Séptima Parte

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Volví a casa, y cuando me di cuenta que ya no tenía mucho para prepararme de comer me lamenté de no pedirle a Thomas que alguien me pagara aunque sea una tarifa minima por mi falsa jardinería. En fin, mientras me preparaba mis últimos alimentos mi cristal comenzó a brillar.

-Hola Scarlett –saludó Jessy cuando contesté.

-¿Sucedió algo Jessy? –me preocupé al pensar que algo haya podido pasar desde el poco tiempo que pasó.

-No, bueno, en realidad si –jessy parecía dudar un poco –lo que sucede es que olvidé mencionártelo en el templo, pero ayer Cleo se metió sin permiso en la herrería de los Roguers.

-¿Qué? ¿Por qué hizo eso?

-Ni idea –la expresión de Jessy sonaba muy confundida –estoy segura que ella no sabía que yo estaba allí, pero en cuanto me vio y le pregunté que hacía me dijo que había ido a verme.

-Es muy extraño –se que tengo que ser imparcial respecto a todos, pero no creo que Jessy me mienta solo por lo que pasó temprano en el templo – ¿Richy lo sabe?

-No lo sabe, pero no quiero decirle, no después de lo de la mañana, tal vez piensen que la acuso por despecho y no es así… -dejó un silencio suspendido, como cuando estás pensado mucho algo.

-¿Me vas a pedir algo verdad? –le dije de manera incisiva.

-¡Eres muy perspicaz Scarlett! –contestó Jessy entre risas –solo te pido que hables con Cleo y la convenzas de decírselo a Richy, que le diga la verdad de porqué estaba allí.

-Está bien, cuenta conmigo – de todas formas necesitaba una excusa para hablar con Cleo, es de pocas con las que no he hablado correctamente.

Una vez terminé mi almuerzo pensé en llamar a Cleo, como ya era la tarde tal vez había terminado de trabajar o estudiar, o lo que sea que hiciera.

-¿Quién habla? –contestó Cleo.

-Soy Scarlett ¿puedes hablar?

-Hey, claro, acabo de llegar de mi clase de arte…espera un segundo –se calló un rato pero el cristal seguí brillando –lo lamento Scarlett, tengo que ir al mercado, mi madre me ha encargo unas cosas.

-Oh, claro no hay problema –no es que estuviera apurada, pero me hubiera gustado terminar con este larguísimo día.

-A menos que quieras encontrarte conmigo en el mercado -dijo Cleo - Thomas me comentó que podían quedarte pocas cosas para comer.

Las palabras de Cleo fueron mágicas, y bendito sea Thomas por preocuparse tanto. Casi, casi lloro de emoción. Claro que debía mantener la dignidad y no demostrar mucho mi desesperada situación.

-No lo sé, no quiero molestar –dije con una falsa modestia.

-No es molestia, estás aquí por nosotros, lo menos que podemos hacer es ayudarte –dijo Cleo con sinceridad, para luego rematar con –además, Thomas tiene mucho dinero, él me lo pagará.

-Está bien, iré –dije riendo – ¿nos vemos en el mercado en media hora?

-Perfecto, nos vemos allá.

Apenas terminé la comunicación salí de casa y me dirigí al mercado. Recuerdo haberlo visto de lejos cuando iba de camino a la casa de los Donfort. Al llegar casi me sentí en casa, pues era muy parecido al mercado de mi ciudad, lleno de personas y diferentes olores, cientos de colores en frutas, verduras, condimentos, telas, flores, objetos decorativos y mágicos para el publico general. Hasta ese momento no me había dado cuenta de cuando extrañaba el bullicio del gentío.

Había una vez en DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora