{CHAPTER ELEVEN} Troops To The Ranks

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||TROPAS A LAS FILAS||

||TROPAS A LAS FILAS||

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CUATRO

Al oír el chirrido de los neumáticos y el ruido de los rotores de los helicópteros, Nueve, Alysa y yo nos apresuramos a saltar por encima de la valla del porche maltrecho y nos plantamos en el jardín delantero. Llegamos a tiempo de ver un rayo atravesando el cielo, cortesía de Seis. Es una descarga de advertencia; el rayo hace saltar un pedazo de asfalto justo delante de uno de los todoterrenos negros que recorre a toda velocidad el camino de acceso y lo obliga a virar.

- ¿Qué diablos es esto? -gruñe Nueve- Creía que ya habíamos acabado con los federales

- Adam ha dicho que iban a dejar este lugar en paz -responde Alysa- Por el pacto que tenían con los mogos

- Supongo que ese pacto debió de caducar cuando se los cargaron a todos, ¿no?

Tenemos encima tres helicópteros, rondándonos como buitres. Deben de comunicarse entre ellos, porque encienden los focos al mismo tiempo. Uno nos ilumina a Nueve, a Alysa y a mí, el otro se encarga de la entrada de la casa, situada justo a nuestras espaldas, y el tercero enfoca a Seis y a Sam. Bajo la luz cegadora, veo a Sam que, desarmado, se apresura a meterse en el Skimmer en busca de refugio. Seis, con las manos extendidas en el aire, trata de convocar alguna tormenta para nuestros huéspedes inesperados y se vuelve invisible antes de que el foco pueda localizarla. Mientras, ajena al rayo que atraviesa el cielo, la procesión de todoterrenos negros sigue avanzando, con luces azules y parpadeantes detrás de los parabrisas. Los coches derrapan hasta detenerse uno junto al otro, en estrecha formación, creando una barricada de cristal a prueba de balas, un parapeto brillante y resistente a los impactos. Las puertas de los vehículos se abren y un atajo de agentes equipados con idénticas cazadoras azul marino se apea de un salto. Los que no se dedican a gritar órdenes por los Walkie-Talkies nos apuntan con sus armas, agazapados tras las puertas de los coches. En menos de un minuto nos tienen acorralados en ese callejón sin salida.

- ¿De verdad creen que esto va a detenernos? -pregunta Nueve, avanzando un paso hacia la casa, casi provocando a los agentes para que le disparen

- No sé lo que creen -respondo- pero no saben que tenemos a las quimeras

Las siento acechando entre las sombras, cerca de la carretera de acceso. Puede que estos tipos del Gobierno crean que nos tienen rodeados, pero esos ojos que brillan en la oscuridad no comparten su opinión. Las quimeras mantienen sus posiciones, a la espera de recibir una señal. Oigo un crujido detrás de mí y, al volverme, veo que Marina ha salido al porche: dos carámbanos dentados se van formando en sus manos, como un par de dagas. Esto es nuevo. Junto a ella, protegido tras la puerta, está Adam, empuñando un cañón mogadoriano.

- ¿Qué hacemos? -me pregunta Marina

Ya han empezado a formarse nubes encima de nuestras cabezas: Seis está lista para lanzar un ataque en cuanto lo necesitemos. Sin embargo, hasta ahora los del Gobierno no han hecho más que armar ruido. En realidad no han disparado un solo tiro, y esa es la razón por la que aún no he encendido mi lumen.

SOY EL NÚMERO DIEZ °Legados de Lorien x Teen Wolf°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora