||REFUGIO DE NUEVE||
DIEZ
Los primeros rayos del nuevo día se cuelan entre los edificios ahuyentando el aire helado de la noche y tiñendo el cielo de Chicago primero de morado y luego de rosa. Desde el tejado del John Hancock Center, contemplo cómo el sol va elevándose lentamente por encima del lago Michigan. Es la tercera noche seguida que subo aquí arriba con John, incapaces de pegar ojo. Venimos a Chicago hace unas semanas. Hicimos la primera parte del viaje en una camioneta del Gobierno robada y la segunda en un tren de carga. Es bastante fácil cruzar de incógnito el país cuando uno de tus compañeros es capaz de volverse invisible, al igual que yo, y el otro, de teletransportarse. Cruzamos con paso lento el tejado y, al llegar al borde, nos detenemos para contemplar una vez más la ciudad de Chicago, que poco a poco va volviendo a la vida. Las calles, las arterias de la ciudad, no tardan en colapsarse con un tráfico denso, mientras la gente recorre apresuradamente las aceras.
- Ni se imaginan lo que les espera -dice John, sacudiendo la cabeza mientras los mira
Bernie Kosar y Beagle se nos acercan con paso tranquilo en su forma de beagle y husky. Se desperezan, bostezan y luego nos acarician la mano con sus hocicos a cada uno. Beagle a mí, y BK a John. Debería alegrarme de estar viva. Nos enfrentamos a Setrákus Ra en Nuevo México y no tuvimos ninguna baja. Todos los miembros supervivientes de la Guardia (a excepción del aún desaparecido Número Cinco) están abajo, sanos y salvos, y prácticamente repuestos de las heridas. Sarah y Marcus también se encuentran con ellos.
- El fin de su mundo está tan cerca... Y ellos ni siquiera lo saben -termino el pensamiento de mi hermano
Bernie Kosar se transforma en un gorrión, levanta el vuelo, sobrevuela el vacío que separa el John Hancock Center del edificio vecino y finalmente se posa en el hombro de mi hermano. Beagle se transforma en un hurón blanco que sube por mi pantalón y se coloca dentro de mi chamarra como usualmente hace. Seguimos contemplando a los humanos que pululan ahí abajo, pero lo que realmente ocupa mis pensamientos son los miembros de la Guardia.
Todos se han dedicado a relajarse desde que llegamos al fantástico ático de Nueve. Está bien descansar y recuperarse un poco; solo espero que no hayan olvidado lo cerca que estuvimos de la derrota definitiva en Nuevo México, porque John y yo no podemos pensar en otra cosa. Si Ella no hubiera herido a Setrákus y yo no hubiese usado Terric para crear un terremoto, dudo mucho que hubiéramos podido escapar. Y si John y yo no hubiéramos desarrollado un legado sanador, estoy segura de que Sarah y Ella habrían muerto. No puedo sacarme de la cabeza la imagen de sus rostros chamuscados. La próxima vez no tendremos tanta suerte. Si no acudimos debidamente preparados a nuestro siguiente enfrentamiento con Setrákus, no sobreviviremos.
Para cuando bajamos John y yo del tejado, la mayoría de los demás ya se han despertado. Marcus está con Marina en la cocina, ella sirviéndose de la telequinesia para batir huevos y leche en un bol, mientras pasa una bayeta por lo que antes solía ser una encimera de azulejos impoluta. Desde que los nueve (y BK, y Beagle) nos mudamos aquí, no nos hemos esforzado demasiado en cuidar el elegante apartamento de Nueve. Marina se vuelve cuando percibe nuestra presencia.
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SOY EL NÚMERO DIEZ °Legados de Lorien x Teen Wolf°
FanfictionVinimos diez a la Tierra. Tenemos el mismo aspecto que ustedes. Hablamos igual que ustedes. Vivimos entre ustedes. Pero no somos como ustedes. Podemos hacer cosas que solo puedes imaginar. Tenemos poderes con los que solo pueden soñar. Somos más fue...