Ma-miercoles

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Contenido adulto.


La cena pasó entre risas mientras el vino comenzaba a escasear y los besos se volvían cada vez más sedientos.

Arabella pasaba sus manos por el cabello masculino mientras esté la mantenía encajonada contra el suelo. El aire parecía más difícil de respirar y el vino volvía aquellos besos lentos y arrastrados, tan suaves que les acelera los latidos a cada segundo.

El hombre estaba intentando resistirse, sin embargo los dulces jadeos que recibía contra su boca cada vez que sus dientes rasguñaban los labios de la mujer lo estaban volviendo hambriento.

Sus manos se encontraban en sus muslos, arrastrando la cálida tela cada segundo más arriba de sus piernas, mientras él se encontraba arrodillado entre estas, con la mujer apoyada en la alfombra y él sobre ella, casi levitando a su paralelo. El rostro de la colorada estaba alzado al igual que su torso mientras buscaba más de su atención, completamente embriagada por la esencia que el hombre desprendía al besarla con maestría y seducción.

Sus piernas actuaron solas, envolviéndolo por la cadera y empujándolo sutilmente, uniendo sus cuerpos en el centro, cosa que hizo que el hombre sonriera en los labios hinchados de la mujer.

La Sirena abrió sus ojos y se encontró con el frondoso bosque de los ajenos, deseando ocultarse y perderse allí para siempre.

Abrió sus labios cuando el hombre empujó sus caderas contra las propias y su gesto se transformó en una sonrisa sexual, mientras sus ojos se enfrentaban y el karma de sus encuentros pasados se hacía presente con aquel tortuoso movimiento.

— Cama —, murmuró el hombre, seco de palabras, mientras sus dientes delineaban el hombro de la mujer y mordisqueaban de la tira que tapaba la desnudez de la dama.

Ella simplemente asintió, mientras el hombre la alzaba por el trasero, dándole un apretón fuerte antes de dirigirse a la única habitación de la casa que aún no conocía.

No se dio el tiempo de conocerla, puesto que la necesidad de ambos estaba sobrepasando el límite de lo coherente cuando el hombre soltó a la mujer contra la cama, haciéndola rebotar suavemente.

El vestido de la cantante quedó alzado hasta su cadera y su jefe se relamió ante la imagen, cayendo de rodillas sobre el suelo y con la mujer recostada, a la altura de su rostro, servida como su cena favorita.

La observó desde allí, mientras ella abría las piernas con descaro invitándolo a obtenerlo todo y se aseguró de acariciar el abdomen de la dama, arrastrando su tacto por su cadera y su pelvis, bajando hasta sus piernas y sus rodillas, las cuales llevó a sus labios para besar, robándole un jadeo involuntario.

El aire podría cortarse con cuchillo y la intuición de la mujer la hizo alzar sus caderas por la excitación. Harry rió, sosteniéndola contra su cuerpo mientras repartía besos húmedos y elegantes por sus muslos internos, sintiendo la expectativa de su humedad cerca de su rostro y aquel aroma de su piel que se había vuelto familiar.

La sintió removerse mientras lo observaba, disfrutando cada beso pausado y sus manos firmes sosteniéndola, acariciándola como a un objeto preciado. Devoro su piel con detalle y gentileza, mientras el frío de los metales de sus anillos erizaba la piel lechosa de la mujer.

Llegó a su centro de calor y su lengua se deleitó con el sabor, una vez más. Por encima de la ropa interior, Harry se encargó de tentar a la dama sin sutilezas, encendiendo el calor en el cuerpo femenino, que se retorcía contra el colchón mientras intentaba acercarlo más, con una mano enterrada en los rizos miel del empresario.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora