Fue difícil entender desde afuera lo que pasaba por la mente de Harry mientras encendía la fogata y observaba con atención las llamas que esta provocaba.
Arabella lo observaba con una taza de café, apoyada en el marco de los ventanales que daban al jardín exterior, donde el hombre preparaba todo para una barbacoa. Se preguntaba si las hostilidades de los días pasados habían terminado y decidió ir en busca de la respuesta a sus dudas.
Caminó hasta él, con sus manos envueltas en los guantes que la mujer había conservado, y entonces sacó una libra de su bolsillo trasero, colocándola frente al rostro masculino, haciendo que este se expresara con asombro.
—Por tus pensamientos —murmuró la colorada, buscando el verde de sus ojos.
—Es una oferta realmente tentadora, difícil de rechazar —bromeó el castaño, tomando entre sus dedos la moneda y colocándola en la palma de Arabella, haciendo un puño—. Aunque tendré que rechazarla.
La mujer se sintió ligeramente decepcionada, sin embargo, no se atrevió a darse por vencida, tirando ligeramente de la mano del hombre cuando este intentó alejarse, haciendo que sus pechos chocaran y él actuara rápido, colocando una de sus manos en su espalda baja.
—Un beso por tus pensamientos —susurró, tan imperceptible que el hombre incluso creyó que había sido producto de su imaginación.
—Eres jodidamente irresistible —respondió él, quitando las falsedades del tablero. Debía hacer un movimiento importante si quería que las cosas cambiaran entre ellos.
—¿Incluso más que el dinero? —respondió ella, prendida en sus ojos.
—Incluso más que todo el dinero americano.
—Puedo intentarlo también con ese cambio.
—Creo que me quedaré con la oferta anterior —Harry se inclinó hacia adelante y entonces sintió algo en sus labios, algo que no esperaba y que definitivamente lo sorprendió.
—Alto, vaquero. La información antes que el pago —murmuró ella, colocando su dedo índice sobre los carnosos labios del británico, sintiendo la suavidad de estos.
—¿Interrumpo? —Kendall entró, completamente vestida de negro, con labios rojos y sus kilométricas piernas, que Arabella casi quiso cortar.
—Todo el mundo últimamente —bufó el mayor, alejándose de forma que su mano dejó de tocar a la más baja.
Arabella quiso morir en ese instante, cuando sus anillos acariciaron la piel desnuda de su cintura mientras retiraba su toque.
—Qué grosero, Styles. Las malas juntas comienzan a quitarte los buenos modales.
La colorada quiso defenderse, pero se encontraba con sus paredes derrumbadas y en vulnerabilidad máxima; todas las alarmas estaban sonando y las luces parpadeaban al rojo vivo en el reino que tanto intentaba proteger.
«¿En qué estaba pensando? Sé exactamente en lo que estaba pensando», se reprendió a sí misma, mientras caminaba lejos del hombre, no sin antes entregarle contra su pecho aquella moneda que había comenzado el juego.
El resto de la noche se llenó de risas y de rostros que se volvían más familiares a cada minuto para la muchacha, quien reía con una copa de vino entre sus dedos mientras presenciaba una de las divertidas disputas entre Gemma y Harry. Se encontró a sí misma recordando las noches de risas con su hermana, quien significaba todo para ella, quien había roto su corazón, su realidad e, incluso, lo que ella creyó era su destino.
Cuando el reloj de la sala principal anunció las doce de la noche, pudo ver cómo Anne se unía a la fogata con un pequeño pastel, mientras todos comenzaban a cantar hacia el homenajeado. Arabella se unió a los cánticos y rió suavemente cuando escuchó cómo Gemma cambiaba ligeramente la letra de la canción para insultar a su hermano, ganándose una mirada de desaprobación de Anne y un sutil golpe de su hermano en el hombro.
En cuanto Harry apagó las velas, uno a uno comenzaron a abrazarlo, siendo el turno de Arabella. Esta se encargó de envolver sus brazos alrededor de sus hombros, mientras que el cumpleañero se tomó el atrevimiento de apretarla más contra su cuerpo cuando el rostro de la más baja encajó a la perfección con su cuello, rozando tan sutilmente su boca con la oreja femenina, que se permitió reclamar un suave pedido.
—Mi obsequio.
Arabella lo comprendió de inmediato, sin embargo, cuando sus ojos se conectaron después de aquel cálido abrazo, creyó que quizá no era aquello lo que él pedía, por lo que se permitió el beneficio de la duda, dando unos pasos hacia atrás y permitiendo que Kendall tomara su lugar, aquel del que se sintió propietaria, solo por un instante.
Los vio soltarse y entonces ya había perdido el hilo de sus pensamientos, mientras se acercaba a Anne para ayudarla a cortar el pastel y escuchaba la ligera y serpenteante risa de Kendall.
—Que la mesera reparta el pastel, Anne, ven a sentarte con nosotros.
La risa de los Jenner y de Desmond llegó a sus oídos, llenándola de vergüenza e inmediatamente tragó el nudo en su garganta, intentando no responder con un ataque directo.
—Anne, ve con tu hijo, yo me encargo —murmuró por lo bajo, viendo la mirada de pena de la morocha y sonriéndole para darle seguridad. —No te preocupes —insistió, viéndola alejarse.
Con habilidad, la mujer comenzó a cortar las porciones y entonces sintió el tacto masculino que había añorado en su cintura, haciendo que diera un pequeño respingón. El pecho del hombre empujó ligeramente su espalda y su barbilla se clavó en su hombro, mientras él se permitía disfrutar de más el aroma a frutos que la mujer desprendía.
—Tú cortas y yo reparto, haremos más rápido —susurró Harry, tan cerca de su cuello que Arabella se preguntó cuánto debía girar su rostro para conectar sus labios.
Reprimió aquel impulso y asistió, sintiendo como la calidez de sus manos desaparecía por completo cualquier rastro de incomodidad que pudiera haber surgido de la lengua de la modelo.
Cuando ambos pusieron manos a la obra, la brillante sonrisa de Kendall se desdibujó en una mueca de molestia, logrando que Arabella tomara aquello como una victoria.
Finalmente, y con el pasar de las horas, los mayores comenzaron a retirarse y, finalmente, ante la tensión, Arabella se despidió y subió las escaleras hasta su habitación. Sin embargo, fue evidente para todos que el cumpleañero tenía otros planes, cuando luego de unos segundos, caminó detrás de ella y la interceptó, justo en frente de sus habitaciones.
Fue tan rápido que incluso la mujer se sorprendió cuando su espalda quedó contra la puerta y el hombre delante suyo reclamó su obsequio, de forma que recuperó en sus labios un suspiro perdido de la mujer.
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Aclaraciones de la autora:
La libra Esterlina es la moneda oficial de Gran Bretaña, mientras que el Dólar es el cambio (moneda) oficial de EE.UU, el cual reconocemos fácilmente por su verde particular; color que encontramos en los ojos de nuestros protagonistas y país de nacimiento de Arabella.
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A Song for You | Harry Styles.
FanfictionArabella es una cantante con gran talento, que está estancada en un pequeño bar de Londres. Harry es el misterioso hombre que aparece cada noche, en la misma mesa, a la misma hora y la observa desde la oscuridad. Los papeles se invierten en esta his...