Capítulo XXI - Sueños y promesas.

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Cuando ingresaron a la oficina juntos todos quedaron perplejos, era una situación sopresiva para el resto del bufete, pero el anuncio vendría después, por lo pronto lo primordial era la reunión con el SDPI. (Sistema de Defensa y Protección Infantil). La cual arrancaría a eso de las once de la mañana, así que ultimaban detalles, preparando las carpetas con cada uno de los folios y puntos importantes a desarrollar.

—Sean bienvenidos —exclamó Suzanne mientras les daba unos documentos a cada uno de los presentes en la reunión—, les hago entrega de los casos problemas, los niños que esperan por una familia y que merecen una infancia feliz.
Mi entrega con toda esta problemática ha sido lo más humano posible, porque siento que me lo debo y a esos niños también. Trabajaré porque esos niños crezcan seguros, tranquilos y felices.

—Concuerdo con Suzanne, —intervino Marco—; nadie merece más que nuestra niñez. No me parece justo que crezcan en hogares violentos, si están más seguros en hogares de paso y familia que los quieran adoptar y darle condiciones dignas, tengan por seguro que así será.

—¿Qué proponen ustedes cómo bufete y desde la legalidad sin hacer de estos casos un desgaste y llegar a la solución que se quiere? —preguntó el encargado del SDPI.

—Partiremos de acuerdo a la ley, pero también seremos red de apoyo e iremos más a allá de solo palabras, hemos estado gestionando nuestra propia casa hogar, podríamos darle un crecimiento seguro, estudios y trato digno, mientras que al tiempo miramos qué familia es apta para cada uno de ellos. Contamos con un equipo diligente y puedo dar fe de eso. —argumentó Suzanne.

—¿Tiene algún nombre en mente o ya ha ido gestionando el proyecto?

—El proyecto ya está siendo gestionado, será mi prueba final para mi graduación, lo sustentaré y de paso se llevará a cabo aquí en Alemania y espero que también se expanda en Suiza, algo en conjunto. "Schloss der Träume". (Castillo de sueños). Ese sería el nombre de nuestro proyecto.

—¿En qué fondo se sustentarán? —preguntó el funcionario del SDPI, un tanto incrédulo—; llevar un proyecto de esta magnitud acarrea muchos gastos y demanda demasiado compromiso.

—Compromiso me sobra —contraatacó Suzanne—; hemos enviado propuestas a varias empresas para que nos patrocinen y sean aliados nuestros en este maravilloso proyecto. Algunos ya han aceptado y los otros simplemente estamos a la espera. Todo marcha bien y sé que en menos de lo que canta un gallo "Schloss der Träume", será una realidad.

—Déjeme informarle, señorita Dietz, que al principio veíamos imposible el proyecto, nosotros recibimos su carta para trabajar en conjunto y aquí de forma presencial y en nombre de todos en el SDPI aceptamos sus propuestas. Nos interesa demasiado y si es así de entregada, no me queda duda que todo marchará muy bien. Ha sido un placer —el funcionario estrechó la mano de Suzanne y luego la de Marco—; les soy franco este proyecto me emociona bastante y toca todas las fibras de mi corazón.

—Muchas gracias por creer en el proyecto, por tomarse la gentileza de venir hasta acá y aceptar la oferta en persona. No se arrepentirá y los niños jamás se sentirán defraudados.

El funcionario se retiró y quedaron en el salón de juntas todos los trabajadores del bufete.
Antes de que alguno pudiera retirarse Marco les pidió que se quedaran unos minutos más y les daría una información de suma importancia para él, ya que todos en el bufete eran como una familia.

—Quiero anunciarles a todos —carraspeó Marco—; que después de tantos sinsabores y amores pasajeros, el amor verdadero tocó mi puerta, bueno mas bien la atravesó. El día que vino a presentar su entrevista algo en mí volvió a vivir. Creo que todos la conocen.

Todos se cuchicheaban entre sí tratando de afirmar que era Suzanne y otros que probablemente era alguien que conoció en Italia.

Marco continuó con su discurso:

—Así que por favor, Suzanne ven acá a mi lado. —pidió muy amable que esta se posara enfrente de todos, tomó su mano y le besó el dorso—; esta hermosa mujer que ven aquí se ha robado mi aliento, nos comprometimos en Roma y nos casaremos a principios de abril. Quedan todos cordialmente invitados.

A Suzanne los ojos le relucían, emitía una risa nerviosa, pero feliz.
La que más emocionada se notaba era la señora Carlota; así que los abrazó a ambos. Esos dos eran como sus hijos.

—Felicidades, mis polluelos. —dijo Carlota y los besó a cada uno en la frente—; son como mis hijos y les doy mi bendición.

—Gracias, mi querida Carlota. —respondieron ambos.

Todos en la sala en un solo coro vociferaron:

—¡FELICIDADEEEES, FELICIDADES, FELICIDADES!
¡VIVAN LOS PROMETIDOS!

Entre algarabías Marco pidió vino y copas para brindar con todo su equipo y Suzanne aprovechó para decir unas palabras y también realizar una petición:

—Jamás en la vida me había sentido tan segura de un amor y menos que llegaría así de repente; porque vine aquí con un solo propósito y me voy en unos cuantos meses con dos, mi carrera, proyecto y el amor más puro de la vida. Gracias a cada uno de ustedes por ser tan especiales con nosotros. A usted mi querida y amable Carlota, quisiera realizarle una petición muy importante y no acepto un no por respuesta, —sonrió Suzanne—; ¿le gustaría ser la madrina de nuestra boda?

—¡Encantadísima acepto! ¡Por supuesto que sí! —aceptó la señora Carlota.

Se respiraba felicidad absoluta y puro amor en el ambiente, finalizaron el acontecimiento con el brindis, siguieron con sus labores del día.
Cada vez trabajaban más duro por sacar el proyecto adelante y llegaban las buenas nuevas de los aliados y patrocinadores.
Seguían cada minuto amándose, laborando juntos y con la preparación de la boda. Solo sabían que sería en abril, pero aún no escogían el día.

Crónicas de un alma valiente antes de ser occisa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora