Pero pasaron las horas y todo el equipo médico corría y no entendían porqué; Marco y Suzanne se asustaron un poco, estaban tan marcados por las anteriores pérdidas que imaginaban lo peor o quizá era una mala pasada de sus amargos recuerdos, se percibían alterados. Tal vez podría ser cualquier otro paciente que entró en crisis y el equipo médico corría hacia allá. Marco tranquilizaba a Suzanne, se limitaba a abrazarla, besarle la frente y suplicar porque ese paciente no fuese su bebé.
En los altavoces del hospital solo se escuchaban los llamados a los especialistas a la sala de terapia intensiva neonatal; Marco no puede resistirse más y sale corriendo hasta la unidad neonatal, mira a todos lados, no ve a Joss, levanta la cabeza hacia el frente y ve cómo lo están reanimando —las súplicas no fueron suficientes... era su bebé quien estaba en esa devastadora situación—. Lágrimas escapan de sus ojos, el cuerpo médico logra estabilizar a Joss, Marco regresa de nuevo a la habitación de su esposa, pero antes de entrar limpia su rostro.
—Querida... necesito que tomes la situación con calm...
—No me pidas calma... —irrumpió Suzanne temblando de nervios—; ¿es Joss..? ¿Qué le pasa?
—Sufrió un paro... pero los médicos lo han estabilizado —titubeó Marco y añadió—; es fuerte.
Suzanne solo lloraba y le suplicó a Marco que por favor la llevara a Terapia Intensiva Neonatal, la enfermera asintió, los ayudó a trasladarse y allí estaban observándolo a través de una incubadora, palpando sus manitas, también pidieron que les permitieran alzarlo por unos segundos, les fue concedido. Lo mimaron, acariciaron y lo dejaron luchando por su vida, lamentaron no poder luchar ellos por él.
Estando en la habitación Suzanne se entredormía, pero otra vez había una alerta de código azul, se espantaron de nuevo, Marco apretaba sus puños, Suzanne oprimía las almohadas... se abrazaban entre sí. Media hora más tarde un neumatólogo cardiólogo se dirige hacia la habitación de Suzanne y llama a Marco aparte, le explica la situación del neonato, mientras las palabras llegaban a los oídos de Marco este se colocaba las manos en la cabeza, halándose sus cabellos y Suzanne lo divisaba por la rendija de la puerta de la habitación; determinó que nada estaba bien, no fue necesario que Marco dijese alguna palabra o emitiera sonido alguno; ya todo estaba perdido.
A las cinco de la tarde el pequeño Joss había fallecido. Los médicos atribuían todo a un segundo paro cardíaco que su frágil corazoncito no resistió, Joss venía con cardiopatía congénita. Y es aquí cuando puede detenerse y frustrarse la vida. Cuando lo que más anhelas con el poder del vínculo más entrañable; como lo es de padres a hijos y viceversa.—Después de tantas pérdidas se marchita mi esperanza —exclamó Suzanne envuelta en llanto— quizá Dios se ha ensañado con nosotros y por eso no le permite a nuestros hijos vivir. ¿Por qué permite qué nos llegue la ilusión? ¿Por qué permite qué la mayoría de los que engendramos pasen al primer trimestre nada más? ¡¿POR QUÉ?! —exaltada y a la vez devastada vociferaba Suzanne— ¡Y a este último le permitió nacer y morir a las pocas horas! ¡NO LO SOPORTO MÁS, MARCO! ¡MI CHIQUITO, MI RETOÑITO, MI PEQUEÑO, MI NIÑO, MI BEBÉ!
A moco tendido gimoteaba Suzanne, mientras Marco cargaba el cuerpo del neonato sin ningún signo de vida.
Sus rostros desencajados por la desesperanza; la tristeza que los embargaba sobre pasaba todas las anteriores.
Lloraban lágrimas vivas, después de nueve meses con la ilusión de llevar su bebé a casa.
Regresaban con los brazos vacíos y Suzanne con un postparto sin bebé. El dolor del parir y el suplicio que escuece al ver morir a su pequeño.
Las ilusiones y deseos del hogar se derrumbaban, ya no veían cómo sostenerse.
En cómo mantenerse más unidos que siempre, pese que ningún hijo con ellos permaneciese.
Ninguno entendía cómo un embarazo sin ningún tipo de sobresaltos el bebé terminaba muerto.
De todos los anteriores fue el que menos problemas tuvo.
Suzanne se había hecho un poco silenciosa y amargada. Su escape era matarse horas y horas trabajando y visitando la fundación "Schloss der träume". Veía a los niños y no podía contener el llanto, le parecía una injusticia no poder concebir la vida o traerla sana a este mundo.
Marco se hacia solitario y distante, ya no brotaba la calma de su ser; permanecía todo el tiempo desesperado, alterado y sin dormir, velando los sueños de Suzanne que mantenía pesadillas noche a noche; llorando por no tener a su amor en sus brazos.
Cuatro pérdidas espontáneas, la última... un embarazo completo y tranquilo con el resultado de un bebé con enfermedades congénitas que no resistió las primeras doce horas de vida.
La familia Marx no tenía ganas de seguir remando contra la corriente porque entre más lo intentaban más fracasaban y más jodidos quedaban.
Las conversaciones eran lacónicas y apáticas, el matrimonio de ensueño se desmoronaba a pedazos, iban cayendo de cabeza al asbimal acantilado del desamor e indiferencia.
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Crónicas de un alma valiente antes de ser occisa.
Fiction générale¿Qué es de tu vida cuándo lo posees todo y a la vez nada? Cuando lo intangible lacera cada rincón del alma y ser. Por más que poseas, a veces no sirve de nada cuando suena el tic tac y lo más preciado de tu vida está a un paso del otro mundo. Dos...