Capítulo 2.

6.6K 269 2
                                    

Mi matrimonio con Richard había sido un cuento de hadas, al menos para mí.

Richard era todo lo que siempre había querido en un hombre. Era atento y servicial, prudente y compasivo, y siempre recordaba las pequeñeces que me hacían feliz: el café caliente los días de lluvia que pasaba escribiendo en el despacho, una manta caliente cuando me quedaba dormida frente a la chimenea, las galletas de virutas de chocolate y los caramelos que tanto me gustaban esos días del mes...

Sin embargo, en algún momento, cuando llevábamos tres años de matrimonio, Richard empezó a cambiar.

Comenzó a volver a casa cada vez más tarde. No dejaba el móvil ni a sol ni a sombra; se mostraba reservado y a menudo contestaba llamadas en otra habitación. Era más evasivo.

Y al final de cuentas pasó... Y lo peor de todo, que fue con la que creí que era mi amiga, Sofia.

——

CALLE

«Dios, qué sexy es...».

Estaba en una cena de negocios con algunos de mis socios cuando vi a una pelinegra preciosa en la terraza del Pacific Bay Lounge.

Era impresionante. El vestido corto de encaje negro se ceñía a su cuerpo curvilíneo en los lugares correctos, y me moría por ver qué había debajo de ese escote palabra de honor.

El brillante pelo estaba recogido a un lado, con algunos rizos sueltos que
apenas le rozaban los hombros, y sus ojos verde aceituna refulgían bajo las luces parpadeantes que colgaban sobre su cabeza.

— ¿Señorita Calle? —El abogado me arrancó de mis pensamientos—. ¿Cuándo quiere repasar esa propuesta?

— El martes por la mañana. Me da la impresión de que me va a llevar mucho tiempo ordenarlo todo. No puedo creer que no quieran fusionarse; van a perder mucho dinero con una compra.

Él se encogió de hombros.
— Yo tampoco puedo creérmelo, pero podría ser una jugada para comprobar su grado de compromiso. Nos vemos el martes.

— De acuerdo. Que tengas una buena entrada de año.

— Nos vemos en la oficina. —El resto de los asociados me estrecharon la mano antes de alejarse.

Me volví de nuevo para observar a la diosa pelinegra, pero no estaba a la vista.
¿Había soñado? ¿Cuánto había bebido esa noche?

Recorrí el muelle con la mirada y... allí estaba ella. Se había alejado algunos metros.
La observé mientras acercaba a los labios la cerveza que le habían servido en la barra y suspiraba, y me pregunté si habría ido a la fiesta sola.

—Creo que las cosas han resultado bastante bien. —Vanessa, una de mis consejeras de confianza, esbozó una sonrisa—. Sabes llevar muy bien las conversaciones, lo que es muy bueno para Industries Calle.

— No me lo agradezcas aún. Todavía tenemos que cerrar el trato. —Me puse en pie—. Gracias por venir, no podría haberlo hecho sin ti.

— ¿Te marchas ya? ¿No te apetece quedarte a tomar unas copas conmigo? Estamos en fin de año y no tengo a nadie al que besar cuando
sea la cuenta atrás...

— Vanessa, ya hemos pasado por esto. Sabes que no salgo con empleadas.
La vi poner los ojos en blanco.

— No puedes considerarme una empleada sin más. Me siento en el consejo.

«Peor me lo pones...».

— No mezclo negocios con placer. No es un cliché. Además, no quiero que las cosas se compliquen entre nosotras.

MI JEFA | PT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora