Vickie era una chica sencilla. Solía conformarse con un pequeño detalle, que la haría saltar por amor. Como era esa flor, que Robin sacó directamente del césped.
- Es muy bonita ¿no crees? - Dijo, nerviosa. Vickie sonrió, tomando la flor entre sus dedos. - Me recordó...
Parecía que las palabras se afirmaban para no salir.
- A una chica muy linda. - El corazón de Vickie se aceleró, siendo consciente del nerviosismo de la castaña. - A tí.
Las mejillas ardieron, y una sonrisa se asomó por sus labios.
- ¿Robin?
- ¿Si?
- ¿A dónde vamos?
- Bueno, yo te estaba siguiendo a ti...
La pelirroja soltó una pequeña risa, encantando y contagiando a la otra.
- ¿Quieres ir a mi casa y ver una película? - Propuso Vickie, el corazón de la más alta se paró por un instante. Y aceptó moviendo la cabeza. - Genial.
El camino a casa fue acompañado de risas y bromas, también unos cuántos coqueteos que Robin no captaba.
En el momento de entrar a la casa, Robin sentía que se desmayaba.
- Permiso. - Dijo al entrar, casi temblando de los nervios. La otra sonrió dulcemente.
- No hay nadie, ven. - Subió las escaleras, acompañada.
Abrió una puerta blanca muy bonita, lucía cuidada, sin nada llamativo. Y al entrar a la habitación de Vickie, sintió un ambiente cálido.
Era todo claro, desde la luz solar, hasta las paredes. Tenía unos cuántos pósters de películas, y un escritorio de madera blanco. Habían fotos de ella sonriente, acompañada de otras personas.
Supuso que unos eran los padres, pero realmente no lo confirmaba.
Vickie se sentó frente al televisor, buscando una película. Robin se posó a su lado, inclinando su cabeza sobre los títulos que tenía la chica en sus manos.
- ¿Cuál quieres ver?
La pelirroja miró a su compañera, desviando la mirada a sus labios, corrigiéndose al instante.
- La que tú quieras. Elige cualquiera.
Robin empezó a mirar detalladamente las cintas.
El acercamiento de ambas avanzaba más a medida que la castaña reemplazaba títulos por otros. Vickie estaba nerviosa.
Apretó las manos, conteniendo sus ganas de patalear por lo feliz que estaba. Miró de reojo las manos de la otra, que ordenaban.
Tragó saliva.
Robin la miró, finalmente.
Y notó el color carmesí en las pálidas mejillas de la otra. Es decir, se hacían denotar.
- ¿Estás bien? - Preguntó, preocupada. - ¿Tienes calor?
Vickie se avergonzó más, ocultando su rostro, mirando en dirección contraria.
- No, no, es sólo... - Trató de explicar, pero nada coherente salía de su boca. - Olvídalo.
Robin insistió, tomando con suavidad el brazo de la chica.
- Perdón si hice algo raro, estoy un poco nerviosa.
La pelirroja no podía con esas disculpas, y miró a la otra, paseando con su mirada.
- Tranquila, no te disculpes. - Sonrió levemente. Robin también sonrió. - Tienes una sonrisa muy linda.
El comentario avergonzó a ambas, que desviaron sus miradas.
Vickie miró hacía fuera, observando detalladamente el paisaje a través de las ventanas. Recordó palabras de firmeza que una vez se juró a si misma.
Toda su fuerza fue depositada en su mano izquierda, que guíaba lentamente a sus dedos sobre los de Robin. Al estar rozándose, apretó sus labios.
La otra al sentir el calor de la pelirroja, respiró hondo y giró su muñeca, tomando la mano de Vickie, y apretando suavemente.
Ninguna se miraba.
La película había pasado a segundo plano.
Las palabras de Steve habían recaído en la conciencia de Robin, discutiendo consigo misma. Si no lograba nada, su amigo la insultaría.
Y tendría razón.
- Me gustas, Vickie. - Escupió en palabras rápidas, sintiendo un ardor dispararse hasta la punta de ambos pies. Lo había soltado tan de pronto que hasta ella estaba sorprendida.
Vickie giró lentamente su mirada, observando el perfil que la ignoraba.
Tomó ambas manos de la castaña, decidida.
- Tú también me gustas, Robin. - Declaró. La vista de la nombrada fue capaz de mezclarse con el cielo creado por Vickie.
Sonrieron.
Vickie saltó para abrazarla, aferrándose a ella y sin poder contener la felicidad. Robin la recibió, hundiendo su rostro en el cuello de la contraria.
Su aroma era suave.
Al separarse, Vickie miró los labios de la otra.
- ¿Puedo... - Preguntaron ambas al unísono, al darse cuenta rieron.
Cuando las risas cesaron, Robin tomó delicadamente una mejilla de Vickie, acariciando. Comenzó a acercarse, y ambas cerraron los ojos.
Disfrutando el toque de sus labios, tan danzantes como sus corazones en esos momentos. Movimientos lentos, sensibles, con cuidado.
Robin había soñado con este momento muchas veces, pero la realidad superaba los escenarios en su mente, por mucho.
Al separarse, Robin la abrazó por la cintura, atrayéndola.
- Mi corazón va a explotar. - Murmuró, cerrando los ojos y sonriendo. Vickie acarició su espalda.
- El mío está igual.