—Claro que sí, cielo. Volveremos y tienes razón los días se han disipado tan rápido, pero... ¿qué crees? —inquirió Marco—. Nos espera una noche maravillosa en la Isla de Murano, madrugamos y vamos a Burano, después recorremos Torcello y por último regresamos a Roma y volamos a Frankfurt. Además he escuchado que si vienes a Venecia y no visitas estas tres islas de la laguna es como si nunca hubieses venido.
—En serio, ¿ya tienes todo bajo control como siempre? —replicó Suzanne—. Debemos abrigarnos el triple y también depende el "acqua alta". A estas horas de la noche y viajar por agua, el frío golpea durísimo.
—Cuando se trata de organizar todo para ti y que todo salga bien, siempre lo controlaré. —alegó él haciendo pucheros—. Me encanta la idea de que siempre te sientas feliz y cómoda, pero sobre todo feliz... y sí tú siempre tienes razón, debemos abrigarnos el triple porque este frío te congela hasta las pestañas. Así podremos amanecer en la isla, recorrerla temprano y luego partir a Burano; de Burano a Torcello; admiraremos la artesanía en vidrio desde sus arañas de cristales, hasta jarrones y copas.
—¡Guaaau, qué fascinante es descubrir lugares así... con tanta historia!, primer viaje a Italia, las primeras veces siempre quedan grabadas en el alma, pero a tu lado serán imborrables. —completó Suzanne.
—Querida, ha llegado nuestro "Vaporetto" privado, por las maletas no te preocupes, el servicio las envió aquí mismo... veríficalo tú misma.
—¡Qué eficacia! —mofó Suzanne—. Estás perdiendo dinero como agente turístico y perdiendo tiempo como abogado.
—Cariño, —rió él—. Puedo ser mil en uno cuando de ti se trata; hasta conductor privado. Estoy a su merced.
—¿Qué sientes al saber que también estoy a su merced? —indagó ella—. Lo nuestro es mutuo y aunque no me has dejado hacer mucho por ti, siempre tendrás un hombro en el cual sostenerte.
—Gracias, cielo. Ya falta poco para llegar... observa las estrellas en el firmamento, brillan tanto como tú.
—Cielo, eres tan amable y querido, que sinceramente no puedo quererte más. Fíjate en la luna esta noche brilla más que siempre, observa su reflejo en el agua...
—Qué espectáculo... quiero compartir todas las lunas a tu lado. ¡Llegamos, cariño mío!
Nuestro hotel está aquí... a la orilla de la isla; "Fiume Hotel" . Adelante, entremos...—Es muy acogedor, querido Marco. —agregó Suzanne y continuó—: Es perfecto, me encantan estos colores tan vivos y los cristales por doquier.
—Pienso lo mismo, querida Suzanne. —dijo Marco mientras arrastraba las maletas—. Los cristales son muy llamativos y los colores también. Pedí habitaciones separadas, cielo.
—Buenas noches, tenemos reserva en las habitaciones 302 y 303. —exclamó Marco dirigiéndose hacia la recepción.
—Buenas noches, señor Marx y señorita Dietz. Sean bienvenidos, aquí están las llaves de sus habitaciones. Si desean cenar, contamos con una sala comedor con estilo muy hogareño. —contestó el recepcionista.
—Muchísimas gracias por su amabilidad. —respondieron ambos.
Dejaron las valijas en las habitaciones, bajaron a cenar, leyeron un par de textos juntos.
—Me fascina el lugar —dijo Suzanne.
—Es sumamente espléndido. —respondió Marco—. Mañana hay que madrugar mucho para recorrer la isla, mi cielo. Doy por hecho que será un día maravilloso. Así que es mejor que vayamos a dormir.
—Lo será, querido... ¿pero qué tal si amanecemos viendo las estrellas? —sugirió Suzanne.
—Querida, nos congelaremos.
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Crónicas de un alma valiente antes de ser occisa.
General Fiction¿Qué es de tu vida cuándo lo posees todo y a la vez nada? Cuando lo intangible lacera cada rincón del alma y ser. Por más que poseas, a veces no sirve de nada cuando suena el tic tac y lo más preciado de tu vida está a un paso del otro mundo. Dos...