Capítulo 61.

4.3K 194 3
                                    

Cuatro semanas antes...

Leí el último correo de Fernanda y puse los ojos en blanco.
Había creado otra cuenta falsa para enviarme noticias sobre cougars. En esta ocasión se trataba de un artículo reciente sobre una pareja de Hollywood que estaba pasando por un divorcio tumultuoso: la actriz tenía cincuenta y el actor, treinta y cinco. Todos los medios aseguraban que no duraría, que era una relación destinada al fracaso; era lo que se conseguía por salir con un hombre más joven.
En el asunto, Fernanda había puesto:
«Si ella, que es rica, famosa y guapa, no ha podido hacer que funcione, ¿por qué piensas que tú sí lo harás?».

—Rita, ¿podrías bloquear otra dirección de correo? —pregunté a mi secretaria—. Te la envío ahora mismo.

—Sí, claro. Ah..., y ha recibido un envío. ¿Quiere que se lo lleve?

—¿Una caja?

—No, vino y dos ramos más de su admirador secreto. —Se rio—. ¿Sabe si tiene amigos?

En cuanto corté la comunicación, entró con una botella de vino y dos jarrones con rosas. El vino era uno de mis favoritos, un Merlot incunable de más de treinta años. Y, como siempre, mi nombre estaba grabado en los jarrones de las flores junto a las palabras «para alguien muy especial».
Cogí el pequeño sobre blanco de entre los tallos y lo abrí.

«María José:
Tengo ganas de pasar tiempo contigo, con Andrea y con Lucia esta tarde. No te olvides de decirles que hay piscina a bordo.

Daniela.

P. D. 1: Ven por mi despacho después de la última reunión.
P. D. 2: No traigas las bragas puestas».

Me reí y abrí el otro sobre, el de la botella de vino.

«María José:
El vino es una de las pocas cosas que envejecen bien con el tiempo. Algunos incluso argumentan que cuando más años cumplen, mejor saben. Algunos de los mejores pueden durar décadas si se guardan de la forma adecuada y se guardan en un lugar frío y oscuro. Sin embargo, ni siquiera los mejores vinos añejos duran más de un día una vez que se descorchan y se exponen al aire. Eso es su kriptonita, lo que hace que te des cuenta de su verdadera edad.
Este Merlot fue embotellado el año que tú naciste, hace cuarenta años. Abrí ayer la botella, así que no le queda mucho tiempo... ¡Disfrútalo!».

Por supuesto, no la había firmado.
Rompí la tarjeta en pedazos y los tiré a la basura. Ahora lamentaba con todas mis fuerzas haber alentado a Daniela para que le diera a su madre una segunda oportunidad: era evidente que estaba reconduciendo su adicción a la droga, y la había convertido en una enfermiza obsesión por hacerme daño. Y, si era sincera, cada vez lo conseguía más.

No me importaba cuántas veces me dijera Daniela que era preciosa, ni cuántas veces me hiciera el amor y me asegurara que le parecía perfecta. Un mezquino y desagradable mensaje en el buzón de voz o en el correo electrónico de parte de Fernanda hacía resurgir mis inseguridades.

——

Dos semanas antes...

Las olas golpeaban contra las ventanas del camarote, y el yate se balanceaba lentamente de un lado a otro.
Daniela me había hecho el amor por segunda vez esa mañana, y yo trataba de volver a la realidad, intentando enviar al fondo de mi mente aquellas escenas de sexo increíble, y decirle que a su madre se le iban las payasadas de las manos.

—¿En qué estás pensando ahora? —Me estrechó entre sus brazos mientras estábamos cara a cara.

—En nada...

MI JEFA | PT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora