36. Líquido

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Juan Pablo Isaza.

La gira está a punto de comenzar, y con ella vienen un montón de situaciones administrativas que no tienen relación con la música y que son francamente aburridas, pero deben hacerse para lograr que la parte buena funcione.

Tenemos 3 horas de juntas con Pedro y el equipo antes de que sea hora de irnos a ensayar.

Llegamos a la sala de ensayo en medio de un debate acalorado acerca de qué deberíamos pedir para comer, y estamos en medio de eso cuando Pastelito llega.

- ¡Pastelito! – Exclama Marto todo feliz mientras se levanta y la abraza

- Hola, guapo – Le sonríe ella

Pero la sonrisa no es la misma que conocía.

Parece que no le llegara a los ojos.

Todo en su cara dice nostalgia, a pesar de que se ve guapísima con un vestido rojo de tirantes y las botas de combate negras que lleva en los pies.

Villa deja de luchar por defender un menú de comida china y se levanta a saludarla.

- Hola, amor – Le dice con una sonrisa.

Abre los brazos y ella se cuela dentro.

Apoya la mejilla en el pecho de él y cierra los ojos, como una persona que ha estado naufragando mucho tiempo y acaba de encontrar tierra firme.

- Oigo tu corazón – Le dice ella muy bajito, aunque estoy lo bastante cerca para oírlos

- Je t'aime – Le responde él, en un susurro igual de inaudible

Ella le sonríe.

Su sonrisa para él es diferente. Más franca. Más amplia.

También, extrañamente más triste.

Se pone en puntas de pies y lo besa.

No es un beso escandaloso ni inapropiado de ninguna manera, pero no puedo evitar tener la sensación de que son dos personas que encajan. No sé cómo explicarlo, pero mis dedos pican de ganas de escribirles una canción, porque no tengo nada racional que sustente mis palabras, pero mientras los miro me da la sensación de que nunca he visto un amor así.

Él se aparta primero y apoya su frente en la de ella.

Se miran por un segundo sin decirse nada, hasta que ella se levanta y deja un besito en la punta de la nariz de él.

- Te amo – Le dice ella

Los ojos de Villa se abren de manera cómica, como si acabara de escuchar algo imposible.

Y luego sonríe de esa manera que recuerdo de cuando éramos niños, cuando tuvo una guitarra en las manos por primera vez, o cuando nos subimos juntos a un escenario con tantos sueños que no nos cabían en el cuerpo.

La acerca a su pecho y la abraza, como si quisiera guardársela dentro y que nada le pase.

- Te amo, cerecita mía – Susurra él en su oído.

Me doy cuenta del momento en el que los ojos de ella se llenan de lágrimas, pero apoya la cara en el pecho de él y suspira.

Los dejo, porque siento que este es un momento solo para ellos.

Me uno a los demás en la guerra por el almuerzo, aunque creo que ya se decidió que se pedirán hamburguesas para todo el mundo, y lo peor de la batalla ha pasado.

- Hola, Isaza – Me saluda Pastelito cuando llega a mi lado

Paso un brazo alrededor de sus hombros y la acerco a mí en un abrazo.

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora