he dicho que eres una sirena? Me tienes encantado —, la voz británica había sonado incluso más profunda de lo acostumbrado, logrando una cosquilla de seducción en la espalda baja de la mujer.

Retorció los dedos de sus pies y se agitó, inclinándose para besarlo suavemente, recibiendo su aroma personal en la punta de su nariz.

— Hueles increíble —, susurró ella, encantada, volviendo a buscar su boca y el río, tomándola por la cintura y girando en la cama, sobre ella, haciéndola reír.

— Y tú hueles a mi, lo cual es particularmente afrodisíaco —, murmuró él, escondiendo su rostro afilado en el cuello de ella, suspirando en su piel, adicto a la mezcla que ambos habían creado.

— Huelo a sexo sucio.

El se rio de inmediato, dándole un azote suave en su muslo antes de sostenerse en ambas manos para observarla, haciéndose un paso entre sus piernas con sus caderas. Ella lo vio flexionarse sobre su cuerpo, completamente desnudo y con su piel dorada brillando en medio de sábanas blancas y el sol de la mañana.

— ¿Tienes una idea de lo atractivo que eres? —, ella preguntó sin más, ganándose una risa engreída antes de un beso.

— Puedo asegurarte que tú te ves mejor, follada y con los ojos brillantes, tu novio debe tenerte bien atendida —, bromeó y ella al instante lo golpeo, haciendo que éste se quejara antes de hundirse en un beso que le quitó a ella cualquier fuerza de voluntad que tuviera para dejar la cama.

Así pasó el medio día y aunque el estómago de ella gruñó, haciendo que él le llamara la atención, no había forma de que ninguno quisiera separarse del otro.

El timbre sonó y Harry se levantó, yendo la comida a domicilio mientras ella revisaba sus recordatorios, informándole que era el horario de la pastilla anticonceptiva, la cual había comenzado a tomar luego de un mutuo acuerdo con Harry, solo por si acaso.

Arabella se enfundó en la camisa de su chico y camino con pies descalzos hasta la sala, encontrándose con la imponente figura de Kendall parada en la sala, mientras Harry le susurraba algo que ella no logro escuchar pero que definitivamente perturbó el bello rostro de la morocha.

Ella se ocultó detrás de una pared, intentando captar lo que escondían en aquella conversación, observando con atención el techo y mordiendo sus labios para que ningún sonido saliera de ellos.

— Echarás todo a perder, Harry, estás siendo descuidado e ingenuo. El amor no te llevará a ningún lado, lo que nosotros tenemos-

— Teníamos, Kendall —, él corrigió y Arabella casi quiso hacerle el amor por eso, sobre todo cuando la cara de Kendall volvió a transfigurarse.

— Nuestro compromiso iba a ser publicado Harry, esto no es más que un simple amorío estupido. Nuestros padres lo tienen todo planeado desde pequeños.

— Desde pequeños Kendall, ahora somos adultos y podemos elegir. Yo elegí a Arabella, ella es mi futuro.

— No vengas con esas estupideces de que la amas, Harry, no seas tan ignorante para creer que eso te llevará a algún lado.

— Es justamente por ese pensamiento que lo nuestro jamás estuvo predestinado a ir a ningún lado, para ti todo es poder, renombre y posesión, nada de eso importa si tienes un matrimonio de plástico; ambos seríamos infelices.

— Yo jamás sería infeliz a tu lado, Harry —, la voz que utilizó Kendall casi la hizo sentir pena, sin embargo Harry parecía conocerla más.

— Pero yo sí lo sería, y jamás me permitiría eso, ni por todo el dinero del mundo. Ahora te pido que te vayas. Mi novia está en la cama y estamos deseando poder disfrutar nuestra tarde, Kendall.

Arabella pudo escuchar el sonido de finos zapatos en el suelo y aprovechó el momento para correr en puntillas a la cama y acurrucarse, encendiendo la televisión y fingiendo que nada había pasado, aunque secretamente premió al hombre con un beso que lo dejó sin aliento.

Harry no era solo todo aquello que había querido en un hombre, también era un compañero.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora