||FAMILIA LÓRICA||
La noche ha caído y ha tenido una suave brisa. El cielo se ilumina aquí y allá con destellos intermitentes que tiñen las nubes de brillantes tonos de azul, rojo y verde. Empiezan siendo fuegos artificiales, pero estos dan paso a algo diferente, más ruidoso, más amenazador, y los vítores y clamores se convierten en gritos y chillidos.
Estalla el caos.
La gente corre, los niños lloran. Y en medio de todo estoy yo, de pie, observando sin el consuelo de poder hacer algo para ayudar. Los soldados y las bestias llegan en tropel de todas direcciones, como había visto la otra vez. La continua lluvia de bombas es tan estridente que me daña los oídos, y siento sus reverberaciones en el fondo del estómago. El ruido es tan ensordecedor que me duelen hasta los dientes. Después, los lóricos contraatacan con tal intensidad, con tal valor, que me siento orgullosa de estar entre ellos, de ser uno de ellos.
Acto seguido, algo me barre en el aire a tal velocidad que el mundo que tengo debajo se convierte en borrones fugaces que no me permiten centrarme en una sola cosa. Cuando me detengo, estoy de pie en la pista de un campo espacial. A cinco metros hay una aeronave plateada, y unas cuarenta personas esperan en la rampa que conduce a la entrada. Ya han entrado dos personas: una niña y una mujer de la edad de Marcus. Están de pie en la puerta, con los ojos fijos en el cielo. Y entonces me veo a mí misma, con cuatro años, llorando, los hombros caídos y al lado de un niño rubio. Detrás de mí hay una versión mucho más joven de Marcus y un hombre que me resulta conocido. Ellos también observan el cielo. Frente a ambos niños está mi abuela, con una rodilla en el suelo, sujetando uno de mis hombros y con su otra mano la del niño. Mi abuelo está detrás de ella, con expresión endurecida, concentrada, mientras las lentes de sus gafas recogen la luz del cielo.
- ... vuelvan, ¿me oyen? Tienen que volver con nosotros -termina de decir mi abuela en ese momento
Me gustaría haber oído las palabras que pronunció antes. Hasta este momento, nunca había recordado nada de lo que me dijeron aquella noche. Pero ahora ya tengo algo. Mi yo de cuatro años no responde. Está demasiado asustada. No comprende lo que está sucediendo, por qué hay tanta urgencia y temor en los ojos de todos los que me rodean. Mi abuela me acerca hacia ella y después me suelta, luego hace lo mismo con el niño. Se pone en pie y nos da la espalda para que no veamos sus lágrimas. Mi yo de cuatro años sabe que está llorando, pero no sabe por qué. El siguiente es mi abuelo, que está cubierto de sudor, mugre y sangre. Se ve que ha estado combatiendo, y tiene los rasgos contraídos, como si estuviera en tensión, dispuesto a seguir luchando, a hacer todo lo que esté en su mano en la batalla por la supervivencia, la suya y la del planeta. Apoya una rodilla en el suelo como ha hecho mi abuela antes que él. Por primera vez, miro a mi alrededor. Montones de metal retorcido, pedazos de hormigón, grandes agujeros en el suelo en los lugares donde han caído las bombas. Incendios dispersos, cristales hechos añicos, tierra levantada, árboles destrozados. Y, en medio de todo esto, una sola aeronave, intacta, aquella en la que estamos embarcando.
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SOY EL NÚMERO DIEZ °Legados de Lorien x Teen Wolf°
FanfictionVinimos diez a la Tierra. Tenemos el mismo aspecto que ustedes. Hablamos igual que ustedes. Vivimos entre ustedes. Pero no somos como ustedes. Podemos hacer cosas que solo puedes imaginar. Tenemos poderes con los que solo pueden soñar. Somos más fue...