Eran las tres de la mañana en la que Juan recibía una llamada, su excompañera le pedía desesperadamente que hablaran, que saliera, que abajo lo esperaba.
Afanado, sin noción del tiempo, decidió ir sin percatarse que la hecatombe estaba por suceder...Juan, un joven de veintidós años, chico prodigio que toda universidad desearía tener, hijo de buena familia, el mejor en toda la facultad de medicina, un casanova por doquier.
Un lujoso apartamento obsequiado por sus padres —en su cumpleaños número dieciocho—, en la capital del país, Berlín.
Arrogante y poco deseable, intangible, implacable. Acostumbrado a satisfacer sus caprichos y pasar por encima de todos con tal de lograr su cometido...Era la mañana del dos de febrero de dos mil dos, Juan caminaba rumbo a la facultad de medicina, tenía un parcial sobre anatomía, pero el tiempo lo oprimía, iba muy a prisa, tropezó con Larissa, una chica esbelta, tez morena, labios voluptuosos, cabello ondulado, ojos azules y alto coeficiente intelectual...
—¡Fíjate por dónde pisas, llevo afán y no estoy para estas estupideces! Voy retrasado para el parcial y te atreves a cruzarte en mi camino —gritó Juan.
—¡Idiota! —refunfuñó Larissa—. Quizá es un niño ricachón que abre la boca y todo lo que piden le es concedido. En cambio yo, yo me la he sudado para llegar hasta aquí, congelando la carrera y retomando cada dos semestres, pero ya falta poco, seré una gran médica y haré mi especialización en Neurología en Suiza.
Ambos ingresaron al salón, sin la menor determinación, al fin y al cabo, Juan resultaba ser un pedante de primera y Larissa tan noble, esforzada y valiente.
El profesor era un médico brillante, hijo del décano de la Universidad Nacional Alemana, con un Doctorado en patologías y ciencias forenses, era el vislumbrante Dr. Schürrle.
Con un cadáver en el anfiteatro, un público de jóvenes llevando a cabo sus sueños de ser médicos, la primera cuestión es lanzada por el Dr. Schürrle:
—Este paciente fue hallado en una zona boscosa con múltiples lesiones en el hipocondrio, una hendidura en su temporal derecho
¿Cuál sería el agente causal de su deceso?—La lesión en su temporal muy proximal a la sien, pudo causar la muerte de este joven —exclamó Larissa.
—Las múltiples incisiones en ambos hipocondrios lo hicieron desangrarse y al caer pudo golpear su temporal derecho con una roca —replicó Juan.
—Señorita, Larissa, tiene usted razón, este joven primero fue golpeado con algo muy congruente en su cabeza, eso provocó su deceso —dijo el Dr. Schürrle.
Esto ha sido todo por hoy, nos vemos en una semana para el parcial de traumatología.
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Crónicas de un alma valiente antes de ser occisa.
General Fiction¿Qué es de tu vida cuándo lo posees todo y a la vez nada? Cuando lo intangible lacera cada rincón del alma y ser. Por más que poseas, a veces no sirve de nada cuando suena el tic tac y lo más preciado de tu vida está a un paso del otro mundo. Dos...