44. Jugar en equipo

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Juan Pablo Isaza.

Se distrae fácilmente por mis besos, y me deja hacer cuando la levanto entre mis brazos y la llevo hacia mi cama.

No dejo de besarla mientras le recuesto en el colchón, ni cuando me subo sobre su cuerpo con delicadeza.

Mi boca cae a su cuello y la oigo suspirar, mientras sus dedos se enroscan en mi pelo.

- Oye, bonito... – Me llama

- ¿Mmm? – Le respondo distraídamente, mientras trazo con mi lengua el hueso de su clavícula. Ella suspira de nuevo

- Me gusta mucho tu versión cachonda, y no puedo creer que vaya a hacer esto, pero me gustaría que hablemos primero

- ¿Ahora quieres hablar? – Le digo con una risita

Se ríe de vuelta.

Está sonrojada y su pelo se esparce por mis almohadas blancas, y me encanta verla así.

Parece joven y libre, y por este momento, toda mía.

Me da un empujón juguetón en el pecho, así que me muevo de encima de ella y me dejo caer sentado sobre el colchón.

Ella se sienta frente a mí y me mira.

Le sonrío de nuevo.

- No seas así – Me regaña

- ¿Cómo?

- Así, todo hermoso – Me dice, y hace un gesto de indignación sacudiendo su mano – Necesito hablar contigo de cosas importantes, pero tú no quieres hablar conmigo

- No. Quiero besarte, entre otras cosas

- ¿Cuáles cosas? – Me pregunta, y me mira coquetamente entre sus pestañas. Luego sacude la cabeza – No, basta. Esto es importante – Exclama, y sale de la cama de un salto.

Aprieto los labios para no reírme, porque está actuando como una loca, y verla tan desestructurada es muy extraño, pero me encanta poder ser una de las pocas personas que la ve perder el control.

Me apunta con un dedo de manera amenazante.

- Soy la gerente del tercer grupo empresarial más grande de este país – Me dice

- Lo sé – Asiento

- Una de las cosas que mejor hago en este mundo es negociar – Continúa

- Supongo – Digo con un encogimiento de hombros – Estoy un poco perdido, Chardonnay. ¿Por qué no nos quedamos con mi plan de los besos mejor?

- Agh, basta, estúpido. Claro que quiero los besos, y todo lo otro, pero no quiero que lo uses para guardarte las cosas mientras te quedas con la sensación de que no puedes hablar conmigo y decirme cómo te sientes.

Suspiro, porque aunque trate de hacerme el estúpido, creo que empiezo a entender a dónde va todo esto.

- ¿Qué te dijo Jess? – Pregunto, con un suspiro de cansancio

- No me dijo nada. Escuché su conversación. ¿Tienes idea de lo celosa que me siento de oírte decirle "Tú me conoces, Jessie", y que hables todo tranquilo con ella sobre tus sentimientos pero creas que yo te voy a juzgar por eso?

Me quedo con la boca abierta, porque no puedo creer ni una sola parte de lo que acabo de escuchar.

Ella se pone las manos en la cintura en una pose que la hace lucir como una guerrera, y es 100% tu actitud de gerente.

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora