29. Let it be

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Juan Pablo Villamil.

Varias cosas llaman mi atención cuando salgo de nuestra habitación en la cabaña luego de ducharme.

La primera es que hay música sonando suavemente y ella está cantando.

Para ser precisos, se trata de una vieja canción de Aretha Franklin. Ella está en la cocina y desde acá la veo mover las caderas al ritmo mientras canta, revolviendo algo en un bowl.

Lo segundo que noto es que ha encendido la chimenea de gas, y ha apilado algunas mantas y almohadones en la alfombra frente al sofá, justo debajo de la claraboya en el techo de la sala.

Hay una velita encendida en la mesa de café y las luces están bajas, lo que tiñe toda la estancia de un color ocre otoñal, nostálgico y distraídamente romántico.

Por un instante solo me quedo mirándola.

El sonido bajo y ronco de su voz se mete en mi piel y me hace estremecer. Mientras la miro, me parece que nunca he visto una fuerza viva más poderosa, como si resplandeciera de adentro hacia afuera. Parece algo maravilloso de admirar, como una puesta de sol sobre el mar, pero también me hace sentir enojado, porque quisiera que tenga las mismas oportunidades que yo he tenido.

Quisiera que sus elecciones fueran más simples.

Pero ahora mismo la estoy mirando, y no parece que cargara con el peso que carga. Parece feliz y en calma mientras se mueve por la cocina, y la inmensidad del hecho de que me ha elegido a mí para pasar estos días, en los que cada minuto es un bien precioso para esa, me hace sentir conmovido y profundamente responsable.

Justo en ese momento levanta la vista y se da cuenta de que estoy ahí parado en la puerta de la habitación, mirándola atontado.

- ¿Qué estás haciendo ahí?

- Mirándote – Le respondo sinceramente

- ¿Por qué?

- Porque eres hermosa, y estoy loco por ti, y me encanta solo mirarte existir – Le respondo sin filtro, porque es así de simple.

Su mirada se vuelve suave, y me doy cuenta de lo mucho que le gusta cuando le hablo de esa manera.

- Ven acá, Pastelito. Me gusta tenerte cerquita – Me dice, mientras extiende una mano llamándome a su lado.

Camino en su dirección y tomo su mano.

Dejo que tire suavemente de mí hacia ella y le rodeo la cintura con mis brazos.

Ella deja a un lado el bowl en el que estaba trabajando y me devuelve el abrazo. Apoya la cabeza en mi pecho y suspira.

Cierro los ojos mientras siento su cuerpo contra el mío, y me pierdo en la maravilla de tenerla así de cerca.

- Escucho tu corazón – Me dice bajito, justo como ese día en el avión. Suspiro

- Hago eso con Lara todo el tiempo – Comento distraídamente

- ¿Qué cosa?

- Oír su corazón. Tiene un defecto cardiaco de nacimiento, y cada latido es un milagro. Escuchar ese corazón que late a pesar de todo el esfuerzo adicional que le toma hacerlo, y le llena las venas de vida a mi niña, es mi sonido favorito

Ella sube los ojos y me da una mirada tierna y profunda.

Sus ojos lucen algo más claros de lo normal, como he notado que lo hacen en la noche cuando está cansada.

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora