Kate Bishop desde el primer momento que ve a Yelena Belova siente una fuerte atracción hacía ella que solo va aumentando con el tiempo.
Está historia es el camino de cómo se va construyendo la relación de Kate y Yelena de poco a poco, una linda his...
Era el primer día de entrenamiento del nuevo grupo de vengadores. Al tener diferentes edades tenían diferentes horarios de entrenamiento, excepto por la clase de combate mano a mano que tendrían con Natasha.
Los horarios de entrenamiento (en el caso de Peter y Kate), también dependían de sus horarios escolares. Peter aún seguía en su segundo año de preparatoria, mientras que Kate cursaba su primer año de universidad en la Universidad de Nueva York. Yelena era la que tenía más tiempo del equipo, al haberse graduado de la habitación roja no necesitaba realmente otro tipo de estudios por lo que tenía tiempo extra que usaba para entrenar así como pasar tiempo con su hermana y Wanda, aunque había algunas veces en las que Pietro se les unía.
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En la mañana de ese primer día de entrenamiento, Peter se encontraba impaciente en la escuela, no dejaba de ver su reloj cada cinco minutos esperando que fuera la hora de salida. Cuando por fin termino esa clase en la que estaba, Peter se dirigió a su casillero antes de ir a su siguiente clase.
—Yo debería estar en el complejo, no aquí—se quejó mientras tomaba unos libros del casillero.
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Tras cerrar el casillero comenzó a caminar sin muchas ganas a su siguiente clase, realmente estaba ansioso por salir de clases para ir al complejo y comenzar finalmente su entrenamiento como vengador.
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—Gordo, ¿qué haces aquí? Pensé que estarías en el complejo—le dijo Ned cuando lo vio caminando por los pasillos de la escuela.
—Eso quisiera, pero el señor Stark fue muy claro conmigo sobre no perderme clases por ir a entrenar así que saliendo me iré al complejo—contesto.
—¡Genial, gordo! ¡No puedo creer que soy mejor amigo de un vengador!
—¡Shh! Baja la voz, alguien te podría escuchar—Peter trato de tranquilizarlo.
—Oh, sí. Lo siento—se disculpo Ned—. Me tengo que ir a mi clase, te veo luego—se despide antes de seguir caminando.
Peter entro a su salón de clases y tomo asiento en su lugar habitual. Tal y como había pasado en su previa clase, no dejaba de ver el reloj cada cinco minutos con ansias esperando que por fin fuera la hora de salida. Tras la quinta vez que hizo ese chequeo en el reloj, Peter no pudo evitar desplomarse en su banco con frustración.
