Ella, es su guardaespaldas.
Él, es un tonto al que le deben salvar el trasero.
Ambos, se meten en problemas por diversión.
Pero ella tiene otra razón para seguirlo a todos lados y meterse en problemas con él.
Descubre cual es esa razón...
LUEGO DE una merecida sienta empezó a comer como si no hubiera comido en tres días, porque fue algo parecido.
Devoraba todo lo que las personas les traía, no había visto a ninguno de los chicos en un rato, tampoco a Boruto.
Eso le parecía raro.
–Nos alegra que estés bien, señorita.
–Solo Sayuri. Me alegra haber vuelto. ¿Me harían el favor de decirme que pasó luego de mí.. muerte?.
–Bueno, lamento decirle que Kagura falleció cuando el tan Funamushi volvió.
–¿Que?– dejo caer el trozo de comida al suelo –Pero...
–Murió protegiendo a la señorita Hebiichigo.
–¿Y ella.. está bien?.
Él negó de nuevo, la uchiha apretó los puños sobre la mesa con fuerza, todo su esfuerzo, todo lo que lucho.
Fue en vano si él decidió pelear de nuevo.
–¡Maldición!– golpeó la mesa asustando a las personas.
–Señorita Sayuri.
–¿Pueden dejarme sola un momento?. Por favor.
–Si, claro.
Todos salieron de la habitación, la uchiha se pudo de pie con rapidez, sacudió su cabello suelto y dio vueltas en círculos.
–¡Maldición!– se arrodilló sujetando su cabeza –¡No!– apretó sus dientes –¡Shannarō!.
Por el brusco movimiento de ponerse de pie algo había caído de su bolsillo, dirigió su mirada al piso encontrado una hoja doblada con su nombre.
Conocía la letra.
Tomo la nota en sus manos y tomo asiento sobre la mesa, la desdobló lentamente y eran palabra que llenaban toda la hoja.
Sayuri-chan. Posiblemente encuentres esto algo tarde ya que jamás miras en tus bolsillos. ¿Recuerdas el primer día de la academia?. Algunos chicos te molestaban solo porque eras más fuerte que ellos, pero tímida al pelear. Recuerdo intentar detenerlos pero me gane una paliza, eso solo provocó que tu lloraras a mares y golpeara a uno de ellos sin darte cuenta.
Recordaba eso con claridad.
⟨–¡Por favor basta!.
Dos de esos chicos la tenían sujeta de sus brazos mientras el tercero golpeaba al uzumaki.
–No debiste meterte. Esto era entre la ella y yo, tu debías quedarte mirando.
–¡B-Boruto!.
Cuando dejo de golpearlo ellos la liberaron, Sayuri fue directo a Boruto para auxiliarlo como pudiera.
–Te lo dije, Sayuri. Nadie esas fuerte que yo– él se puso atrás de ella –Y ahora te lo demostraré a ti.
Ella desvió la mirada.
–¡Oye!. ¡No me ignores!.
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Él solo supo llorar por el fuerte golpe en su mejilla.⟩.
–Era un tonto.
Era un tonto, pero desde ese día supiste defenderte sola, aún sin ayuda aunque seguías siendo tímida. Aún con esa enorme fuerza no te separaba de mí, o yo no quería separarme. Es lo mismo. Dijiste que ya no necesitabas que te protegiera, pero me gustaba protegerte porque así yo sabía que estabas bien. Pero en el momento en que dejaste de respirar pensé... no fui lo suficientemente fuerte para protegerte, jure que lo haría pero en ese momento mí vida era un desastre. Aún con la venganza en mí cabeza no pensaba que querrías tu, ¿Querías que te vengará?. Luego Kagura y Hebiichigo. Funamushi murió pero eso no los detuvo. Sigue habiendo guerra entre los Funato y la Niebla. Pero yo lo detendré, pararé la guerra de una vez por todas, y cuando vuelva.. tendremos la cita que prometimos.
Confía en mí, Sayuri-chan.
Boruto.
Sus lágrimas ya bajaban por sus ojos al terminar de leerlo, apretó el papel en sus manos arrugando lo.
–B-Borutobaka...
Un fuerte dolor de cabeza llego de pronto, cayó de rodillas sujetando su cabeza.
–¡Ah!.
Al abrir sus ojos toda la habitación estaba oscura, dio la vuelta buscando la salida pero nada.
–¡Mátalos!– grito alguien al pasar a su lado.
Cuando giro no había nadie, por inercia todo su frente sintiendo el rombo.
–Tu novio morirá si intenta hablar con los piratas...
–¿Que?.
–Mátalos antes que pase. Tu novio morirá en vano.
–Boruto.
–¡Mata a los Funato!– de repente Kinshiki apareció frente a ella.
Al reaccionar de nuevo estaba en la habitación, pero el suelo estaba agrietado el su cabello cayó sobre su rostro.
–¡Sayuri!.
Metal entro de pronto a la habitación azotando la puerta, tenía sudor por todo su rostro y respiraba entrecortado.
–¿Metal?– se puso de pie –¿Que sucede?.
–¡Son l-los chicos!. ¡Necesito tu ayuda, por favor!.
