49. Un libro

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Orianna Dortolina.

Aprieto los labios para no soltar una carcajada cuando ella se tropieza de manera poco elegante cuando entra a la sala de audiencias la mañana de su juicio de imputación de cargos.

Los flashes se disparan a su paso para captar su look, pero en esta ocasión, captan mucho más.

Sus ojos grises se vuelven grandes y luego se llenan de lágrimas cuando se da cuenta de las personas que ocupan la primera fila.

Mi amor se eleva por encima de los presentes y se ve elegante y espectacular sin esfuerzo alguno con un pantalón oscuro, el blazer de un traje y una camisa desabrochada. Ella levanta una mano esposada para saludarlo, y él le hace un guiño.

Pero los ojos de Cherry vuelven a pegarse a Villa, que la está mirando con la misma añoranza que ella lo mira, como dos personas que han estado muriéndose de sed durante los últimos casi 6 meses que ella ha pasado en prisión, y por fin ven el agua.

Tanto las cámaras de los periodistas como los presentes vemos pasar por sus caras un juego de emociones que no puede ser actuado.

La añoranza descorazonadora.

La tristeza y el dolor por los daños.

Y el amor.

Sobre todo, el amor.

La guarda que la acompaña la hace girar y sus ojos se separan de Villa de mala gana mientras prácticamente la arrastran al lugar junto a mí.

Ella lo mira por encima de su hombro y le sonríe.

Él levanta una mano con lo que parece un saludo, pero en el centro de su palma tiene un post it con un número de teléfono escrito.

Ella suelta una risita mientras se le cae una lágrima, así que supongo que es algún tipo de símbolo interno que no entiendo.

Él le hace un guiño.

Ella se lo devuelve antes de volver a girar.

- ¿Por qué no me dijiste? – Susurra en voz baja

- Tampoco sabía que iban a venir. Los voy a matar por eso – Gruño entre dientes

- No lo hagas. Las dos los necesitamos aquí

- Si, pero que estén aquí es como sacarle el dedo al Fiscal

- Genial – Sonríe ella

La guardia nos hace ponernos de pie para recibir a la jueza.

Mientras presentan el caso, miro por encima de mi hombro a Isaza.

Su mirada encuentra la mía y me da una sonrisita.

Anoche le dije que estaba muy nerviosa por esta audiencia y que me moría por tenerlo aquí.

Y aquí está.

Quiero golpearlo, porque lo último que quiero es exponerlo, pero su sola presencia envía una ola de calidez hacia mi pecho que me hace sentir capaz de cualquier cosa.

Lo miro de reojo de nuevo.

Sus labios dibujan las palabras "La puta ama", y aprieto los labios para no sonreír. Le hago un guiño rápido y vuelvo a concentrarme en lo mío, porque hoy se decide todo por lo que he trabajado hasta las lágrimas los últimos meses.

La jueza da la palabra a la fiscalía y el pelagatos se levanta de su lugar.

Llama al estrado a Kristen Tanner, uno de los 6 testigos que según la lista de la Fiscalía estuvieron en El Bandolero esa noche.

- Agua -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora