Eddie se habia dado vuelta, quedando frente a Harrington.
- ¿Te vuelvo loco? - Preguntó con un tono de coqueteo descarado. Acarició los brazos del mayor. - Sigues viéndote sexy, aunque estés todo polvoriento.
- No me esperaba un mejor cumplido viniendo de ti. - Steve apoyó su frente en el hombro del otro.
- No fue un cumplido. Fue una observación.
Steve rió, Eddie le siguió.
- ¿Qué estamos haciendo?
- No lo sé pero me gusta. - Eddie bajó su tono de voz y su mano se posó en la parte trasera del cuello de Harrington. - Extraño a mi guitarra.
- Bueno, debemos salir rápido de acá para que la puedas ver. - Steve recobró la postura.
- Hemos pasado un buen tiempo acá, ¿no crees que sospechen?
Sin lugar a dudas no era algo que diria Eddie, pero hizo pensar a Steve en un plan rápido.
- ¿Hacemos como que peleamos? - Propuso Steve.
Munson entendió de inmediato.
- Me parece una increíble idea. - Sonrió mordiéndose el labio inferior.
- Tendré que golpearte yo porque tú no puedes. - Ambos miraron los nudillos de Eddie, que estaban heridos y habia sangre seca rodeándolos.
- Te aprovechas de la situación, imbécil.
Antes de dar un golpe, Steve le revolvió el cabello.
Munson tomó aire y cerró los ojos, pronto sintió el puño de Steve marcarse en su estómago y cayó hacia fuera.
Se escuchó un fuerte estruendo, las chicas se acercaron rápido.
- ¿Qué pasó? - Preguntó Nancy mirando a Eddie, tirado en el suelo y abrazándose a si mismo.
- Este rarito que se le ocurre hacerme bromas extrañas. - Steve miró al del suelo con el ceño fruncido. Nancy ayudó a levantarlo y Robin simplemente miraba la escena.
La miraba con una sonrisa entre dientes.
- ¿Y a ti qué te pasa?
- Nada, nada. - Robin alzó las manos al sentir que la estaban interrogando, no sin antes tirar el bate a Steve. - Tu bebé te extrañaba.
- Larguémonos de acá. - Mandó Harrington mientras acariciaba su bate, se lo puso al hombro y salió de la iglesia.
Robin miró hacia atrás, Eddie ya estaba caminando por ende ambas chicas adelantaron el paso.
Pero habia algo que no cuadraba en la mente de la más alta. Algo que sospechaba desde la primera vez que conoció a Munson.
Y que se moría de ganas de saber qué pasaba realmente.
Steve y Nancy iban delante, conversando. Eddie iba atrás de ellos y Robin venia un poco más atrasada.
Adelantó el paso y agarró los hombros de Eddie.
- ¿Te duelen? - Señaló sus manos.
- No, ya no. Es decir, arden como la mierda pero puedo vivir.
- Ya veo. - Robin se soltó del otro, pero mantenia el caminar a su lado. - ¿Qué broma le hiciste a Steve?
Eddie pareció no entender.
- La broma de la iglesia.
- ¡Ah, es cierto! - Munson hizo seña de obviedad, mirando al cielo. - Bueno, yo, le dije que, bueno, fue una pequeña broma.
Robin reprimió la sonrisa.
- Pero, ¿cuál fue? Casi te manda a volar.
- Bueno, le dije que era un marica.
- ¿Tú? - La chica alzó las cejas.
- ¿Qué? ¡No! ¡él es un marica!
Los de delante voltearon, Steve mató con la mirada al pelilargo. Nancy sólo miró curiosa.
- ¿Qué miran? - Preguntó Robin, cruzándose de brazos. - Eddie me está contando cosas privadas.
- Oye, no.
- Baja la voz, Munson. - Dijo Steve antes de darse vuelta, continuando la plática con Nancy.
Eddie suspiró, levantando el dedo de en medio a la espalda del otro.
- ¿Y...?
- Eres demasiado curiosa.
- Bueno, ser curioso no es pecado.
- Si lo es.
- ¿En serio?
- No lo sé.
Ambos contuvieron una carcajada.
- Bueno, le dije a Harrington que era un marica y le mostré mis pelotas. Se puso como cabra y me empujó.
Robin no creía una palabra.
No queria presionar en una "salida del armario" en Eddie. Mucho menos en Steve, ya que confiaba en que él le contaria cuando se sienta cómodo.
Después de todo, asi deberian ser las cosas.
- Lo creo viniendo de Steve.
Munson asintió leve.
La carretera ya se estaba volviendo corta, cada paso que daban se acercaban más y más.
Luego de unos minutos caminando, podian ver la cuerda volando. A Eddie se le alumbraron los ojos.
- Debemos apurarnos. - Dijo Nancy mientras aceleraba el paso. Steve y Robin la siguieron con el mismo ritmo, pero Munson empezó a correr.
- ¡Vamos! - Alentaba Eddie corriendo al portal.
- ¡Munson, no corras! - Steve le alertó pero el otro parecia no querer escuchar. - Mierda, corran.
Y así todos empezaron a correr, como era de esperarse, Eddie llegó primero.
- Bueno, las damas primero. - El pelilargo se hizo a un lado, dejando pasar a Robin y Nancy.
Robin comprobó que la cuerda estaba firme.
- Sube, Nancy.
Nancy, antes de subir, le tiró su arma a Steve.
- Conociéndote, irás último. - Dijo sonriendo, Harrington recargó el arma y le devolvió la sonrisa.
Nancy se agarró fuerte y comenzó a subir, hasta que se perdió de vista al pasar por el portal.
- Pasa, Eddie. - Robin cedió, Munson iba a protestar pero ésta lo fulminó con la mirada.
Eddie se agarró de la cuerda e hizo lo mismo que Nancy.
- ¡Harrington, más vale que te apures! - Gritó Eddie antes de perderse por el portal.
- Sigues tú.
Robin apretó sus labios.
- Te vas a negar si digo que vayas antes, ¿no?
Steve asintió.
- Apura, niña.
Robin subió por la cuerda.
Y cuando era el turno de Steve, escuchó el sonido de un reloj.
Miró a todos lados, Max habia hablado y detallado todo sobre su enfrentamiento con Vecna.
El sonido de reloj era jodidamente familiar.
- ¡Harrington! - Gritaron desde arriba, supuso que era Eddie. Sin más comenzó a subir, pero a paso acelerado. Tenia el arma en el bolsillo de la chaqueta y temia que se cayera.
Al estar a centímetros del portal, vió a un monstruo a distancia, era grande y estaba mirándolo.
Su piel pasaba desapercibida con su alrededor. Y no hacia ningún movimiento, sólo lo miraba.
Steve no se habia dado cuenta que se habia quedado paralizado, no hasta que dos manos lo agarraron desde arriba, subiéndolo.