061

4.6K 608 552
                                    

[Capítulo corto]

- ¿Y bien? - Steve tocó la espalda del otro, acariciando. Se encargó de cerrar la puerta, para no ser interrumpidos.

- Lamento molestarte en tu trabajo. - Eddie dejó caer su frente en el hombro de Steve, abrazándolo de la cintura.

- He estado aquí tres horas y he atendido a unas dos personas.

El pelilargo alzó la vista, sonriendo a su novio.

- Por cierto, buenos días. - Steve besó sus labios suavemente, cerrando los ojos. - Me había faltado eso.

- Te quiero. - Dijo Eddie, abrazando fuerte al otro. Aspirando su aroma e impregnándose de él. - Tengo sueño, pero tengo miedo de cerrar los ojos.

- ¿Quieres que duerma hoy en tu casa?

- Pero tienes trabajo...

- Puedo ir desde tu casa, no hay problema. - Acarició su mejilla, sonriendo. - Estás muy decaído, no me gusta verte así.

Eddie llevó sus manos hasta las mejillas del contrario, acariciándolas y uniendo sus labios lentamente.

Al separarse, Eddie siguió abrazando al otro.

Habían pasado algunos minutos, Harrington acariciaba el pelo de Munson, dándose cuenta del gran enredo en éste.

- ¿Hay alguna forma de desenredarte el cabello? - Susurró. Eddie alzó la vista, tocando su pelo.

- Cuando amanece insportable, me lo ato.

A su suerte, Eddie tenía una goma para el pelo en su muñeca derecha, pasándosela a Steve.

- Ve a sentarte.

El pelilargo se sentó en una de las sillas de en medio de la sala, dando un bostezo.

- Nunca he hecho esto.

- ¿Con ninguna de tus novias antiguas?

- Ninguna.

- Bueno, me alegra ser tu primera vez.

El primer paso por el que optó Steve, fue peinar el cabello del otro hacía atrás con un mano, mientras que con la otra agarraba fuerte el resto.

Eddie apretaba los ojos y maldecía cada que su pelo era tironeado. Pero no cambiaba de postura, manteniéndose recto.

El moño fue puesto, dando dos vueltas antes de mantenerse firme, dejando al descubierto el rostro del pelilargo.

Se sentía desnudo.

- ¿Qué tal?

- Parezco una niña. - Se quejó Eddie, deshaciendo dos mechones del agarre y dejándolos sueltos, sintiéndolos en su rostro. - Mucho mejor.

- Es entretenido.

- Oh, ¿estás diciendo que quieres seguir peinándome, Harrington?

- Estoy seguro que eso no es lo que quería decir.

- Cuando quieras te dejo hacer todo con mi cabello. - Lo miró directo a los ojos, mordiendo su labio. - Hasta jalarlo, de todas sus formas.

Steve negó con la cabeza, sonriendo ante la broma.

- Has vuelto, Eddie. Me alegra saber eso, porque debo volver al trabajo.

Munson cambió su expresión a una triste, parándose frente a la puerta, impidiendo que el otro salga.

Steve se acercó lentamente, poniendo sus manos sobre la cintura de Eddie. Apretó suave antes de besar los labios del pelilargo, esta vez de forma más pasional, jugando con la boca del contrario.

Eddie se debilitó antes las caricias del otro, que lentamente iban bajando y volviéndose más firmes y decididas. Fue cuando en un movimiento rápido, Steve tiró la coleta de Eddie hacía abajo, sacando un quejido del otro.

Y logró abrir la puerta, empujando a su novio.

- Que agresivo, Harrington. - Se quejó, riendo y siguiendo al otro. Al cerrar la puerta, Steve puso llave. - Iré a tocar con la banda.

- ¿Ah, sí?

- Así es, quizá esté todo el día con ellos, ¿a qué hora saldrás?

- A las diez de la noche.

- Oh, perfecto. Nos vemos en mi casa a esa hora.

- Puedo pasarte a buscar, anota la dirección de tu amigo en algún lugar.

Caminaron hacia la caja, Steve sacó un papel y un lápiz. Eddie escribió rápidamente una dirección.

Jackson los miraba curioso.

- Bueno, nos vemos.

- Hasta más tarde, Edds.

Ambos reprimieron las ganas de cualquier acto cariñoso, asique Harrington alzó su puño, y el otro lo chocó.

Eddie salió de la tienda, Steve lo siguió con la mirada hasta que dobló la vereda, perdiéndose de vista.

- No sabía que eran amigos.

- Bueno, supongo que así funciona la vida. - Steve estiró sus brazos hacía arriba. - La gente con la que menos te relacionas, puede transformarse en... alguien a quién valoras sobre cualquier otra.

Jackson se puso a escribir algunas cuentas sueltas.

Al llegar a la casa de su amigo, se dio cuenta que había llegado muy temprano. Lo atendió la madre, diciendo que su hijo aún dormía.

Eddie entró con permiso de la mujer, abriendo las cortinas de un tirón y saltando sobre la cama.

- ¡Despierta, hora de despertar! - Gritaba, mientras que el chico debajo de las sábanas se cubría la cara. - ¡Mira que lindo es el clima hoy, mira hacía fuera!

- ¡Eddie, cállate ya!

Y sin más, el pelilargo se tiró sobre su amigo, dando leves puñetazos, riendo.

Su energía habitual había vuelto. O parecía acompañarlo en esos momentos.

Incompatibles [ STEDDIE ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora