Capítulo 66.

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Conduje hasta el lugar que me había dicho, y frené al ver cuál era el problema.

«Dios...».

Salí del coche y miré el destrozado amasijo de metal que había sido antes el Audi Q7 de María José; la parte delantera había chocado contra un poste y el parabrisas estaba destrozado. El neumático derecho había atravesado el aparcamiento y la puerta del conductor se había visto aplastada de tal manera que parecía que había chocado contra la barandilla antes de estrellarse contra el poste.
Parecía un milagro que Andrea estuviera intacta. La miré, y noté que estaba temblando.
Me quité la chaqueta para ponérsela sobre los hombros.

—Shhh... Todo va a ir bien.

—¿Vas a contárselo a mi madre? —bufó.

—Estoy segura de que se acabará enterando...

—Ya sé que no están juntas y lamento haberte llamado tan tarde, pero no sabía a quién recurrir... Mi madre no es la mejor solución, ya sabes a lo que me refiero.

—Cuéntame lo que ha pasado.

Se secó la cara con la manga.
—Lucia y yo queríamos salir esta noche, pero ella había quedado con ese tipo, Jake, ¿te acuerdas de él? Por fin la invitó después de que le enviara mensajes todos los días. —Se encogió de hombros—. Ese fin de semana le tocaba a ella el coche, pero yo quería ir con Chris... Y no confiaba en él porque la última vez que fuimos juntos llevó el coche él y no volví a casa a tiempo...

—Tranquila. —Le hice un gesto para que sentara en el capó de mi coche. —Nos reunimos en el cine y todo iba bien, pero luego me dijo que quería pasar un rato a solas conmigo, que lo siguiera... Aunque me llevó a un..., mmm..., un hotel.

«Por favor, cuéntame la versión para todos los públicos».

—La verdad es que pidió una habitación especial, y había alquilado algunas pelis. Me dijo que me relajara... Bebimos cada uno cuatro cervezas y pensé que eso era todo. Te lo juro, de verdad. No se me había ocurrido que tratara de acostarse conmigo. ¡Era la tercera cita!

—Vale... —Me preparé para el resto.

—Nos empezamos a besar, a tocar y esas cosas, pero luego se puso más violento y trató de quitarme los pantalones. Le dije que no, pero siguió intentándolo, así que lo amenacé con gritar. A partir de entonces, se enfadó de verdad, se puso a maldecir y a reírse de mí. Me dijo que de todas formas no le gustaba. Que ya sabía que era fácil. ¡Fácil! Eso no es cierto. ¡Nunca he estado con nadie! —gritó—. Así que salí corriendo de la habitación, pero al llegar abajo todos sus compañeros del equipo estaban en el vestíbulo, riéndose de mí y llamándome cosas. Me dijeron que solo me había invitado allí para demostrar lo facilona que era... Corrí al aparcamiento y salí lo más rápido que pude. Al principio estaba bien, pero luego no podía ver por dónde iba y el camino empezó a estar borroso y... Bueno... —Señaló el accidente con la mano.

—¿Le has pedido permiso a tu madre para usar su coche?

—¿Estás de broma? ¡Me lo hubiera prohibido! Siempre me dice que no. ¡Ella quiere que Lucia y yo estemos juntas todo el tiempo, pero cada una tiene su vida. ¡Actúa como si no lo supiera! ¿Cómo puede esperar que compartamos coche? No es justo... —Negó con la cabeza y se apoyó en mí; luego estuvo mucho tiempo sin decir nada.

Cuando sentí que se había calmado por completo, me aclaré la garganta.
—Vale, ¿me has llamado porque necesitas que arregle esto antes de que vuelva tu madre?

—Bueno..., sí. —Se sentó y sonrió—. Creo que te lo puedes permitir. —¿Y vas a suplicarme que no le diga lo que ha pasado?

—Sí...

Sonreí tratando de no reírme.
—¿Sabes qué? No se lo voy a decir.

—¿En serio? ¿Harás eso por mí?

—Sí, pero a cambio de algo.

—¿De qué?

—Mañana tendrás el coche intacto, pero a cambio debes decirle a tu madre en cuanto vuelva de viaje que lo has usado sin su permiso y que lo has conducido después de beber.

—¡Qué! ¡Eso no tiene sentido!

—Para mí sí.

Se cruzó de brazos.
—¡Me castigará! ¡Me perderé la fiesta de Charity Lane del próximo fin de semana! Por no hablar de la fiesta del otoño.

—Seguramente.

—Me quitará el móvil. Bueno, no me lo quitará, ¡lo destruirá!

—Podría ser diez veces peor.

—Pero si vas a ocuparte del coche, ni siquiera tiene por qué enterarse de que lo he cogido. ¡Voy a decírselo por nada! Será... Será una tontería...

—Andrea, esta noche podrías haberte matado. —Mi voz era severa—. Tienes suerte de que no te haya pasado nada. ¿Y por qué has estado bebiendo? Solo tienes dieciséis años.

Frunció el ceño.
—Lo he hecho porque no quería parecer idiota delante de él... Nunca lo había hecho antes, y te prometo que no lo volveré a hacer... ¿De verdad tengo que contárselo a mamá?

—¿Quieres que me ocupe del coche o no?

—Vale... —suspiró—. Voy a tener que despedirme de mi vida social.

—Será solo temporalmente. ¿Quién sabe? Lo mismo te considera muy responsable por habérselo dicho y decide que podéis tener dos coches.

—¿Podrías decírselo, por favor? Sería genial.

—Ya veremos... —Saqué el móvil—. ¿Greg? Necesito una grúa... Sí, es para el Audi Q7. Tenemos que comprar otro igual en las próximas horas, el mismo modelo y todo, y será necesario resolver el tema de las matrículas... Estoy en el aparcamiento de Haven Foods de Tim Street. ¿Podrías traerle a Andrea algo de comer? Sí, de McDonald's vale. — Colgué.

—Gracias por ayudarme. —Andrea miró al suelo.

—De nada.

—¿Sabes, Daniela? Me gustas de verdad. Y creo que mi madre sigue enamorada de ti, pero seguramente sería más consciente de ello si le dijera que Lucia y yo te echamos mucho de menos desde que rompieron. Es decir, te echamos de menos. No es mucha la gente que entiende nuestros chistes sobre física, y me gusta más cómo haces tú la pasta que mamá... Así que se me ha ocurrido que... Si quieres que le hable de ti, deberías reconsiderar que...

—Vas a sincerarte con ella, Andrea.

Se rio.
—Valía la pena intentarlo.

MI JEFA | PT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora