Capítulo 56.

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POCHÉ

—Cada vez bailas mejor. —Daniela sonrió mientras me hacía girar por la pista de baile del yate. —Tu forma de bailar sigue siendo cuestionable.

—Eso es porque mi profesora es horrible. —Se rio y me estrechó entre sus brazos subiéndome contra su pecho—. ¿Todavía no sabes si vas a acompañarme al baile de la salida a bolsa?

Asentí. Sabía que quería que fuera con ella; era algo que había dejado muy claro durante toda la semana. Sin embargo, todavía quedaban unos días, y seguía sin gustarme la idea de que nos vieran juntas en público.
Al parecer, éramos las únicas de toda la empresa que habían aprovechado la nueva política de confraternización, y sabía que mis compañeros dirían algo negativo al respecto.

—Te doy hasta finales de semana para responder que sí. —Me puso en el suelo—. No pienso ir con nadie más.

—Siempre puedes ir sola...

Puso los ojos en blanco y se echó hacia atrás. —Avísame cuando quieras que Greg te lleve a comprar un vestido. —Me apartó un mechón de pelo de la cara—. Siempre voy con un empleado a las reuniones sociales de la empresa, así que nadie va a sospechar nada.

—¿Ah, sí? ¿Me prometes que no me tocarás ni me besarás mientras estamos en la fiesta?

—Es imposible que te prometa eso. —Me levantó la barbilla y me rozó los labios con los suyos—. Sabes que me da igual quién nos esté viendo. —Dibujó mis labios con la lengua y luego me los separó... Aunque se detuvo.

—¿Dónde está la piscina?
—Daniela dijo que en el yate había piscina.
—Quizá nos ha mentido para conseguir que viniéramos aquí.
—¿Cómo voy a presumir de que he estado en un yate de lujo delante de nadie si no tiene ni piscina?
Daniela se rio y se apartó de mí justo cuando Andrea y Lucia  doblaron la esquina y clavaron los ojos en nosotras.

Andrea emitió uno de sus suspiros más dramáticos.
—Daniela, nos dijiste que había piscina. Hemos traído los bikinis para hacernos fotos, pero no la hemos encontrado.

—Yo les enseñaré dónde está. —Me cogió de la mano y les hizo una seña para que nos siguieran. Subimos dos tramos de escaleras hasta una habitación enorme con las paredes de vidrio esmerilado. Encendió las luces antes de tirar de una pequeña palanca y conseguir que los cientos de baldosas grises del suelo se abrieran para dejar a la vista una piscina de agua cristalina.

—¡Aggg...! ¿Cómo esperabas que la encontráramos? —Lucia negó con la cabeza.

Andrea y ella pusieron las toallas a un lado y se metieron en el agua, riéndose entre ellas de todas las formas en las que pensaban dar envidia a sus amigas.

—¿No te gustaría terminar ahora la lección de baile? —me susurró Daniela al oído.

—¿No puedo usar la piscina?

—Hay otra abajo... —Me rodeó la cintura con un brazo—. Y te la enseñaré en cuanto hayamos terminado.

—¿De bailar?

—Llámalo como quieras...

——

No era capaz de concentrarme en la noche de chicas... No esta noche.
Solo podía pensar en Daniela, en que me besaba, me abrazaba y me hacía el amor.
Desde que se había comprometido a estar más pendiente de mí, había llevado nuestra relación a otro nivel; venía por casa durante la semana y estaba con nosotras tres, nos pegaba palizas al Monopoly o ayudaba a las chicas con las maquetas de aviones, incluso a veces cocinaba para nosotras. Los fines de semana, nos llevaba todo el día al yate, donde viajábamos acompañados por un chef que nos preparaba todo lo que queríamos. Insistía en recogerme por las mañanas para ir a trabajar, e incluso había conseguido que comiera con ella todos los días.
Las flores —que seguían entregándome a diario— venían acompañadas de chocolatinas y notas íntimas cuyo contenido me sonrojaba.

MI JEFA | PT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora