Juan Pablo Villamil.
Hemos bailado 3 merengues.
Dos salsas.
Un reggaetón.
3 baladas que creo que ni siquiera se supone que fueran para bailar.
Actualmente nos mecemos al ritmo de la cuarta, y es remarcable que llevemos tanto tiempo en la pista porque también es muy claro que ninguno de los dos sabe bailar y somos un desastre, pero es la excusa perfecta para estar cerca uno del otro sin todas las trabas habituales.
Ella se ha recogido su pelo castaño en un moño alto, aunque la rosa roja sigue detrás de su oreja.
Aunque es más bajita que yo, no es exactamente pequeña, y me parece muy extraño que encaje tan bien entre mis brazos.
Tiene su cabeza apoyada en mi hombro y también luce muy pensativa.
Mis manos están en su cintura, y su piel se siente cálida a través de la seda de su vestido rojo.
La canción se termina, y alguien se aclara la garganta junto a nosotros.
Nos alejamos con un sobresalto, como si hubiéramos estado haciendo algo terrible.
Guada se sonroja furiosamente y baja una mirada tímida a sus pies, mientras yo siento una mezcla de nervios y culpa en mi estómago. Me froto por inercia la palabra ÉPICO tatuada en mi pulgar mientras Fer nos da una mirada de diversión.
- Lamento interrumpir – Nos dice Fer – Lara y yo estamos muy cansadas, así que ya nos vamos a nuestra cabaña. Quería decirte que nos llevaremos a Anna, si eso te parece bien
- No...Quiero decir, si – Responde Guada mientras levanta la mirada. Está tan sonrojada que hasta su cuello tiene una mancha rosa – Quiero decir, no te preocupes. Me la llevaré. Debería irme a dormir ya de todos modos
- Dame el gusto. Lara adora acurrucarse con ella – Insiste Fer
Guada es muy apegada a su mascota, pero le encanta dejársela a Lara.
Normalmente esto no sería ni siquiera una discusión, excepto porque Fer le está quitando su excusa para huir.
No se le ocurre una razón lo bastante buena para negarse, así que finalmente asiente.
- Seguro. Pasaré por ella en la mañana
- ¡Gracias, los quiero, se ven muy lindos! – Exclama Fer alegremente antes de darnos un beso en la mejilla a cada uno y salir corriendo.
Guada hace un ruidito de sorpresa, y todo es tan extraño que no puedo evitar reírme.
Ella niega con la cabeza y da un paso atrás. Toma una honda bocanada de aire, como armándose de valor.
- Bueno, me voy – Dice sin mirarme
- Quédate. Bailemos – Le pido, y avanzo el paso que ella acaba de retroceder
- Ni siquiera sabemos bailar – Bufa ella, y niega con la cabeza de nuevo
- No, pero podemos aprender. Juntos – Señalo
Ya no estamos hablando de bailar y ella lo sabe.
Yo lo sé.
Pero ninguno de los dos es lo bastante valiente para admitirlo en voz alta.
- No puedo aprender a bailar contigo – Señala enfáticamente mientras sube sus ojos a los míos
- ¿Por qué?
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- Agua -
FanfictionTodo se cura con agua salada: sudor, lágrimas o agua de mar. Ella se convirtió en su agua salada. Y luego se fue. ...El amor es caprichoso.