4. Aeropuerto: Parte II

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Muevo la cabeza en dirección al pasillo, pero ella se queda en dónde está.

- No, no – Niega con la cabeza – Ya me invitaste a café y charlamos un rato. Está bien. Ve

- Yo si dormí en una cama – Señalo obstinadamente

- No eres responsable por mis horas de sueño

- Si lo soy. Durmió en el piso por ver mi concierto

- Tu concierto me dio muchísima felicidad, así que lo haría de nuevo. Estoy bien. No es nada que un par de energizantes no vayan a curar, y puedo dormir en el avión

- El vuelo a Medellín solo se demora 40 minutos – Señalo, porque eso es todo lo que va a dormir

- Estoy bien. No quiero incomodar

Ruedo los ojos.

Por supuesto que es eso.

El Grinch Villamil la asustó lo suficiente con sus comentarios acerca de no tocar temas personales que ahora cree que su presencia es incómoda.

- No incomoda. Levántese o la arrastraré – La amenazo

- La seguridad del aeropuerto no dejaría que...

- ¡Vamos! – La interrumpo

Agarra su bolso y se pone de pie tímidamente.

Le hago un gesto para que camine a mi lado. Ella se cuelga su mochila al hombro y mete las manos en los bolsillos de su chaqueta mientras camina junto a mí.

Pasamos el abarrotado ingreso de vuelos nacionales y la guío hacia la sala VIP.

He estado en muchas, y vuelo con frecuencia en esta misma aerolínea, así que todas se mezclan un poco entre sí. Las mismas sillas reclinables acolchadas de buen gusto, los juegos de sofás, las mesas laterales llenas de bandejas con comida, cafeteras, botellas de licor. Las neveras llenas de refrescos. Los ventanales gigantes con vista a la pista, actualmente vacía. La iluminación amarilla suave y elegante y los pisos alfombrados. Los ejecutivos tecleando en sus portátiles. Todo es lo mismo de siempre para mí, pero ella observa a su alrededor con una pizca de asombro.

- ¿Dónde quiere que nos sentemos? – Le pregunto. Ella se sonroja

- Eh...No sé, donde tú quieras

- Me gusta ver qué pasa en la pista. ¿Le parece bien ahí junto a la ventana? Soy capaz de dormir en cualquier parte, pero si la luz le molesta...

- Duermo con la luz prendida – Admite

- ¿Miedo a los fantasmas? – Digo con una sonrisa

Pero ella no sonríe.

Solo se encoge de hombros y camina hacia el par de sillas que elegí.

Se deja caer en una y parece hundirse en ella. Se acurruca de manera cómica. Es tan pequeña que sus pies quedan colgando.

- ¿Qué es esto tan genial? – Le pregunta a nadie en particular

Me siento en la silla a su lado, y el material suave parece amoldarse a mí.

- Dulces sueños – Es todo lo que le digo

- Gracias. No tenías que... – Abarca la sala con un gesto vago de sus manos

- No es nada. Duérmase

- Mandón – Sonríe, pero cierra los ojos.

Está dormida un minuto después.

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora