Capítulo 57.

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DANIELA

—¡Ahhh...! —María José levantó la mano y cerró los puños en mi cabello.
Me incliné para besarle el cuello, hundiéndome más profundamente en su interior.

—Solo puedo pensar en ti... No puedo concentrarme en nada más... —Jadeé de forma entrecortada. Le acaricié las tetas al tiempo que le cubría la boca con la mía, disfrutando de la sensación que creaban sus labios—. Dime que sientes lo mismo...

—Yo... Yo... —Movió las manos desde mi cabeza a mi espalda y me clavó las uñas en la piel desnuda. Trató de frenar el ritmo agarrándome la cintura, pero le subí los brazos y se los sujeté por encima de la cabeza.
Capturé uno de sus pezones con la boca y se lo mordisqueé juguetonamente mientras aceleraba mis envites.

—Dímelo. —La mordí con más fuerza—. Dímelo ya...

—Sí... Sí... Sí... —Cerró los ojos y su cuerpo se retorció debajo del mío, alcanzando el orgasmo en el mismo segundo que yo. Se estremeció durante varios segundos antes de que me desplomara sobre ella.

Nos quedamos tumbadas, con los cuerpos entrelazados, durante lo que me pareció una eternidad, mirándonos a los ojos, sonriendo cada pocos segundos, riéndonos de todo y de nada.

Después de haber salido del Ritz Carlton esa mañana, había decidido hacer con ella un tour en otro de mis yates, uno que llevaba mucho tiempo sin usar. No llegué a enseñarle más allá del dormitorio.

—¿Te hago daño? —Noté que intentaba mover el hombro.

—Un poco. —Se rio, y me retiré de encima de ella.

La estreché entre mis brazos, cara a cara.
—¿En qué estás pensando ahora? —suspiré.

—En nada...

—Tus ojos te delatan —dije sonriendo—. Sé cuándo estás mintiéndome.

—Puedo hablar contigo sobre cualquier cosa, ¿verdad?

—Claro que puedes. —La besé—. No quiero que haya límites entre nosotras.

Asintió, pero permaneció en silencio, sin añadir otra palabra.
—¿Esa pregunta no daba pie a otra? —Traté de leer sus ojos.

Se rio.
—En realidad no..., solo quería saberlo. Solo quería saberlo, en serio...

—Mmm..., ¿te apetecería venir a cenar conmigo y con mi madre el próximo fin de semana?

—¿Ahora se llevan bien? —Arqueó una ceja.

—No lo sé... Es algo que salió en la última sesión de terapia, así que no quiere decir que ahora seamos íntimas ni nada...

—¿No estás segura de poder ir a cenar con ella sin discutir?

«No, a menos que tú estés presente...».

—Me sentiría más cómodo si vinieras. Nada más.

Sonrió y se acercó a mí.
—Vale. Iré.

——

—Como me jodas la cena no te lo perdonaré nunca. —Giré al final de la calle y miré a mi madre—. ¿Me has entendido bien?

—¿A qué te refieres, Daniela? Y mira cómo me hablas... Sigo siendo tu madre... ¿Cómo voy a estropearte la cena?

—Has jodido todo lo demás en mi vida; estoy segura de que sabes hacerlo.

Pareció herida.
—Jamás me perdonarás lo que ocurrió en el pasado, ¿verdad? ¿No piensas superarlo nunca?

MI JEFA | PT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora