5. Cereza

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Aeropuerto Internacional José María Córdova.

Medellín, junio de 2019.

Juan Pablo Villamil. 

Ella se inclina y toma su mochila del suelo. Yo me levanto y agarro la mía de los compartimientos superiores.

Le hago una seña para que salga antes de mí, y a pesar de todo se apresura a salir del avión.

Salgo tras ella, que me está esperando en la entrada del túnel.

Su pelo se ha soltado del moño en el que estaba sostenido y cae en ondas suaves alrededor de su cara, largo hasta su cintura, con un extraño tono de rubio rosa que no sé cómo describir.

Me da otra vez esa sonrisa radiante cuando empiezo a caminar a su lado, y no puedo evitar sonreírle de vuelta.

No hemos dicho casi nada desde el beso, así que aprecio cuando ella rompe el silencio.

- Gracias por todo – Me dice mientras me mira de reojo – Yo...uhmm...sé que me pongo bastante difícil con estas cosas. Gracias por tranquilizarme y sostenerme y...uhmm...si

"Y besarla", quiero agregar, pero me doy cuenta de que no debí hacerlo.

Ella anuda sus dedos nerviosamente, y toma aire como si se infundiera fuerzas a sí misma.

- Yo...eh....sé que solo querías ayudarme, pero....¿sería una idiotez de mi parte si quisiera que no perdiéramos el contacto luego de esto y te pidiera tu número?

Seguimos caminando uno junto al otro en dirección a las bandas transportadoras en la zona de recogida de equipaje.

Medellín nos recibe con un sol tímido que se cuela entre las nubes y tiñe el pasillo por el que transitamos de una suave luz perlada, que hace que sus ojos luzcan como niebla cuando me mira de reojo.

Estoy dividido entre la magia residual que ese beso ha dejado en mi boca y la realidad acerca de la vida que tengo, el hecho de que ella es una fan de la banda y eso nunca tiene buen final y la absoluta realidad de que ni siquiera nos conocemos.

Finalmente, la razón se impone.

Pero ella luce tan nerviosa por haber dicho esas palabras, que todo lo que puedo decir para negarme es:

- Cereza

La palabra de seguridad.

Ni siquiera soy lo bastante valiente para darle una negativa que valga la pena, y tampoco hace mucha falta, porque ella entiende.

La veo tragar saliva mientras aparta sus ojos de los míos.

Su mano pequeña se cierra sobre la cargadera de su mochila.

Se desenreda la bufanda del cuello y la guarda en su mochila, creo que solo para hacer algo con las manos.

Se aclara la garganta de nuevo.

- Entonces...muchas gracias por todo, Juan Pablo. No tenías por qué ayudarme y lo aprecio mucho. Mil gracias de verdad. Que te vaya muy bien

Llegamos frente a las bandas transportadoras justo cuando dice la última palabra.

Se detiene ante mí y me mira por un momento. Sus rasgos muestran tantas emociones que no soy capaz de leer ninguna, y esos labios delineados y suaves se llevan mi atención de inmediato. Ella me mira fijamente, como si quisiera memorizar mi cara.

O tal vez solo estaba esperando una respuesta, y cuando no se la doy, solo asiente.

Levanta una mano con un gesto de despedida rápido, y camina hacia la puerta sin mirar atrás.

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora