Quincuagésima Cuarta Parte

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Salimos corriendo de la casa, con la protección de Nymos, al notar que la maldición seguía extendiéndose. Logré tomar un candil y mi bolso, y luego subimos con mucha dificultad hasta la colina en la que estuvimos unas horas antes. La oscuridad ya no era algo que temiéramos, no cuando vimos a lo lejos, sobre Duskwood, la misma luz violácea de la maldición.

   

- ¿Qué es eso? –dijo Jessy aterrada.

- Es la misma magia de la maldición –dije tragando saliva, temblando de miedo –es la trampa.

- ¿Qué trampa? ¿de qué hablas Scarlett?

- La trampa que me advirtió en la visión inducida.

Mi estúpida creencia de que teníamos el control de la situación me volvió ciega y arrogante. No teníamos el control de nada, el Hombre sin rostro estaba cumpliendo su venganza.

Desesperada y sin muchas más ideas, saqué el papel enrollado, guardado entre mi ropa, que el Alan Bloomgate había enviado con su zorro mágico.

La nota decía: Hay algo que debería saber, búsqueme antes de que sea tarde.

  

- Solo nos queda una opción –respiré profundamente, ante de sostener mi cristal y enviar toda mi concentración en el capitán de la fuerza de élite – ¿Bloomgate?

- Señorita Scarlett –contestó Bloomgate, extrañamente agitado –no es un buen momento, pero me alegra que haya llamado. Adiós.

- No, espere –maldita sea, ahora tengo que rogarle a este sujeto. Pero teníamos que hacer algo, y soy bastante conciente de mis limitaciones, hoy más que nunca –está pasando algo malo en Duskwood, y…

- Sé muy bien lo que está pasando, ya envié a mis soldados y hechiceros que revisen el área y ayuden a los que puedan.

- Entonces sabe que esa magia es del brujo, del que ya le había hablado ¿recuerda?

- Lo recuerdo –dijo de mala gana – ¿tiene algo interesante para mi?

- Sé donde encontrarlo, pero tiene que venir por mi.

- Por qué no me lo dice y ya, señorita Scarlett –dijo con severidad.

- No, venga por mí, demuéstreme que no es la horrible persona que creo que es. Si quiere limpiar su reputación ayúdeme a salvar Duskwood, y a mis amigos.

- ¿Por qué creer en su palabra?

- Porque en el fondo confío en que realmente quiere hacer lo correcto.

Tras un breve lapso de silencio, finalmente contestó:

- ¿Sigue en la cabaña?

Le di nuestra indicación exacta y prometió llegar tan pronto como pueda. Nos sentamos en el banquito de antes, esperando en silencio, el expectante desenlace final. 

- ¿Estás segura de esto? –me preguntó Jessy, que mantenía la mirada fija en la lejanía, allá donde estaba su pueblo –literalmente escapamos de Alan Bloomgate.

- No estoy segura de nada –dije con la mirada en el suelo –solo que no podemos quedarnos sin hacer nada. No como ahora.

- Tengo miedo –confesó con honestidad –pero creo que esta es la calma antes de la tempestad, y estoy preparada para afrontarla.

No sé cuanto tiempo pasó hasta que Bloomgate llegó a nosotras en su caballo, y uno más para mí.

- No me dijo que tenía compañía –comentó bajando de su caballo. En ese instante Nymos, que había estado descansando en mi regazo, se puso frente a mi y creo un campo de energía para protegernos –no es necesario tanta hostilidad –dijo mirando a Nymos con interés.

Había una vez en DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora