12. Lo siento

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Juan Pablo Isaza. 

24 minutos más tarde estoy en la puerta de su casa.

Todas las luces están apagadas, así que supongo que su madre y sus hermanitos duermen. La llamo para no tocar el timbre, pero la puerta se abre antes de que la llamada termine de conectarse.

La miro por primera vez desde esa despedida incierta, pero parece tan triste que por un momento no importa.

Colisionamos uno contra el otro en un abrazo de manera tan coreográfica que no sabría quién se ha lanzado contra quién.

La escucho suspirar cuando se apoya en mi pecho, y la envuelvo con fuerza entre mis brazos, mientras vuelvo a experimentar esa sensación ilógica de que un huequito que estaba vacío en mi interior ha vuelto a llenarse por su presencia.

Recarga su cabeza en mi hombro, y por un momento me dejo ir en la sensación correcta de tenerla así de cerca.

- ¿Qué pasa, Jessie? – Susurro mientras froto su espalda suavemente de manera reconfortante

- No quería preocuparte, lo siento. Es una idiotez

- Déjame juzgar eso a mí y dime qué pasa

- Es largo de contar – Dice con un suspiro mientras da un paso atrás y me hace una seña para que entremos.

La sigo como lo he hecho las miles de veces que me he colado en su casa a cualquier hora de la noche.

Tiene dos hermanos menores que son unos gemelos de 14 años que son el mismísimo demonio y que con seguridad ahora están despiertos jugando algún videojuego. Pero su madre es enfermera, y con todo esto de la pandemia sus horarios son atroces. Ha criado a 3 hijos sola, y los 3 la aman con locura y harían cualquier cosa por ella, incluyendo cuidar sus horas de sueño con celo salvaje, así que si los gemelos están despiertos, no lo sabré.

Por eso, no es ninguna sorpresa que la casa esté en absoluto silencio mientras Jess me conduce a su habitación. Va vestida con un chándal negro y una blusita blanca de tirantes que se recorta sobre la línea media de su vientre. Su pelo corto está suelto y acaricia de forma coqueta la curva de su cuello, y me distraigo imaginando cómo sería echar su pelo a un lado y acercar mi boca a la piel cobriza de su cuello.

Sacudo la cabeza para apartar ese pensamiento, porque no es para eso que estoy aquí.

Ella empuja la puerta de su habitación y me deja pasar primero.

Cierra la puerta sin hacer ruido detrás de mí, y avanza hacia su cama, en donde se sienta con las piernas cruzadas. Agarra un almohadón en forma de corazón y lo abraza.

- ¿Qué pasa, Jessie? – Le pregunto mientras miro su cama cubierta en papeles con notas, documentos transcritos a máquina y carpetas de aspecto oficial.

En la pared en la que solía tener colgada una pintura que le hizo Marto, ahora hay un montón de recortes, notas y fotos unidos entre sí con hilo como en las películas.

- Es un Análisis de enlaces – Me dice ella cuando ve que me he quedado embobado mirando la pared.

Me vuelvo rápidamente en su dirección, mientras siento mis mejillas colorearse.

- Lo siento, no quise entrometerme. Solo es algo como de película de detectives

- ¿Quieres saber de qué se trata? – Me pregunta ella

Bajo la mirada a mis zapatos, porque no soy capaz de sostener la fuerza con la que me miran esos ojos oscuros.

- No hace falta – Le digo mientras me tambaleo sobre mis pies – Me dio curiosidad, eso es todo

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora