Trigésima primera parte

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El miedo era una sensación que a lo largo de mi vida se había vuelto conocida; había temido tantas veces por tantas cosas que uno podría creer que nada podría afectarme, y obviamente, no es así. Sin embargo, cuando el temor  va de la mano con la impotencia, puedo tener una de estas dos reacciones: o lloro y corro a un rincón seguro, o me paralizo completamente. Algunas veces, una mezcla de las dos.

Esta vez estaba paralizada, con la esfera de cristal mágica aun en mis manos, luego de haber visto como el Hombre sin cara atacaba a Jessy.

El graznido de un cuervo a lo lejos me despabiló, sacándome de la conmoción y obligándome tomar acción. Tras varios intentos de comunicarme con Jessy por el cristal, probé con la esfera, pero nada. No había manera de hablar con ella. Entonces, no me quedaba nada más que hacer que ir a buscarla yo misma.

Me cambié tan rápido como pude, me aseguré de tener el cuchillo todavía en el mi bolso, y encendí mi candil. Preparada para cruzar todo el pueblo en su búsqueda. Pero ante que me diera tiempo a salir mi cristal comenzó a brillar.

-¿Jessy? ¿Eres tú? –dije angustiada.

-No, Scarlett, soy Phil.

-¿Phil? –pregunté inicialmente sorprendida, luego con prisa le dije –algo le pasó a Jessy, tienes que ir a buscarla.

-Por eso te llamo –dijo con calma –acabo de dejarla en casa, pero no te preocupes no está herida. 

-Dios, Phil gracias –el alivió que sentí me aflojó las piernas, así que tuve que sentarme en el sillón de la sala – ¿como la encontraste?

-Ella me llamó, y al parecer luego se desmayó, porque la encontré en el suelo –dijo suspirando, pero parecía enojado – ¿Qué está sucediendo Scarlett?

-¿Estás seguro que está bien? –le pregunté, ignorado su pregunta. No quería tener que darle una explicación de lo que estaba sucediendo a alguien como Phil.

-Si, está bien, despertó unos segundos para decirme que te avisara, y luego volvió a cerrar lo ojos.

-De verdad te lo agradezco Phil –yo también cerré mis ojos, imaginando lo asustada que debió estar Jessy –temí tanto que estuviera herida.

-No te preocupes por ella –dijo con tranquilidad –pero si tienes miedo y no puedes dormir puedo hacerte compañía.

Y ahí estaba, otra vez el idiota de Phil. Que podría jurar sin verlo que sonreía con picardía.

-Dos minutos eran demasiados para que no me molestaras –le dije con fastidio.

-Tu falsa actitud ruda no me intimida Scarlett –dijo riendo –y no te desharás tan fácil de mí. Tendrás que decirme que está sucediendo.

-Estoy siendo honesta, de verdad me molestas –dije con una media sonrisa.

-Me gustan las personas honestas, eso las hace más intetesantes –dijo con su mejor voz seductora –que duermas bien Scarlett.

Y cortó la comunicación con un rastro de risa al final. Aun que quisiera negarlo, el que Phil me dijera sus estupideces me habían hecho sentir mejor, no por sus palabras en sí, si no que me había quitado los nervios por Jessy.

Estaba tan agotada que estuve a punto de dormirme en ese sillón, así que con la poca fuerza que me quedaba me caí sobre la cama y tiré sobre mí una frazada que había dejado por si las dudas. Y menos mal, porque esa fue una noche fría.

Cuando desperté apenas estaba amaneciendo, y quería volver a dormir. Pero los recuerdos de ayer me llegaron de golpe, haciendo que me sintiera culpable el haber dormido con tranquilidad. Me levanté rápidamente para hacer mis necesidades y asearme, porque seguramente algo pasaría hoy, no tengo prueba, pero tampoco tengo dudas. No había ni un día en el que no pasara algo en este lugar. 

Había una vez en DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora