Los hijos perdidos encontrarán un poco de luz en el rincón más alejado de su alma y regresarán siempre a casa.
—Dann.
La voz gutural que interrumpía la sofocada discusión tomaba más fuerza y empezaba a reprochar el comportamiento de todos, en especial el del expresidente y el suyo.
—¡Ya ha sido suficiente! —exigió con suficiencia André—. ¡Ya no más!, me he convertido en tu sombra, sin tener voluntad propia. Basta de humillar a los demás, perdón, mamá, perdón, hermano... perdón, Margaret...
—¿Te atreves a increparme, André? —reprochó Karl, interrumpiendo a André.
—¡No me interrumpas más!, es mi momento y voy a hablar. —espetó André.
Con la mirada inexpresiva y un poco confundido el expresidente solo asintió y se limitó a escucharlo.
—Yo nunca los he odiado, quizá lo que más odiaba eran las ideas y conceptos de papá, mi corazón de niño siempre anhelaba cruzar la puerta de la sala para saltar con ustedes en los muebles —sollozó André, liberó el niño que nunca pudo llorar; porque los hombres de verdad no lloran, abrazó a su madre y a su hermano y agregó—: ya no estoy para seguir ensanchando los resentimientos en mi interior, no crean que soy un violento, solo he seguido malos patrones impuestos. Jamás he irrespetado a Margaret —argumentó volviéndose hacia ella—, se me fueron las luces y caí tan bajo que no merezco tu perdón. Padre, nunca me permitió jugar porque sería yo quien ocuparía su lugar, renuncié a todo en esta vida... ¿qué más podría perder para qué te sientas satisfecho, padre? —André tomaba aire para despejar su voz mientras se limpiaba las lágrimas—. Ese lugar que destinaste para mí, ya no lo quiero, de nada me sirve cuando el único tesoro verdadero en mi vida está muriendo en un quirófano, solo lo quiero a él.
Karl, se levantó del sillón y André, se encaminó hacia él para abrazarlo, pero una vez más quedó comprobado que el expresidente jamás daría su brazo a torcer. Karl Schmidt, se retiró de la sala, siempre fue el mayor enemigo de su familia y todos aceptaron que estarían mejor sin él, bueno... no todos, aunque a André se le rompiera el alma y le costara tanto dejarlo partir, pues en su corazón de hijo consideró que su padre muy a su manera lo amó... o quizá lo dominó y le hizo creer que miles de las cosas buenas, eran malas y que gracias a esas distracciones no conseguiría nada.
La discusión terminó en un abrazo familiar que siempre hizo falta, entre lágrimas, redención y perdón, la familia fue forjando su camino; en ese instante Gustav, pensó que el momento por el que tanto había esperado su familia por fin había llegado.
El dr. Hartmann, se presentó en la sala de espera, saludó a todos y en su rostro se marcaba la tensión, el cansancio y la inexpresividad que los médicos con su experiencia guardan.
La primera en abalanzarse hacia el doctor fue Margaret, quien empezó a bombardearlo con mil preguntas al tiempo.—¿Cómo está?
¿Qué tal estuvo todo?
¿Se complicó?
¿Por qué la cirugía se tardó tanto?
¿Es qué acaso no piensa responderme?
¿Por qué no me responde?
¿Pudieron hacer todo por él?
Estoy hecha un papelito, ¿cómo salió mi pequeño de la cirugía?
¿Por qué sigue sin decir nada?
¿Es que acaso mi hijo murió y por eso no contesta nada y nadie salió a decirnos nada en el trancurso de la cirugía?
Por favor, diga algo... ¡Se murió! ¡Mi hijo murió! —empezó Margaret a golpear el pecho del doctor y André la rodeó con sus brazos hasta halarla hacia él.
—¡Por Dios, mujer, déjalo hablar! Has realizado tantas preguntas en una, ¿cómo pretendes qué responda a todas? Es que apenas viene llegando. —intentó calmarla André.
—Así es, buena tarde a todos —saludó el intensivista y continuó—: Después de seis horas en cirugía les informo que ha sido un trabajo exhaustivo, delicado y complicado... —el dr. Hartmann realizó un silencio prolongado—, pero el joven Juan, lo soportó todo, tiene muchas ganas de seguir viviendo; ha sido todo un desafío, pero salió a la perfección. Dependiendo a su evolución lo trasladaremos a cuidados intermedios y luego a hospitalización de baja complejidad, poco a poco irá recobrando su consciencia y empezaríamos la rehabilitación con neurólogos, terapeutas y fonoaudiólogos.
—¡El corazón de mi hijo ha soportado tanto, gracias, doc! —lloró Margaret, abrazando al dr. Hartmann.
—¿Podemos verlo? —inquirió Gustav.
—Dentro de treinta minutos cuando lo saquemos de recuperación. Solo pueden pasar dos personas por un tiempo de cinco minutos.
—Muchas gracias, Hartmann. —soltó André con una mirada enternecida llena de agradecimiento.
—Hacemos todo lo que podemos por salvar vidas, para eso estamos aquí. Nada que agradecer. —repuso el dr. Hartmann, estrechando la mano de André y retirándose del lugar.
Gustav, deseaba tanto ver a su sobrino, pero comprendía que ese momento de júbilo solo le correspondía a su hermano y cuñada. Ellos merecían abrazar, acariciar y observar a su hijo de cerca después de una cirugía tan complicada.
Así que Gustav y Marisa, se quedaron en la sala, se abrazaban tanto, pues no cabían de la dicha.
—¿Cuándo pensarás qué es el momento adecuado para traer a mis nietas a conocer sus raíces? —cuestionó la señora Marisa.
—Madre, creo que el momento ha llegado.
—¿Y cómo crees qué lo tome André?
—Pues pienso que de maravilla, todo ha sido un revuelo... que ni siquiera he podido contarle que es tío de dos preciosas niñas.
—Y no solo eso... que estás casado con...
—No lo digas, madre. Él sabrá entenderlo, no viviremos por siempre y pues se está redimiendo y eso me llena tanto de dicha, madre querida.
—Podré morir en paz, hijo.
—Pues, no quiero que mueras por ahora, debes seguir viajando a Islandia a compartir con tus nietas. —exclamó Gustav haciéndole cosquillas a su madre.
—Es que son unos terroncitos de azúcar, así como tú, mi chiquillo. —susurró Marisa, dando suaves pellizcos a las mejillas de su hijo.
—Te equivocas, madre, son tan dulces como tú; muy similares a ti —Gustav, besó la mano de su madre y añadió—: la ternura de tu alma siempre me salvó de ahogarme en la orilla de la charca, te amo, mamá; y no me arrepiento de haber hecho este viaje.
Nota de autor: Las relaciones entre familia se tornan difíciles, pero lo importante siempre ahonda más allá de todo.
1. ¿Qué les pareció la intervención de André?
2. ¿Se la imaginaban? ¿Terminará aquí todo lazo con Karl Schmidt?
3. ¿Qué fue lo que más les gustó de este capítulo y lo qué más odiaron?
Mil gracias por leerme, los quiero mucho. ❤
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Crónicas de un alma valiente antes de ser occisa.
General Fiction¿Qué es de tu vida cuándo lo posees todo y a la vez nada? Cuando lo intangible lacera cada rincón del alma y ser. Por más que poseas, a veces no sirve de nada cuando suena el tic tac y lo más preciado de tu vida está a un paso del otro mundo. Dos...