Juan Pablo Isaza.
Nunca terminamos de ensayar, pero es una tarde increíble.
Al final, empieza a hacerse de noche, así que pedimos burritos al único sitio mexicano que Nath aprueba.
Cuando llega la bolsa, Laura la toma y empieza a repartir la comida de cada uno.
Estiro la mano cuando llega frente a mí, pero la castaña sigue de largo.
- ¡Oye! – Me quejo – Tengo hambre
- No hay nada para ti – Se excusa ella
- Pero pedí uno de carne – Me quejo
- Pastelito fue la que tomó los pedidos. Resuélvelo con ella – Me dice Laura alegremente, y continúa repartiendo la comida
- ¡Pastelito, ven acá! – Le grito. Ella sube una ceja
- Ve a gritarle a tu perro, cielo – Me responde, y se queda muy acomodada donde está
- ¡Tengo hambre! – Exclamo
- Pues lárgate. Tienes una cita. No voy a dejar que llegues donde mi chica con la boca oliendo a cebolla – Indica ella, y me señala la puerta
- ¿Tengo una cita? – Pregunto con una expresión de duda, porque no estoy muy seguro de si ese plan en particular sigue en pie
- Eso me dijeron – Responde Pastelito – Me dijo que le llevarías esos documentos que tenía que firmarle, porque tenían una cita. Los guardé en el estuche de tu guitarra, por cierto
Me quedo mirándola sin saber muy bien qué decir.
Abro la boca para preguntarle algo, aunque me doy cuenta de que no es a Pastelito a quien debería preguntárselo.
Así que me armo de valor y me saco el celular del bolsillo.
Apenas son las 7 la noche pasadas, así que ni siquiera sé si aún está trabajando, pero solo hay una forma de saber qué espera ella de esta noche.
Así que salgo al balcón y la llamo.
Cada repique que hace la línea sin que llegue a contestarme hace que mi corazón lata algo más pesado, y me doy cuenta de que tengo miedo real de que no quiera verme.
- ¿Hola? – Saluda cuando finalmente contesta
- Hola, abogada – Respondo con la voz más firme que logro encontrar
Se queda un momento en silencio.
Me alejo el teléfono del oído para verificar si colgó, pero la llamada sigue conectada.
Toda la valentía me abandona ante su silencio.
Me aclaro la garganta.
- Eh... – Balbuceo estúpidamente – Lo siento. No debí llamar. ¿Puedes olvidar los últimos dos minutos? Buenas noches.
Cuelgo rápidamente.
Quiero morir.
Sentí que ese beso cambió la estructura atómica de mi mundo, pero a lo mejor solo se sintió de ese modo para mí.
A lo mejor debería dejar de actuar tan confiado y tener tanta fe, porque....
Mi celular suena.
Y su nombre aparece en la pantalla.
Mi garganta se vuelve un 8, y por un momento los nervios son tan terribles que siento que no puedo respirar.
Obligo al aire a pasar por mi garganta cerrada y me llevo el celular al oído.
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- Agua -
FanfictionTodo se cura con agua salada: sudor, lágrimas o agua de mar. Ella se convirtió en su agua salada. Y luego se fue. ...El amor es caprichoso.