Esos días compartieron mucho con Larissa, iban al parque, acampaban en el bosque, llegaban a pueblos aledaños, desayunaban en la terraza, todas las noches gritaban sus te amo.
El día del viaje llegó, Marco escribió una carta y Suzanne le agregaba más palabras y mensajes sublimes. Abrazaron a su pequeña hija, le besaron la frente, le expresaron cuánto la amaban; a Liesel la estrecharon fuerte, diciéndole que gracias por todos estos años, que la querían muchísimo y que era parte de la familia Marx.
Marco fue guardando la maleta en el taxi, mientras Suzanne acomodaba la carta bajo la almohada de la cama de Larissa.—Te adoro, chiquilla —pregonó Suzanne mientras sostenía las mejillas regordetas de Larissa—. Eres la luz de mis ojos, baluarte de mi corazón.
—Te amo, mami —entre balbuceos y pucheros respondió Larissa.
—Ay, mi tesoro —añadió Marco—. Te extrañaré tanto y eso que solo nos vamos por cinco días; no quiero separarme de ti nunca. —puntualizó alzando a Larissa entre sus brazos.
—Bueno es hora de irse, los dejará el avión —intervino Liesel— cuídense mucho, que Dios me los guarde, proteja y los traiga con bien a casa. Traen dulces colombianos. —bromeó Liesel.
Un abrazo furtivo, acogedor y familiar, los tres adultos y la niña. Una despedida temporal, un viaje sobre el litigio en que Dedrick los había embaucado.
Ya en el avión intentaban relajarse y transmitirse calma. Una rara sensación se colaba en sus estómagos, pero decidían hacerle caso omiso. Marco sujetaba la mano de Suzanne con ímpetu.
—Tengo un mal sabor de boca —irrumpió Suzanne el silencio—; la situación me tiene nerviosísima.
—Saldremos de todo esto, querida —respondió Marco tragando saliva—; recuperaremos nuestra tranquilidad y quizá parte de nuestras acciones.
—Espero que así sea, cielo.
Cruzaron una mirada enternecedora, un beso en sus frentes y un te amo más real y sincero que los de siempre.
Un segundo bastó para rememorar toda su vida juntos, cuánto habían construido y lo lejos que habían llegado.De manera vertiginosa se escuchó un estrupicio, un fallo en el motor de la aeronave, un piloto tratando de amortiguar la caída, alaridos en todos los asientos; las azafatas daban instrucciones que casi nadie prestaba atención. El avión se fue de golpe contra el suelo, heridos graves y una multitud de muertos.
Un último abrazo, aliento y suspiro; veintiséis años de casados caminando juntos a la eternidad. Un amor que brindó la vida, una muerte que jamás sepultaría ese gran amor.
Con una lata incrustada en su abdomen, sangre derramándose de su boca a borbotones, piel colgando de su frente, las lágrimas congelándose en sus ojos ensangrentados y atrofiados, en medio de su dolor, agonía y muerte Marco se arrastró hacia el inanimado cuerpo de su amada Suzanne y murmuró:—Te amaré siempre, querida mía.
Su último respiro fue dedicado a su esposa, un último mimo al alma, una suave y fría caricia en el rostro desfigurado de Suzanne.
Se apagaron sus ojos, dos cuerpos morían, una sola alma se fundía en la travesía de amarse más allá de la muerte.
La vida queda resumida a nada, cuando lo viviste todo con aquella persona y termina todo con esa misma persona.Mientras acordonaban la zona del accidente y avanzaban las unidades médicas, policiales y bomberiles; los noticieros centrales cubrían la noticia, Liesel doblaba rodillas rogando por una desoladora esperanza, durmió a Larissa y se quedó en vela toda la noche, esperando alguna noticia. Y fue hasta las tres de la mañana que confirmaron que nadie había sobrevivido.
En sintonía entró una llamada de la Morgue donde la citaban a presentarse para tener la certeza de que eran los señores Marx. Todo se borró de la mente de Liesel, lo único que podía hacer esa madrugada era llorar.
El cielo cayó sobre ella, nada podría resarcir tal pérdida, el golpe sería más duro para la pequeña Larissa.
El reconocimiento de los cuerpos fue lo más doloroso, duro y desgarrador; porque ni siquiera pudieron sacarlos o identificarlos, su rostros estaban irreconocibles; fue a través de estudios de ADN, placas dentales y objetos personales —como el hermoso relicario que usaba Marco y la brillante sortija que Suzanne llevaba en su dedo anular—, que pudieron corroborar que eran los señores Marx.Los ataúdes fueron sellados, las únicas personas que los vieron interfectos fueron los de la Morgue y Liesel. El funeral estaba lleno de la mayoría de personas que por años acompañaron al bufet Marx. Al tiempo que los féretros iban descendiendo todos arrojaban tulipanes y rosas blancas; caía la tierra mientras las personas se esparcían entre la niebla, solo quedaban Liesel y Larissa, esperaban la última palada de tierra para dejar las últimas flores en la lápida yacía el más puro y lindo epitafio:
"En el eterno amor que abrazó la muerte; confirmaron que ambos nacieron para quererse, un lazo infinito caminando hacia la blanca y pura eternidad".
MARCO MARX & SUZANNE MARX.
24 de mayo de 1930 – 11 de septiembre de 1933.
10 de diciembre de 1987.En el Memorial Frankfurt Cementerio, reposaron los restos; en la última morada de los señores Marx, en cuerpo presente ya jamás estarían, pero de seguro que en espíritus y en amuletos a su hija siempre cuidarían y le agradecerían a Liesel por siempre y para siempre.
El diez de diciembre de 1987, un día que quedó para la historia, muy trágico y desconcertante. Todos murieron, ni siquiera un síntoma de vida se asomó. El Gobierno en honor y memoria de las víctimas construyó un monumento con los nombres de las veintiocho personas fallecidas; donde todos los diez de diciembre se conmemora "Caída de estrellas" ; con rosas y claveles blancos —Liesel lleva tulipanes y los coloca donde yace el nombre de la señora Marx; porque le encantaban esas flores—. También se encienden miles de velas blancas.
Verde la esperanza el día en el que los abrace la tranquilidad y blanca la resignación de sus almas para poder dejar ir desde el perdón, desde el amor, desde la eternidad.
Nota de autor: Es triste dejar ir, duele muchísimo partir en estas condiciones; pero en ciertas ocasiones debemos aprender eso... dejar ir para vivir. Me dueeeeleeeee. 💔
¡Espero sus votos y comentarios ansiosamente!
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Crónicas de un alma valiente antes de ser occisa.
General Fiction¿Qué es de tu vida cuándo lo posees todo y a la vez nada? Cuando lo intangible lacera cada rincón del alma y ser. Por más que poseas, a veces no sirve de nada cuando suena el tic tac y lo más preciado de tu vida está a un paso del otro mundo. Dos...