39. La casa de papel

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Juan Pablo Isaza.

Su habitación parece sacada de la portada de Pinterest.

Todo es blanco y lila, con decoraciones super modernas y delicadas.

Tiene una biblioteca de madera clara llena hasta los topes de libros, y un televisor enorme está empotrado en la pared frente a su cama de manera elegante y minimalista.

Su balcón se abre a una pequeña terraza en la que tiene dos sillas y una mesa de café.

Todo parece elegante y sofisticado, y a pesar de su pijama de Elmo, viéndola sosteniendo esa copa de vino mientras se mueve relajadamente por su espacio sigue pareciendo la dueña de un imperio.

Se sube a su cama y se sienta en posición de loto.

- ¿Vienes? – Me dice, mientras extiende una mano en mi dirección

Camino cautelosamente hacia ella.

Me siento al borde de su cama.

Ella se ríe.

- Te puedes poner cómodo. No te voy a morder, Pepsi

- ¿No?

- A menos que me lo pidas gentilmente – Me dice, batiendo esas pestañas de manera coqueta. Suspiro

- Estoy un poco nervioso – Admito. Ella frunce el ceño

- Eres una estrella de rock, ¿alguien te avisó sobre eso?

- No soy una estrella de rock cuando de verdad me gusta alguien. Soy un estúpido y hago cosas muy torpes

Ella ahueca sus almohadas y se recuesta en ellas.

Le da un sorbo a su copa de vino mientras me mira con curiosidad y una pizca de diversión.

- Ven – Insiste, y mueve los dedos en mi dirección como una invitación

Con un suspiro, me saco los tennis con un puntapié y me subo a la cama junto a ella.

Su colchón es suave y perfecto, y sus almohadas huelen a algún ambientador de telas cítrico y sofisticado que de algún modo también huele a ella.

Me recuesto cautelosamente a su lado, con la copa sostenida cuidadosamente entre mis dedos, porque sería muy propio de mí derramar el vino en su cama en una primera cita.

- ¿Por qué estás tan tenso?

- Porque me aceptaste, o algo así, y ahora debo estar a la altura – Farfullo

Ella deja su copa en la mesa de noche.

Me quita la mía y hace lo mismo con ella.

Y luego se sube a horcajadas sobre mí.

Mi respiración se atora en medio de mi garganta, y hago un ruido poco sofisticado como un ronquido de pug.

- Me gustas un montón, tonto – Me dice

Le sonrío, porque me gusta escuchar eso.

Mis manos suben solas y descansan en sus muslos.

El pelo castaño rojizo le cae largo hasta la cintura, y es la primera vez que la veo llevarlo en su ondulado natural.

- Estás hermosa – Declaro

- ¿En mi pijama de Elmo? – Se burla

- Seguramente sin ella estás más hermosa aún, pero sí. Me gusta verte así, sin tu armadura de CEO

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora