Las fantasias de Eddie y Steve. +18
Las embestidas estaban tomando un rumbo de una rápidez y fuerza bestial. Eddie abría la boca y aferraba sus uñas en la espalda del otro.
El sudor recorría los finos cabellos de Steve, pero era empujado hacia atrás para no molestar.
Las piernas de Eddie estaban hasta arriba, tomadas por el mayor, sin darle permiso a moverse más allá de lo que él desease.
Las esposas estaban tiradas a un lado, siendo captadas por la mirada de Harrington. Sin dejar de moverse, las agarró.
Dejó caer las piernas de Eddie sobre sus hombros, y tomó sus brazos, enrollando el frío metal.
- Mh, Steve... - Jadeó el pelilargo, sus brazos fueron bruscamente hasta arriba de su cabeza.
Steve no decía nada, se concentraba en penetrar la profundidad de su chico. Eddie gemía fuerte, sin contenerse.
Al no poder soportarlo más, el espeso líquido se disparó de su miembro, manchando su propio abdomen nuevamente. Y poco después Harrington cayó.
Recobrando el aliento, no eran capaces de decir nada. La sangre del mayor era caliente, y fluía por todos lados, sintiendo excitación tan solo recordando el escenario anteriormente vivido.
Los dedos de Eddie jugando consigo mismo, gimiendo su nombre.
Reincorporó la postura, tomando nuevamente las piernas de Munson.
- ¿Tan rápido otra ronda? - Susurró en una sonrisa, Steve se hizo cargo de renovar el preservativo. Tirando y acertando en la papelera.
Eddie mordió su labio, acomodándose como pudo en la cama, sin la libre movilidad de sus brazos.
Pero esta vez Steve lo giró, quedando con la vista bloqueada por la cama. Su cintura fue tomada, alzándola. Eddie dejó caer su peso sobre su pecho, inclinando levemente el trasero.
Su corazón latía desenfrenado.
- Inclina un poco tu cabeza, Edds. - El nombrado hizo caso, y su vista fue tapada por completo. - Lo disfrutarás más.
La venda era parte del juego.
Sentía el hundimiento de la cama, Steve se acomodaba en una postura placentera y cómoda para ambos. Eddie se mantenía con el miembro erecto, esperando ser tocado por las manos de su novio.
Harrington entró otra vez, pero esta vez con más prisa. Una mano la dejó sobre la cadera de Munson, y la otra la llevó hasta su miembro, rozando levemente con sus dedos.
Al estar todo su miembro dentro, los movimientos comenzaron, dando inicio a los juegos con su mano derecha.
Los gemidos y jadeos se adueñaban del ambiente a medida que los segundos avanzaban. Steve se movía rápido, y fue entonces que en un fuerte grito de Eddie, apretó su pulgar en la punta del miembro ajeno.
- Steve... - Susurró en un jadeo. El nombrado sonrió, disminuyendo el ritmo de sus embestidas. La mano que estaba en la cadera de Eddie dio comienzo a otro camino por la espalda del otro, llegando hasta el cabello.
Lo acarició un poco, antes de tomarlo en una coleta y tirarlo hacia atrás, Eddie se apoyó con las manos amarradas sobre la cama, sin tener fuerza.
Los quejidos eran bastantes.
La velocidad cobraba ahora, el sonido de sus pieles al chocarse se iba volviendo más placentero.
En un movimiento rápido y al ver que Eddie sufría en esa postura, Steve agarró los brazos del otro, quedando a la misma altura.
Y fue entonces que finalmente Munson quedó liberado. Tirando su cabeza hacia atrás, cayendo en el hombro de Harrington.
Separando sus intimidades, Steve le acarició el abdomen, besando su cuello.
- ¿Estás cansado? - Susurró entre besos. Eddie respiraba por la boca, conteniendo sus miles de respuestas.
- No... - Titubeó apenas, siendo tirado sobre la cama.
Sus manos seguían esposadas, la venda sobre sus ojos se mantenía, sólo faltaba una cosa.
- Te había gustado este pequeñín, ¿no, Edds? - El nombrado apretó los labios, sabiendo de qué se trataba. - Debería ocuparlo otra vez, está apartado y tan solo ahí.
- Dame un respiro antes. - Pidió.
- No, cariño. Yo estoy bien y mira. - Sus dedos rozaron la entrada del otro, haciendo temblar su cuerpo. - Éste de aquí no parece estar de acuerdo contigo.
La sonrisa traviesa de Steve no pensaba fugarse. Pensaba agotar a Eddie por completo. Y claro, éste también se lo había pedido miles de veces.
Excusó el preparar el juguete para darle tiempo a Eddie.
Estando mojado y resbaladizo, fue señal suficiente para introducirlo. Munson intentó cerar las piernas, pero la fuerza del contrario se opuso.
Al estar ya dentro, Steve se sentó a un lado. Y el objeto comenzó a vibrar.
Las piernas de Eddie temblaban levemente, buscando algo a lo cual sujetarse.
La mano del mayor fue en busca del miembro ajeno, tomándolo entre sus dedos y masturbando rápido.
Eddie no se contenía en cuanto a gritar, Steve esperaba que la policia no llegara en los momentos inoportunos.
El pulgar del mayor cayó nuevamente en la punta, apretando.
- Steve. - Gimió despacio Munson.
Pasaban los segundos, el juguete daba buen resultado, pero Eddie no podía liberarse, debido al bloqueo que ejercia en su hombría.
- Steve. - Jadeó nuevamente, tratando de agarrar él mismo su miembro, pero la otra mano de Steve lo tiró hacia atrás, quedando con los brazos atados arriba de su cabeza.
Sentía que iba a morir.
- Steve... - Murmuró en un tercer intento. - Suéltame...
- No, cariño.
No quería pedir piedad, se negaba a tal cosa. Pero sus piernas estaban doliendo, al igual que todo lo que acumulaba en su interior.
Coría el líquido transparente por los dedos del mayor, cayendo.
- Por favor, Steve. - Gimió. - Cariño, por favor. - Al no tener respuesta, comenzó a desesperarse. - ¡Harrington, Dios, por favor deja correrme! Por favor. - Comenzó a rogar, y fue entonces que logró liberarse, sintiendo una ola de placer expandirse por todo su cuerpo.
Estaba quieto, recuperando aliento.
Steve le quitó la venda de los ojos, notando los ojos cristalizados de su pareja.
Se miraron.
- ¿Qué tal? - Preguntó el mayor en una sonrisa.
Eddie se tapó los ojos, avergonzado. No quería responder nada.
- Me duele todo, idiota. - Fue su única respuesta después de unos segundos.
Harrington lo miró complacido, viendo el desastre que tenían sobre la cama. Los cabellos despeinados, el sudor, las manchas, los objetos, sus cuerpos desnudos.
Lo extrañaba tanto.
Lo extrañaban tanto.