34. Insuficiente

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Juan Pablo Isaza. 

Villa se sienta a mi lado en el salón de ensayo.

Luce tan apaleado que sé lo que me va a decir antes de si quiera hacer la pregunta.

- ¿Qué pasa?

- Pastelito me acaba de llamar. Me contó lo que pasó con Daniel. Tiene que reunirse con Diego y su papá vía telefónica para decidir que van a hacer

- Lo sé. Ori me lo dijo

- Está asustada. Dice que el Fiscal solo los está provocando a través de ella para que Diego y su padre se muestren - Susurra Villa - ¿Cómo pueden escoger entre dejarla pasar sola por esto y entregarse ellos?

- Ella los quiere demasiado, Villa. Si ve que están en peligro, se va a entregar - Murmuro entre dientes, porque sé que es una posibilidad real, pero es horrible.

Además, va a romper el corazón de Ori y de Villa.

Evidentemente él no quiere ni pensar en el asunto, porque sacude la cabeza como para alejar mis palabras.

- En todo caso, no puede venir hoy. Me dijo que la disculpara con todos. Creo que estaba muy ilusionada por venir

- A veces se me olvida que en teoría es una fan

- Que loco - Dice Villa con una risita - Le temblaba la mano para tomarse una foto conmigo la primera vez que nos vimos - Recuerda él con una sonrisa nostálgica

- Y ahora lo tiene amarrado a su meñique - Me burlo

Él se ríe, pero ni siquiera se esfuerza en negarlo.

Le pongo una mano en el hombro en apoyo, porque no sé qué le dices a tu hermano cuando la mujer de la que está enamorado está a punto de ir a la cárcel.

- Vamos a tocar - Le digo - Si ella es nuestra fan todavía, vamos a darle el mejor show

- Vamos a tocar - Asiente Villa, mientras se pone de pie de un salto.

Los ensayos acostumbran a durar más o menos el doble de un show promedio, mientras discutimos acerca de los arreglos, las luces, el set list y una infinidad de cosas que incluye el montaje.

Hoy particularmente, Villa y yo estamos en modo perfeccionista, y creo que todos nos están odiando, pero nos da igual. Pastelito se merece nuestro mejor show.

Ensayamos por 4 horas y 15 minutos hasta que Martín tira las baquetas sobre el redoblante y se pone de pie.

- No pienso tocar más - Declara el niño - ¡Me está saliendo con callo! - Nos acusa

- Ay, cálmese, flor delicada - Le dice Villa

- Dios mío, que hambre. Me voy a desmayar - Interviene Juanjo

- ¡¿Es en serio?! - Reclama Villa.

Mira a Simón, la única persona adulta presente, por ayuda.

Educadamente, Simón se quita el monitor de la cinturilla de los pantalones.

- Fue suficiente por hoy, perros - Dice Simón, aunque nos da una mirada preocupada, como quien entiende por qué estamos decididos a no parar hasta no sonar perfectos, pero sabe que no podemos terminar todo en un día y que es hora de parar.

Suspiro, porque hasta yo me doy cuenta de que nos estamos pasando.

Pero Villa parece muy perdido, mientras sostiene su guitarra como si fuera la única cosa que entiende en este momento.

- Yo estoy para un rato más – Intervengo, mirando a Villa – Empecé una letra hace días, ¿quiere...?

- Si – Responde, sin dejarme si quiera terminar.

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora