Capítulo 4.

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— ¿A qué estás esperando? ¡Llámala, Poché! ¡Esta misma noche!

— ¡Shhh! ¡No quiero que se entere todo el mundo de mi vida, Paula!

— Vale —susurró—. ¿Por qué no puedes salir con ella?

— ¡Tiene veintiocho años!

— Lo que significa que está a punto de llegar a los treinta. ¿Cuál es el problema? No te ha pedido que te cases con ella, solo que quedéis para cenar. E incluso te ha dicho que sugieras tú a dónde.

— ¿Y no crees que eso me convertiría en una asaltacunas? ¡Es once años más joven que yo! Espera; doce años más joven a partir del viernes... ¿Qué pensaría mi madre? ¿Qué pensaría la suya?

— Poché, es solo una cita. Por lo menos, podrías quedar con ella un par de veces; así, tendrías un poco de sexo. ¿Cuánto hace que no follas?

Todos mis compañeros clavaron los ojos en mí.

— ¡Volved al trabajo! —Esperé a que miraran hacia otro lado antes de volver la vista a Paula —.

Solo llevo aquí unos años. ¿Podrías intentar que la gente que está a mis órdenes no ande hablando luego sobre mí?

— Lo siento. —Me siguió a mi despacho, que estaba en una esquina—. De todas formas, odias trabajar aquí... Lo único que quiero es que entiendas que hace tiempo que no sales con nadie, y...

— Tuve una cita el mes pasado, ¿recuerdas? Con Guillermo. Es cirujano infantil y...

— ¡Por favor! No te preguntó nada sobre ti en toda la noche, y te echó en cara que no pagaras tú la cuenta. Ahora que lo pienso..., ¡es la única cita que has aprobado desde que te mudaste aquí! ¡En cuatro años! En serio, necesitas salir con alguien...

Suspiré.

— Lo haré, lo haré, solo que con personas de mi edad o un poco mayores. —Vale, pero tampoco debe haber una buena razón para no aceptar la oferta de esa tal Daniela. ¿Qué más da que sea un poco más joven? Me has dicho que era atractiva, ¿verdad?

«Es más que atractiva...».

— Sí. —Me apoyé en el escritorio—. Lo es...

—¡Pues llámala! Mientras tanto, puedes buscar a alguien más maduro.
Ni que no pudieras divertirte mientras lo encuentras...

— Vale, vale. La llamaré esta noche.

— ¿Señorita Garzón? —dijo mi secretaria por el interfono.

— ¿Qué ocurre, Selene?

— El señor Bustamante quiere que todos los directores de departamento vayan a la sala de reuniones para el consejo semanal.

— Voy para allá. —Pulsé el botón del intercomunicador y abracé a Paula.

— Supongo que debería volver al trabajo, ¿no? —Se encogió de hombros —. No te olvides de llamarme después de que hables con ella. —

Se dirigió hacia los ascensores del ala este, y yo fui hacia el ala norte.

Lo último que quería era asistir a otra reunión con el señor Bustamante y el resto de los directores. Eran actos en los que a nadie se le ocurrían cuestiones interesantes que discutir. Por lo general, el Señor Bustamante se limitaba a vomitar una idea tras otra hasta que Will, de estudios de mercado, se quedaba dormido y se daba un golpe con la cabeza contra la mesa, lo que indicaba que por fin había terminado otra reunión espantosa.

Ocupé mi lugar ante la mesa de juntas.
—¡Buenas tardes a todos! —El señor Bustamante parecía muy agitado—. Como de costumbre, tenemos algunas importantes iniciativas y planes promocionales que revisar.

MI JEFA | PT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora