El dr. Hartmann ordenó los exámenes siguientes:
Hemograma completo.
Función renal, hepática y tiroides.
Electroencefalograma.
Resonancia magnética.
Placa de tórax.Todas las muestras sanguíneas y otros fluidos, fueron tomadas con demasiado cuidado, para evitar sesgos en los resultados. La jefe Heel se comunicó con la señora Schmidt, le pidió que se dirigiera de inmediato a la unidad de terapia intensiva, que no podía adelantarle mayor cosa por teléfono que debían abordar esos temas de manera personal. La señora Margaret entró en un trance de desesperación, agonía e impaciencia, no esperó al señor André quien mantenía en la oficina lidiando con ciertos problemas de algunos envíos al exterior del país que quedaron pendientes; no podía posponerlos más. Incluso con su hijo muriendo debía ser responsable en la entrega de pedidos y cierres de contratos; eso implicaría líos legales y demandas y a los Schmidt no les convenía verse envueltos en otro embrollo como lo es un escándalo nacional.
Los Schmidt eran grandes empresarios, dueños de las líneas farmacéuticas más exuberantes del país: Schmidt Pharma; fundada por el abuelo del señor André, esto le fue abriendo el camino en el mundo de los negocios hasta que se posicionaron en una de las mejores cadenas farmacéuticas del país y gran parte del mundo.
El expresidente Karl Schmidt, fue un honorable estudiante en la facultad de química, pero se aproximó a la política y encontró su fervor en esa osada carrera, este fue su horma en el zapato, realizó una gestión imperiosa durante su quinquenio federal, de 1989 al 1994, legisló de manera audaz, inteligente y frívola algunas crisis del país. Sus seguidores estaban deslumbrados con su entrega por el país, pero no todo era dicha y felicidad.
Alrededor de él y su familia se presentaron escándalos por fraudes, pero el tribunal falló a favor del expresidente Schmidt, quien en vista de todos esos altercados renunció a su cargo, faltándole cinco años para terminar su mandato, así que lejos de la política retomo su camino en las farmacéuticas de la mano de su hijo mayor André.
Una familia de cuatro, padre, madre y dos hijos. La señora de Marisa Schmidt, se separó del expresidente a causa de sus múltiples infidelidades, pero siempre abnegada y entregada por sus hijos. Siempre le recalcaba a Karl que no realizara comparaciones entre los niños, pues podría causarles secuelas. Ya que André era lo más centrado y opuesto a su hermano Gustav; este siempre arremetió contra la opresión de su padre, nunca se interesó por los negocios familiares, se apartó del mundo empezando de ceros en Islandia, donde trabajaba como profesor de literatura en la Universidad de Islandia. Llevaba una vida tranquila, sobria y lejos de las excentricidades de su familia, al lado de su señora esposa Anette y sus dos pequeñas hijas que morían por conocer a su primo mayor Juan.
Siempre existió la rencilla entre hermanos por la preferencia de su padre.
Es que nada duele más que existan los hijos favoritos y que intenten moldearte a que seas como el que colocan de ejemplo. Gustav, siempre fue más solitario, descomplicado y selectivo, André, centrado, sin dominio propio y bajo el yugo de su padre. Tanto así que su padre escogió su esposa, un matrimonio arreglado entre magnates que fue un infierno al principio, pero con la costumbre, el tiempo y la compañía se fueron queriendo. Margaret se casó amando a otro hombre y André... André amando a otra mujer.Los negocios, contratos y auges de la época fluían a través de la sangre de André, así que decidió su norte y fue estudiar negocios internacionales con énfasis en salud para llevar al tope las maravillosas empresas de las cuales hoy gozan.
La señora Margaret, se fue de inmediato al hospital. Intentando resguardar la calma que se le esfumaba de las manos, tras de eso la prensa invasiva que los colocaban ante el escarnio público; ella no entregaba declaraciones de nada, André se lo prohibió y pues ella tampoco tenía ganas de hacerlo.
Se escurrió entre los médicos y enfermeras en turno buscando a la jefe Heel, la impaciencia se fue apoderando de todo su ser y la frustración dominándola, hasta que se dio de frente con la jefe, quien con mucha serenidad explicó minuto a minuto el colapso que había vivido su hijo, —a excepción de la demora en el código azul—, que adelantaron las tomas hematológicas y otros fluidos, pero que necesitaban que estuviera presente para realizarle las placas y resonancias magnéticas, porque era inconcebible que el joven se desaturara sin indicio alguno y presentara cuadros febriles de un momento a otro, que aumentarían la concentración de oxígeno por medio del venturi y monitorear de manera estricta cada media hora sus signos vitales.
Con ayuda de su madre y algunos enfermeros sotuvieron el cuerpo de Juan para tomar las placas con la mayor delicadeza y cuidado, así también evitar tomas fallidas. Exigieron los resultados dentro de esa misma noche o a primeras horas de la mañana. El señor André llegó a las once de la noche, le dio un beso en la frente a su esposa, le preguntó todo lo sucedido, se dirigió hacia su hijo tomándole la mano que estaba conectada a las vías y le dio un beso. No podían quedarse en una habitación de terapia intensiva, pero nada que sus influencias no pudieran solucionar; esa noche la pasaron con el alma colgando de un hilo; recostados uno encima del otro en el sofá y contemplando el cuerpo inconsciente de su adorable Juan.
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Crónicas de un alma valiente antes de ser occisa.
General Fiction¿Qué es de tu vida cuándo lo posees todo y a la vez nada? Cuando lo intangible lacera cada rincón del alma y ser. Por más que poseas, a veces no sirve de nada cuando suena el tic tac y lo más preciado de tu vida está a un paso del otro mundo. Dos...