Vigésima Cuarta Parte

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La casa era tan fría y silenciosa que parecía el escenario adecuado para cualquier historia de terror y misterio. Y el hecho de encontrar un libro hueco solo empeoraba la escena (o mejorarla si eras quien la escribías). 

Porque sí, eso habíamos encontrado en la biblioteca, libros huecos. O más bien eran una especie de cajas simulando ser libros. Algunos estaban vacíos y otros tenían papeles sueltos o memorium. Revisamos alguno que otro, y eran todas de personas desconocidas. 

Interpretamos que las letras eran las iniciales de los nombres de quienes habían recurrido al guía espiritual Ulric Barret. Guiándonos por esa lógica buscamos las de Hannah; y afortunadamente, solo había un libro falso con las iniciales H.D
Dentro había un solo memoruim, y varios papeles.

-Lo mejor será revisarlo en casa –dijo Jake a mi lado –salgamos de aquí.

-Cuando regrese se dará cuenta de que le falta esto –dije señalando la caja-libro.

-Para cuando regrese habremos encontrado a Hannah y no importará –dijo con total convicción.

No pensé en discutirle eso, pues si era su fe y esperanza era lo que le ayudaba aseguir con la investigación, no sería yo quien le dijera lo contrario, por muchas dudas que tuviera. 

Así que salí de la biblioteca, y me apresuré a bajar por las esclaras. Cuando llegué al recibidor entendí un poco porqué  a Jake le desagradaba el hombre que vivía aquí. Toda la casa ostentaba materialidad, incluso el hermoso piso superior, y no había ni un rastro de algo que dijera “soy espiritual” o algo así.

Una vez en la puerta me dispuse a salir para luego cerrarla con el mismo método con que la abrí.

-Cuando tenía como trece o catorce años, tuve un grupo de amigas y amigos con el que hacíamos esto a menudo –comencé a decirle a Jake –bueno, no siempre en casas ajenas, casi siempre eran en casa de mis amigos que tenían mucho dinero, y nos metíamos en las habitaciones de sus padres. Con el dinero le pagábamos a otras personas para que compran tabaco y alcohol. Yo no consumía en realidad, pero era la que casi siempre abría las puertas…era la mejor y más rápida –cerré la puerta, y el aire fresco del exterior removió los mechones sueltos de mi pelo.

-¿Por qué lo hacías? –preguntó Jake con curiosidad, y sin una pizca de prejuicios.

-Mi padre había muerto hacía unos años, y yo creí que había sido lo suficientemente fuerte para tolerarlo…pero no fui así, cada vez sentía que el dolor se profundizaba más, y más, en forma silenciosa. Me hundía en un pozo sin vida, yo me sentía sin vida –mi pasado era algo de lo que siempre me había negado a hablar, excepto con mi madre y mi hermana –esa fue la única manera de sentirme viva, sentir la adrenalina del peligro, era lo que me mantenía cuerda. Lamentablemente no fue suficiente, e hice cosas peores de las que hoy me arrepiento…

Ahora fuera de esta casa, en la oscuridad de la noche, me sentía vulnerable. Sin embargo, no me sentía incomoda al decírselo a Jake.

-Lamento lo de tu padre Scarlett, y espero que hoy te sientas mucho mejor que en ese entonces –el consuelo de Jake llegó a mi corazón, no me juzgaba, no hacía preguntas incómodas e innecesarias.

-Gracias –sentí que mi garganta se apretaba con fuerza –y sí, después de haber pasado lo peor, me dí cuenta que estaba lastimando a mi familia. Por ellas, es que realmente sobreviví. 

Es por mi madre que decidí cambiar mi vida, por ella y por mí, claro. El estudio me abrió las puertas a una vida que no había soñado, el trabajo de maestra me dio un propósito por el cual mejorar cada día. Era solitaria, pero por mucho tiempo me sentí mejor que con ese grupo de pseudo amigos en mi muy temprana juventud.

Había una vez en DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora