Capítulo 67.

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POCHÉ

DOS DÍAS DESPUÉS...

Metí el móvil de Andrea en un vaso de agua y lo puse en el congelador. Cuando les ponía un castigo a mis hijas, no era de esas madres que confiaba en que las niñas fueran a acatarlo sin más. Me aseguraba de que «no poder usar el móvil» significara eso realmente.

Vi que se le caían las lágrimas mientras continuaba echándole el sermón, pero no sentí ni pizca de empatía por ella.

—¿Y si hubieras destrozado mi coche? ¿Y si te hubiera pasado algo? Y, para colmo, habías bebido. ¿Y si te hubiera parado la policía y te hubiera ordenado soplar? ¡Te habrían quitado el carnet! ¿No se te ha ocurrido? — Mi voz era más fuerte que nunca—. Te he educado mejor, Andrea Garzón . Ni siquiera soy capaz de hablarte... —Negué con la cabeza—. Vete a tu habitación. Vas a tener que estar allí mucho tiempo durante los próximos cuatro meses.

—Lo siento de verdad... —musitó mientras se alejaba.

Me apoyé en la encimera y negué con la cabeza, cogiendo el aire a bocanadas una y otra vez. Estaba más que furiosa con ella, y muy confusa sobre lo ocurrido. Jamás me habría enterado de que lo había hecho si no me lo hubiera mencionado, y no era propio de ella contármelo. No, no iba con su personalidad en absoluto.

Antes de que pudiera desconectar de mis vacaciones, me lo había soltado todo: la cita en el cine, el hotel. La cerveza. Y que se había llevado mi coche sin permiso.
Me lo había contado entre sollozos, pero, a pesar de que había insistido en que había traído el coche de vuelta sin un rasguño y de que me había prometido que no volvería a beber, había tenido que castigarla para que no volviera a ocurrir.

«¿Cuatro meses será suficiente?».

Cogí un envase de helado de chocolate y menta antes de ir al salón. Me hundí en el sofá y empecé a hacer zapping, buscando algo que me entretuviera. Necesitaba dejar mi mente en blanco.
Por desgracia, no había nada más que reality shows; el del Doctor Phil era una reposición, y había visto también los demás programas. Así que empecé a mirar en los demás canales, pero me detuve al ver la primera película de Harry Potter.

Suspiré.
No hacía mucho tiempo que la había vuelto a ver con Daniela, Andrea y Lucia. De hecho, había sido como si yo no estuviera allí. Las tres habían estado hablando durante la mayor parte de la película, discutiendo sobre qué partes eran fieles al libro y cuáles no, qué era lo que más les gustaba a cada una y qué protagonistas eran sus favoritos. Había sido tan brutal que en un momento dado empezaron a apostar una contra otras con
premios en forma de chocolate para la que acertaba.
Cuando la película terminó y Lucia se nombró como ganadora, estaba segura de que me quedaría a solas con Daniela, pero decidieron continuar con la siguiente película de la saga.

Apagué la tele y subí a mi dormitorio, donde me tendí en la cama. Habían pasado ya tres meses desde que había roto con Daniela, y no había habido ni un solo día que no pensara en ella.
Había estado segura de que cuanto más tiempo transcurriera lejos de ella, menos la recordaría, y que salir con otro hombre me ayudaría a borrarla de mi memoria, pero eso estaba lejos de ser verdad. Llenaba mi mente cada vez que me iba a dormir sola, cada vez que me despertaba sin ella a mi lado, y cada vez que entraba en mi nuevo despacho y no había flores.

Sentí un nudo en la garganta y me puse a llorar. No intenté contenerme; dejé caer las lágrimas mientras adoptaba una posición fetal; los recuerdos inundaron mi memoria una y otra vez.
Pensé en nuestra primera cita, cuando me había empujado contra la barandilla y me había rodeado la cintura con los brazos. Justo cuando nuestros labios estaban a punto de encontrarse, me sonó el móvil, interrumpiendo mis pensamientos. Derek.

MI JEFA | PT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora