GameOver

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Decir que Harry había quedado boquiabierto cuando la presentación terminó, era poco.

Frente a sus ojos y una vez más se presentaba aquella mujer apasionada que había conocido hacía unos cuantos meses, cuando el destino había puesto las grandes puertas de Golden frente a sus pies.

El no lograba entender qué era exactamente aquello que le atraía tanto de Arabella, sabía de alguna forma que era la combinación de todas sus virtudes. Era una mujer bellísima, eso era algo evidente ante los ojos de cualquier persona que tuviera el sentido del buen gusto. Era sensual, él podía sentir los vellos de su piel erizarse con solo sentir su perfume en el aire. Pero aquello no podía completar en absoluto aquella fascinación histriónica que sentía cada vez que la veía o incluso pensaba en ella.

Arabella tenía aquello que solo podía encontrar en los libros que solía leer en sus ratos libres. Tenía la voz de una sirena y la elegancia de una alfa. Ella podría envolverlo con su voz y darlo vuelta sin ningún problema, él seguirá su voz a todas partes. Arabella era fuerte y frontal, a diferencia de las mujeres que solía frecuentar, no tenia problemas en hacerle frente y enviarlo al demonio si se comportaba como un idiota. Era exactamente la reencarnación de deseo y la dueña de la pérdida de su cordura.

Esa noche ella la había reclamado y a él con ella.

Cuando el reloj marcó el horario de salida los últimos visitantes estaban saliendo del bar, saludando a quienes habían servido sus mesas y con la promesa de volver pronto a repetir la experiencia. Arabella limpió la última mesa exactamente 45 minutos después, cuando vio como el morocho, que se encargaba de ahogarla en el agonizante placer del olvido, cruzaba la puerta con su habitual andar y saludaba con una mano alzada a sus compañeros de trabajo.

Camino hacia el en sus tacones negros y tomo la nuca del hombre con la misma pasión con la que habia estado cantando esa noche, ahogando allí la sensación que la habia llenado todo el día y la habia obligado a comportarse como un animal de territorio.

Escucho el jadeo suave de su amante sobre su lengua mientras las manos tatuadas del ajeno sostenían su espalda desnuda y el metal de sus pocos anillos acariciaba su piel hasta su trasero, lugar donde apretó robando un gruñido por el rizado que, para sorpresa de todos, salía de su oficina.

Arabella lo ignoró por completo y se alejó de su pareja, dando unos pasos decididos hasta la barra y alcanzando su abrigo, el cual se puso con la ayuda de Zayn mientras observaba como el dueño del lugar bajaba las escaleras seguido a la monumental morocha que acomodaba su vestido.

Sus movimientos fueron lentos mientras sus dientes se apretaban entre sí y aprisionaban las palabras que su mente quería que soltara, pero supo que en aquel momento las palabras sobrarían, lo notaba en la tensión de los hombros de su jefe. El auto control resultaba placentero cuando por fin su mente se encontraba despejada por la calidez de la mano de su amante en su espalda, sacándola del ensimismamiento en el que entraba cuando compartía el espacio con el dueño de su falta de cordura.

—Espero que pasen una excelente velada—, se despidió, entre dientes. Girándose en sus propios tacones y dirigiendo a su acompañante hasta la salida, bajo los orbes del más alto, quien retraía sus impulsos mientras el perfume de la mujer que lo volvía loco dejaba solo su rastro, indicando su ausencia.

«Game over, Styles», pensó. Esta vez había ganado.

Cuando el lunes llegó, Arabella se alegró de que el fin de semana terminará y tuviera su día libre. Sus actividades fuera del bar eran pocas, puesto que su vida social era mínima en comparación a la que solía vivir en Los Ángeles; sin embargo estaba orgullosa de saber que los pocos amigos que tenía eran fieles a ella y compartían un vínculo de respeto y aceptación, lo cual hacía que se sintiera cómoda.

A Song for You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora