||EN TU MEMORIA||
CUATRO
Esta habitación me recuerda a los lugares en los que Henri y yo nos alojábamos en los primeros años. Viejos hoteles de carretera que llevaban sin reformar desde las década de los setenta. Las paredes están forradas de madera y la moqueta es de una felpa color verde oliva. Junto a una de las paredes, hay una cómoda con los cajones llenos de prendas de ropa de hombre y de mujer de tallas diversas, todas anticuadas y de marca desconocida. La habitación no tiene televisor, pero sí un aparato de radio antiquísimo con un reloj incorporado, uno de esos con números de papel que cambian a cada minuto con un ruido seco.
4:33 A. M.
4:34 A. M.
4:35 A. M.
Estoy sentado en el Patience Creek Bed & Breakfast, escuchando pasar el tiempo. Enfrente de la cama hay colgado un cuadro que parece una ventana. No hay ninguna ventana de verdad, porque la habitación está bajo tierra, así que supongo que los decoradores hicieron lo que pudieron. La imagen representada en la falsa ventana es soleada y alegre: el viento agita un campo de hierba verde y, a lo lejos, la silueta borrosa de una mujer se sujeta el sombrero que lleva en la cabeza. No sé por qué quisieron darle este aire a la habitación. Tal vez pretendían inspirar una sensación de normalidad. Si ese es el caso, no lo consiguieron, porque en este ambiente todas las emociones tóxicas que uno esperaría tener estando a solas en un motel cutre como este (soledad, desesperación, fracaso) parecen intensificarse. Y yo tengo montones de ellas. Hay algo en esta habitación que no tienen otros antros fuera de la interestatal. ¿La pintura que hay colgada en la pared? Puede correrse a un lado: debajo, esconde un panel de pantallas que recogen información de todos los alrededores del Patience Creek Bed & Breakfast. Hay una cámara enfocada hacia la puerta de la pintoresca cabaña que corona estas extensas instalaciones subterráneas; otra hacia la inesperada llanura de césped impecable y tierra dura con las dimensiones justas para permitir el aterrizaje de un avión mediano, y aún otra decena de cámaras que vigilan la propiedad y todo lo que se extiende bajo tierra.
Este lugar lo construyeron personas paranoicas que decidieron prepararse para una potencial invasión, una situación apocalíptica. Se esperaban rusos, no mogadorianos. De todos modos, creo que su paranoia valió la pena. Por debajo del modesto Bed And Breakfast, situado unos cuarenta kilómetros al sur de Detroit, cerca de la costa del lago Erie, hay cuatro niveles subterráneos tan secretos que casi han caído en el olvido. Las instalaciones de Patience Creek las construyó la CIA durante la guerra fría con el objetivo de tener un refugio en el que resistir un invierno nuclear. Después de veinticinco años de abandono, acabaron en mal estado, y, por lo que dicen nuestros anfitriones del Gobierno de Estados Unidos, las personas que sabían de su existencia están muertas o retiradas, lo cual significa que nadie llegó a filtrar la existencia de este lugar a los miembros de ProMog. Por suerte para nosotros, un general llamado Clarence Lawson, que se incorporó de nuevo a la vida activa cuando las naves mogo aparecieron en el horizonte, se acordó de que existía este refugio.
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SOY EL NÚMERO DIEZ °Legados de Lorien x Teen Wolf°
FanfictionVinimos diez a la Tierra. Tenemos el mismo aspecto que ustedes. Hablamos igual que ustedes. Vivimos entre ustedes. Pero no somos como ustedes. Podemos hacer cosas que solo puedes imaginar. Tenemos poderes con los que solo pueden soñar. Somos más fue...