Cuadragésima Parte

857 76 80
                                    


Si existiera una competencia donde gana la persona que más rápido llega a una meta, estoy segura que habría ganado el primer lugar.

 Mis pies y piernas dolían, al igual que mi pecho. Mis pulmones parecía que habían llegado al tope de su capacidad. Pero nada importaba, pues en el momento en que Jake me dijo por el cristal que me esperaría en casa, mis pies se movieron a su voluntad, y no pararon hasta que crucé el umbral de la puerta.

Estaba loco, era una locura que estuviera allí, pero yo también lo estaba, por querer que estuviera allí.

- No deberías estar aquí hechicero –dije casi sin aire al verlo parado en medio de mi sala, de espaldas. Mi corazón bombeaba mucho más que en todo el trayecto hacia aquí.

- Creí que te alegraría –dijo sin dar la vuelta. Podía notar como el sonido de su voz era obstruido por la máscara.

- Más que nada en la vida –dije dando unos pasos temblorosos hacia él –es peligroso Jake.

- Lo sé, pero tenía que hacerlo –al decir eso comenzó a girarse lentamente, y me paralicé.

Todo mi cuerpo temblaba, de miedo, de dolor, de anhelo y deseo. Él estaba allí, era real, y quería tocarlo, pero si lo hacía tenía miedo de lo que fuera capaz de hacer.  Me sentía un animal salvaje que trataba de controlar su instinto.

Jake no tenía ningún campo de energía que lo protegiera como la primera vez, pero todavía conservaba su máscara y su capa cubriéndolo.

Él dejó que me acercara, tan despacio que era una tortura para ambos, pero no podía ni acelerar ni detenerme, ese era el ritmo correcto para que estuviéramos frente a frente. Mi respiración era rápida y pausada, creando un vaivén en mi pecho. Bajé un poco la vista al pecho de Jake y le sucedía lo mismo que a mí. 

No podíamos decir nada, las palabras no era suficiente, estábamos donde tanto habíamos deseado. Jake se quitó un guante de hermoso cuero, con mucha inseguridad la elevó cerca de mejilla. Su mano temblaba, sus dedos se movieron demasiado despacio cerca de mis labios. 

No me moví, estaba usando toda mi voluntad para no llevar yo misma mis mejillas y mi boca cerca de su mano. Necesitaba que él lo hiciera. Así que simplemente cerré los ojos.

Jake entendió que yo no haría ningún movimiento, y aunque sé que dudó un instante, finalmente posó con dulzura y delicadeza su dedo índice sobre el labio superior.

Ese simple rose de mis labios con su dedo fue suficiente para que una gran carga de energía recorriera todo mi cuerpo, llegando a lugares que me produjeron simplemente placer. Mi instinto me decía que lo atrajera hacia mí e hiciera explotar todo la carga que llevábamos dentro.

Pero nada de eso pasó, de un momento a otro el contacto fue cortado y la energía que había sentido se redujo a nada. No entendí nada  hasta que escuché la voz de Jan… ¿Jan?

Abrí mis ojos inmediatamente.

- Eres un idiota muchacho –le decía el hechicero ,que había conocido en el acantilado a Jake, ahora entre nosotros dos –Adelí tenía razón en no confiar en ti.

- Yo no les pedí que hicieran de niñeros –dijo Jake con frialdad.

- Pues parece que lo necesitas muchacho, ahora vámonos, sabes que no deberías estar tan cerca de él, ni de ella –dijo señalándome.

- ¿Qué hace usted aquí? –le dije a Jan.

- ¿Que crees niña? –dijo girándose hacia mí con furia –tratando de que no atrapen a este.
- Ya te lo dije, no necesito que nadie me proteja –dijo Jake cortante y peligroso.

Había una vez en DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora