Cuadragésima octava parte

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Mi hogar en Duskwood parecía la misma casa solitaria que era la primera vez que la encontré, cuando estaba perdida en todos los sentidos posibles. Me tomé unos minutos para asegurarme que nadie rodeara el área. Cuando me sentí tranquila me acerqué a la casa, arrastrando a Edriel conmigo, y dejándolo pastar  por allí.

 La puerta trasera estaba abierta y daña. Al entrar a la casa sentí que mi corazón se partía un poco, todo estaba dado vuelta y roto; los muebles nuevos que Thomas me había regalado, los libros esparcidos por doquier, el baúl de Lilly abierto y con todas sus prendas tiradas, la mesa de la cocina…mi mesa, partida a la mitad con un corte limpio. Corrí hasta mi habitación, y como esperaba, todo estaba tirado y revuelto; el colchón estaba fuera de la cama, las puertas de los muebles abiertos de par en par. Lo único que permanecía en su lugar era mi ropa, eso lo habían dejado tal cual lo dejé.

Maldije a Bloomgate, y su forma de querer arrebatarme todo lo que me importa.

La ira anulaba cualquier intento de llorar que quisiera tener, y la falta de tiempo no me permitía arreglar lo que poco que quedaba sano. Saqué mi ropa y las botas que había dejado, busqué el jabón y la toalla, y sin vacilar me dirigí al lago. 

El clima era perfecto para que metiera mis pies en el río que lleva al lago, pero no podía detenerme.

El lago permanecía inmutable y pacífico, el agua fría que hacía contacto con mi piel calida, me ayudaba a aclarar las ideas. Cuando terminé de bañarme, y ponerme la ropa limpia, llamé a Cleo, mientras regresaba a la casa. Como pensé, ella me respondió.

- Así que también estas en Duskwood –habló Cleo con amargura.

- Dije que lo haría, y aquí estoy, aunque todavía no voy al pueblo.

- Tal vez te sea más sencillo venir ahora, varios soldados se han ido de la ciudad –la voz de Cleo parecía más tranquila –anoche cuando llegamos con Lilly estaban por todos lados, afortunadamente nadie nos vio llegar ocultas entre un montón de heno. 

- ¿Lilly vino contigo? –pregunté enojada.

- No pude convencerla de lo contrario –dijo Cleo resignada –aun así estamos seguras en la Llama de la Esperanza, mi madre tiene una gran cantidad de personas yendo y viniendo por lo del festival.

- Me alegro por ustedes ¿pero porqué tu madre está tan empeñada en hacerlo?

- El festival de Pine Glade es una tradición de años, y ella cree que lo que necesita el pueblo ahora es un poco de distracción. Además, agregó que este año hubo una gran contribución monetaria para que se hiciera –Cleo suspiró al decir –siento que estoy fallando Scarlett, ¿Qué pasa si viene por mi madre también?

- Lamento no ser tan positiva para decir que no lo hará, pero puedo prometer que haremos lo posible para que no suceda –ya casi estaba por llegar a casa, cuando en medio del camino me encontré con algo inesperado –Cleo, cuando terminen de arreglar su cosas aquí, y yo de hacer lo mío regresaremos con los demás. No podemos quedarnos.

- Ya no sé que es lo que tengo que hacer, pero confió en que tú sí.

- Eso intento Cleo, nos vemos –me detuve frente a Nymos, que estaba sentadito con sus hermosos ojos amarillos puestos en mí – supongo que no vas a dejar que nada malo me pase ¿verdad?

Nymos maulló, y vino a mí, para saltar a mis brazos. No sé como, ni porqué el gato estaba aquí, pero me llenaba el corazón de ternura que ni siquiera sin la magia de Jake en mí, me permita sostenerlo. Cuando llegamos a la casa, Jake me esperaba en su forma espiritual.

  

- Lamento lo que sucedió aquí –me dijo con tristeza.

-  Bloomgate pagará por lo que hizo –respondí –pero ahora no tengo tiempo para esto, y mira Nymos está aquí.

Había una vez en DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora