Larissa, terminó de asistir la cirugía y rotar en las áreas que le habían sido estipuladas; antes de que soltara el turno por completo, recibió una llamada a su móvil, era el dr. Wagner, necesitaba que esa noche Larissa, se encargara de montar unas muestras y se ofreció a pagarle el turno al triple porque sabía que ya era de noche y la joven no había descansado lo suficiente. Larissa aceptó sin rodeos; empezó a guardar las cosas en su casillero y elegir lo básico para salir del hospital rumbo hacia la casa Wagner.
Encaminándose hacia la autopista principal fue interceptada por una mujer quien estaba bastante ansiosa y con prisa.
—AAAAH, ¿pero qué es esto? —gritó Larissa.
—Tranquila, soy yo... la jefe Heel.
—¡Pero qué ha susto me ha dado, jefe! —resopló Larissa colocándose las manos en el pecho.
—Te he buscado todo el día... discúlpame por abordarte así. ¿Cómo te terminó de ir en la cirugía?
—Excelente, jefe. Las siguientes horas son cruciales para que el paciente mejore en gran parte o empeore por completo. Cosa que no quiero que sea así. ¿Qué tal su turno, jefe? —indagó Larissa con reciprocidad tratando de no ser grosera, pues se estaba impacientando.
—Todo bien bien...
—Eh, jefe... ¿qué es lo qué quiere decirme? Es que llevo afán, no quiero ser insolente. —interrumpió la joven a la jefe Heel.
—Comprendo, voy al grano —comentó la jefe rebuscando entre los bolsillos de su pijama médica y agregó—: la señora Schmidt, estuvo esperándote todo el día, pero fue imposible toparse contigo; dejó esta tarjeta para ti que por favor la llames en cuanto tengas tiempo. Es urgente.
En ese instante los pensamientos de Larissa se congelaron y volvió en sí cuando la jefe chasqueó los dedos sobre sus ojos.
—¿Por qué tan ida? —cuestionó la jefe.
—No es nada, descuide. Muchas gracias, jefe Heel, que tenga una buena noche. Debo irme.
Se despidió Larissa ascendiendo al vehículo, mientras pensaba lo peor.
<<Seguro, quiere encararme por todo>> <<Yo no soy culpable de nada, solo me defendí de sus ataques>>. <<Ya deben saberlo todo, me colocarán presa... pueden hacerlo, son poderosos>>.
Estaba arrancando las cutículas de sus dedos de manera inconsciente hasta que el estridente ruido de la bocina la trajo de vuelta a la realidad; había llegado con brevedad a la casa Wagner, allí recogería las llaves del laboratorio para poder realizar el trabajo. Cuando descendió del auto, le pidió el favor al taxista de que la esperara, pero el dr. Wagner, salió en ese instante y le dijo que no era necesario, que él pedía otro auto después porque debía explicarle ciertas cosas con mucha calma y precaución.
Larissa, saludó al dr. Wagner y luego desvió su mirada hacia la ventana, justo ahí estaban.
Los gemelos habían llegado de viaje, esa fue la razón por la que el doctor solicitó su servicio en el laboratorio de manera urgente.
—¿Qué hacen afuera? —preguntó la dra. Wagner y continuó—: hazla pasar, cariño. No seas descortés.
—Enseguida, cielo. —repuso el dr. Wagner y le dijo a Larissa que por favor siguiera.
—Como lo has visto... nuestros hijos han llegado sin avisar. Ha sido un día bastante agitado. —comentó el dr. Wagner y prosiguió—: lo que tienes que hacer es lo siguiente...
—Buenas noches, ¿quién es esta hermosa chica? —interrumpió Niklaus lanzando una media sonrisa pícara.
—No empieces, por favor. —reprendió el dr. Ferdinand a su hijo y redirigió su mirada a Larissa—: No le hagas caso, es un lanzado de primera.
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Crónicas de un alma valiente antes de ser occisa.
Ficción General¿Qué es de tu vida cuándo lo posees todo y a la vez nada? Cuando lo intangible lacera cada rincón del alma y ser. Por más que poseas, a veces no sirve de nada cuando suena el tic tac y lo más preciado de tu vida está a un paso del otro mundo. Dos...