Capítulo 61 - Nightmares

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Yelena se despertó de golpe, empapada en sudor frío, con la mirada perdida y una expresión de pánico. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que experimentó una pesadilla tan intensa, los fantasmas de su pasado la seguían persiguiendo implacablemente. En su interior, no creía que algún día pudiera librarse por completo de ellos.

Pasaron varios minutos intentando controlar su respiración y tranquilizarse antes de mirar el reloj de mesa que reposaba junto a su cama. "Chert vozmi... (maldita sea)", murmuró frustrada al darse cuenta de que apenas eran las cuatro de la madrugada. Sabía que no podría conciliar el sueño nuevamente; a pesar del cansancio, las pesadillas habían sido tan perturbadoras que prefería no volver a dormir en lo que quedaba del día.

Dio un suspiro de resignación antes de levantarse de su cama para cambiarse de ropa y ponerse algo más adecuado para poder entrenar. Usualmente cuando tenía este tipo de pesadillas, entrenar duramente le ayudaba a sacar todo el enojo, la frustación, el enojo y todo el dolor que sentía después de revivir tales malos recuerdos.

Un par de minutos después salió de su habitación con rumbo a la cocina del piso donde se encontraba su habitación, necesitaba un poco de agua antes de comenzar a entrenar.

Al llegar a la cocina se encontró con Bucky, quien justamente estaba tomando un vaso de agua. Al observar la expresión en el rostro de Yelena, Bucky supo al instante lo que le había sucedido. Él también experimentaba pesadillas de vez en cuando, y reconocía esa mirada en cualquier lugar.

—Un mal sueño, ¿eh?—Bucky le dijo mientras le tendía un vaso con agua.

—No sé si cuente como sueño cuando son recuerdos. —Yelena contestó seria, pero tomando el vaso con agua.

Un silencio incómodo se instaló en la habitación. Yelena y Bucky se llevaban bien y, aunque no se consideraban amigos íntimos, tenían una relación cercana y podían convivir sin problemas.

Hace no mucho tiempo atrás, Bucky le pidió perdón a Yelena por todo el daño que le había hecho cuando fue uno de sus entrenadores en la Red Room. Ella entendía perfectamente lo que significaba estar bajo el control mental y verse obligada a hacer cosas que no deseaba. Además, Bucky no fue tan cruel con ella como se suponía que el Soldado de Invierno debía ser. En muchas ocasiones, la ayudó más de lo que se esperaba y la rescató de terribles castigos. Parecía como si, incluso bajo el control mental, el verdadero Bucky luchará por no convertirse en el monstruo que Hydra y la Red Room querían que fuera. Parecía esforzarse por hacer lo correcto o, al menos, evitar causar más daño, especialmente cuando se trataba de las niñas de la Red Room.

A pesar de todo, a veces resultaba difícil para Yelena ver a Bucky, sobre todo después de una terrible pesadilla.

—Supongo que irás a la sala de entrenamiento de tu hermana, ¿verdad? —Bucky rompió el silenció incómodo. Yelena se limitó a asentir con su cabeza como respuesta. —Tal vez esa no sea la mejor idea después de una pesadilla.

Yelena lo miró confundida. Eso es lo que hacía cada vez que tenía pesadillas, o al menos eso es lo que hacía desde que fue liberada del control mental.

—Te entiendo, para mí tampoco tenía sentido cuando mi psiquiatra me dijo lo mismo que te acabo de decir—Bucky volvió a hablar. Yelena se sorprendió al escuchar que Bucky iba con una psiquiatra, eso no lo había visto venir—. Ella me dijo que tal vez hacer parte de lo que justamente me hacía tener pesadillas, no era lo mejor para evitar volver a tenerlas o para sentirme mejor luego de ellas—Yelena seguía sin entender a lo que Bucky se refería. Bucky suspiró pesadamente antes de explicarle mejor.—Cuando tienes pesadillas, ¿de qué son?

Yelena se quedó en silencio un par de segundos antes de contestar.

—A veces son sobre mí regresando a la Red Room, o de ver a mi familia y amigos muertos...

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