Mientras las llamas deshacían la cobertura negra de la tarjera, que estaba hecha con algún tipo de químico que solo permitía quemar eso y no la tarjera entera, Lilly me gritaba sin ver lo que pasaba.
- Solo observa y veras la respuesta –le dije hipnotizada por las llamas.
Cuando vi que ya no quedaba mucho de la parte negra y vi efectivamente la respuesta, me apresuré a sacarla.
- ¿Dusty? –leyó Lilly. Intrigada me preguntó – ¿como supiste que tenías que hacer eso?
- Era sencillo, el poema hablaba de la pasión –sé me escapó una pequeña sonrisa ante el pensamiento de imaginar Jake crear ese poema exclusivamente para esto, y demás, que estuviera seguro que lo iba a descifrar.
- Entiendo que el poema pueda tratarse de pasión, ¿pero que tiene que ver el fuego? –preguntó confundida.
- La primera pregunta decía como se representa en la literatura, generalmente, se representa la pasión con el fuego –dije casi con toda la verdad.
Omitiendo la parte en la que decía “el rojo fulgor de tu nombre”. Eso fue lo que de verdad me dio la respuesta, pues uno de los significados de mi nombre, Scarlett, es “la apasionada, la que marca y quema todo a su paso con su rojo fuego”. Me apenaba y avergonzaba pensar que Jake se atreviera a hacer algo así. Creo que era lo más apasionado que había hecho hasta ahora.
- ¿Cómo sabes todo eso? –dijo la muchacha impresionada.
-Soy maestra, y he leído mucho –dije quitándole importancia.
- Tengo que admitir que eres buena en esto, me impresionas –dijo tratando de no parecer pedante, aunque si lo fue.
Sinceramente estaba a punto de mandarla a volar, pero mi estómago me pedía a gritos que comiera de una vez, y si quería llevar a cabo de plan de que la rubiecita endemoniada no me odiara tanto, tenía que cambiar de estrategia.
- ¿Quieres quedarte a comer? –le pregunté un poco incómoda.
¿Yo? –dijo señalándose a sí misma. Lo meditó unos segundos igual de incómoda, y creo, que por compromiso, aceptó –claro, si quieres.
Y esos fueron los diez minutos cenando más incómodos de la historia de las cenas. Lilly no parecía muy dispuesta a hablar, y yo tenía algunas cosas que me intrigaban. Así que sería yo la que rompiera el hielo.
- ¿De donde conseguiste la información de Jake?
- Me sorprende que te hayas tardado en preguntar –dijo levantando la vista de su plato con una media sonrisa.
- Te lo estoy preguntando ahora, dime –dije de mal humor.
- No hace falta que lo pidas así –Lilly dejó los cubiertos sobre la mesa, y me miró con seriedad –hace algunos años cuando vivíamos en la casa principal, Hannah vivía escribiendo cartas para alguien, incluso creo que tenía una bola de cristal, aunque nunca puede verla, no recuerdo mucho de esa época, pero le parecía un muchacho genial, bastante genial.
- Y ese era Jake –intervine con seguridad.
- Por supuesto que era Jake –dijo Lilly con una amarga sonrisa –siempre hablaba de él…que Jake esto, que Jake lo otro, era bastante insoportable la verdad. Mis padres no hicieron nada porque pensaban que un muchacho de Duskwood. Pero entonces, un día, de la nada dejó de hablar de él…nunca más para ser precisa.
- ¿Y nunca le preguntaste porqué?
- No, no lo hice –dijo levantando los hombros –creo que era un alivio para mí que dejara de hacerlo, y tocar el tema sería volver a lo mismo. Y tampoco que fuera un comportamiento extraño de Hannah. Así que no pensé más en ese chico de las cartas…hasta que el hechicero volvió diciendo lo de Hannah. No había forma de que pudiera hablar con él amenos que quisiera.
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Había una vez en Duskwood
FantasyEn un pequeño reino, existe un remoto pueblo en el que pasan sucesos extraños. Duskwood está llena de leyendas y misterios, y la desaparición de Hannah Donfort parace estar conectado a una de ellas. Nuestra protagonista deberá resolver este misteri...